Miércoles 17 de noviembre del año pasado. Nueve y media de la mañana. Hasta ese entonces, la agenda noticiosa estaba atravesada por el empate de la Selección ante Brasil y la rosca detrás del proyecto de reelección de los intendentes bonaerenses. Tres policías de civil de la Metropolitana, cuatro adolescentes en un auto y el asesinato de Lucas González, de tan sólo 17 años, instalaron la agenda real: otro caso de gatillo fácil en territorio porteño. En las últimas horas, una agente de la Policía de la Ciudad fue detenida en la causa que, además, investiga la detención ilegal y las torturas físicas y psicológicas a los tres amigos que esa mañana venían de probarse en Barrancas Central.
"Si Lucas González hubiera sido rubio y de ojos celestes, hoy sería la tapa de La Nación y Clarín. Lamentablemente, en la Argentina el odio racial o al de tez oscura hace ser sospechoso a cualquiera", analizó Gregorio Dalbón, abogado de la familia de Lucas, en diálogo con BigBang. "En este caso eran pibes sanos que jugaban al fútbol, sólo que eran morochos", recordó.
Tal y como declararon los sobrevivientes, la persecución comenzó "de la nada". Lucas jugaba de enganche en Barrancas Central y los había llevado a sus amigos para que se probaran en el club. A bordo del Volkswagen Suran azul viajaban Julián, Joaquín y Nieven; todos ellos de 17 años. Después de la práctica, frenaron a comprar jugos en un kiosco de la villa 21 muy próximo al predio del club y el plan era regresar al sur del Conurbano. Pero nunca lograron cruzar la General Paz. Tres efectivos de la Metropolitana, en un Nissan Tilda sin patente, interceptaron el auto en el que viajaban los joven y los apuntaron sin identificarse.
El relato del amigo de Lucas: "Los policías nos dijeron que nos tenían que dar un tiro"
Los chicos se asustaron. Lógico. Pensaron que se trataba de un intento de robo. Nada indicaba que, en realidad, quienes los perseguían eran nada más y nada menos que policías porteños. Mientras intentaron escapar, los efectivos les tiraron al menos tres disparos, dos de ellos impactaron en la cabeza de Lucas. Julián aceleró. Su amigo agonizaba en el asiento de acompañante y el auto los seguía persiguiendo. Frenó metros después, en Vélez Sársfield e Iriarte. Vio a dos mujeres policías y les pidió ayuda. "¡Nos quisieron robar, ayuda!", suplicó.
Minutos después, los tres policías de civil se hicieron presentes en la escena y tomaron la posta del operativo. Hasta ese momento, en el auto sólo había un bolso con ropa de entrenamiento. En pocas horas, la Fuerza les plantaría un arma de juguete para poder justificar el gatillo fácil. Todos quedaron detenidos y el cuerpo de Lucas, ya sin vida, fue incluso torturado: lo quemaron con un cigarrillo.
En las últimas horas, el fiscal federal Leonel González Barbella volvió a solicitar la detención de Teresa María Luján Scorza, una de las dos policías de civil que los tres adolescentes sobrevivientes declararon haber visto durante su detención ilegal. Miembro de la División Sumarios y Brigadas de Prevención de la Comuna 4 de la Policía porteña, fue identificada por uno de los amigos de Lucas en una ronda de reconocimiento fotográfico que se llevó a cabo a principios de mes.
"Es ella", dijo Joaquín cuando le mostraron la foto de Scorza. Ella fue quien, según el joven, lo torturó psicológicamente mientras él y sus amigos se encontraban ilegítimamente detenidos. Pudo reconocerla pese a que, en ese momento, se encontraba boca abajo y esposado con sus manos en la espalda. "Dos chicas estaban vestidas de civil, pero con un chaleco así, rompevientos, como de otra tela celeste", aseguró de inmediato. "Eran dos, una chica morocha y una rubia. Entre todo ese alboroto, nos pedían los datos y me revisaban el celular, buscaban el número de Nieven, mi compañero", sumó.
El cuerpo de Lucas yacía a pocos metros. Tenía muerte cerebral. "Me preguntaban mi nombre y apellido, los números de Niven; me pidieron que desbloquee el celular. Lo agarraron y buscaban (datos). Me guío por su mirada, ya que no la podía ver a la cara directamente porque estaba esposado boca abajo. Esta persona, cuando tenía los brazos esposados por detrás, me agarró el dedo para desbloquear el teléfono. Me revisó el celular en busca de los datos de Niven y, como no lo encontraba, me decía que lo buscara en el chat de Independiente. Me decía: '¿En dónde tenés la droga?'. Que era un chorro y que a mi amigo le tiraron porque había hecho las cosas mal. Todo el relato era con ironía", sumó el joven en su declaración.
Ya en diciembre del año pasado se había pedido la detención de la policía, pero el juez Martín del Viso no hizo lugar al pedido. En esta oportunidad, tras la identificación fotográfica, la jueza de Instrucción Paula González avaló el requerimiento y la detención se produjo de inmediato, por temor a que la mujer policía pueda presionar a las víctimas. Scorza declaró en horas del mediodía.
El último mensaje de la mamá de Lucas y el momento que vio cómo lo acusaban de "delincuente"
"Tenerlo arrodillado siendo menor de edad y diciéndole negro de mierda dónde está la droga con el amigo herido de muerte es tortura acá y en el Vaticano", advirtió Dalbón. Scorza se encuentra imputada por el delito de encubrimiento agravado por la condición de funcionario público, en concurso real con privación ilegal de la libertad calificada por tratarse de un funcionario público que actuó con abuso de sus funciones y por haber cometido torturas.