Pasadas las 8 de la mañana, el 2 de agosto de 2019 se escuchó una fuerte explosión en el barrio San Carlos de Moreno. Los vecinos y comerciantes de la zona se preguntaron qué había pasado, e incluso salieron a mirar hasta la calle, pero nadie esperaba que el desenlace fuera así de fatal.
Ese día, la vicedirectora Sandra Calamano y el auxiliar Rubén Rodríguez perdieron la vida producto de una pérdida de gas que ocurrió dentro de la Escuela Primaria N°49 Nicolás Avellaneda. Aunque faltaba poco para el comienzo de clases, la mayoría de los docentes no estaban presentes y, de hecho, tanto Sandra como Rubén se habían presentado temprano para preparar las cosas antes del comienzo de una nueva jornada.
Lo que pasó esa mañana no fue casualidad ni una cosa del destino: pudo haberse evitado. El colegio estaba en un estado edilicio muy malo, y a pesar de que la estufa que tenía una pérdida ya había sido revisada, no funcionaba bien.
Los escalofríos se generan todavía cuando se ven las imágenes de cómo quedó el colegio. Absolutamente devastado. Las paredes derrumbadas y las sillas tiradas por el suelo. Adentro del lugar falleció el auxiliar Rodríguez, y lo que genera una provoca a su vez una impresión enorme es que por la explosión Calamano salió despedida de la escuela y quedó tirada en la vereda de enfrente.
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Por el terrible hecho se comenzó una investigación que todavía al día de hoy busca saber quién o quiénes fueron los responsables de semejante tragedia. Actualmente permanecen imputados el gasista que inspeccionó la escuela el día antes de la explosión, Cristian Javier Ricobene; el interventor del Consejo Escolar de Moreno, Matías Nasif; la ex presidenta, Mónica Claudia Alicia Berzoni; y el responsable del área de Infrastructura, Jorge Oscar Galián.
Ricobene fue imputado en su momento por la fiscal Gabriela Urrutia por el delito de "homicidio culposo agravado en concurso real con defraudación en perjuicio a la Administración Pública", mientras que los demás fueron acusados por "incumplimiento de sus deberes de funcionario público".
Por aquel entonces el gasista quedó en libertad luego de pagar una fianza y Nasif renunció a su cargo. Hoy todos están en libertad y a la espera del juicio, aunque todavía, tres años después, no hay una fecha establecida sobre cuándo se llevará a cabo el proceso. Por eso mismo, los familiares y allegados de los fallecidos esperan con ansias y a la vez con un poco de desesperanza que haya justicia.
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"Desgraciadamente, continúa todo igual. No hemos tenido novedades de la causa penal", contó a BigBang, Maximiliano Grah, esposo de Sandra, quien no quiso seguir hablando del tema por problemas de salud que tiene a causa de lo que vivió con su mujer.Del mismo modo, Diego Rodríguez, hermano de Rubén, comentó a este portal que no tienen noticias nuevas sobre la causa, ya que "está todo parado". "Primero era por la pandemia y ahora por la feria judicial", indicó.
Para recordar a los dos trabajadores, este lunes los familiares, compañeros y allegados de Sandra y Rubén decidieron presentarse desde las 10 de la mañana en la puerta del Consejo Escolar de Moreno.
Según explicó Hernan Pustilnik, docente y compañero de las dos víctimas, después de haber hecho una conferencia de prensa en la puerta del Consejo, se dirigieron hacia la fiscalía de Moreno, ubicada a pocas cuadras. Allí pidieron justicia y el avance de la causa hacia un pronto juicio.
Además de este acto, los alumnos de la escuela N°49 y la Orquesta Por La Memoria, integrada por músicos de zona Oeste del Gran Buenos Aires, realizaron una composición musical para homenajearlos en las redes sociales.
Las escuelas en Moreno
Después de la fatídica explosión, casi tres meses más tarde el colegio volvió a abrir sus puertas, pero en la ciudad de Moreno la situación no fue igual para todos. Cuando se conoció la noticia de la muerte de Sandra y Rubén, los docentes locales iniciaron un paro indefinido y el Gobierno Provincial, de Cambiemos en ese entonces, no tuvo otra opción más que ordenar el cierre de todas las escuelas y jardines públicos que no estuvieran en buenas condiciones.Durante meses los chicos de 280 instituciones no tuvieron clases presenciales, y los maestros algunas veces por semana brindaban clases abiertas y al aire libre (porque no contaban con gas, agua o la estructura de la escuela no era la indicada), aunque no todos pudieron acceder en ese momento a esa enseñanza.
De hecho, para retomar la presencialidad, algunos padres decidieron anotar a sus hijos en escuelas de otras localidades cercanas, aunque las vacantes disponibles no eran muchas para ese momento del año. Así, como pudieron, los alumnos terminaron el ciclo lectivo entre el dolor de la pérdida y la injusticia.