04 Diciembre de 2024 16:43
El martes 3 de diciembre, empezó el primer juicio por la apropiación de un menor nacido en cautiverio en Tucumán durante la última dictadura cívico-militar. Se trata de Mario Navarro, quien en 2015 se convirtió en el nieto 119 en recuperar su identidad gracias al trabajo de Abuelas de Plaza de Mayo.
Según la investigación, la madre identificada con las iniciales S.A.N, estuvo secuestrada por las fuerzas militares en la cárcel tucumana de Villa Urquiza; fue allí donde quedó embarazada producto de las violaciones que sufrió en aquel centro clandestino de detención: el llanto de su bebe fue lo único que conoció de aquel pequeño arrebatado por las mismas personas que la secuestraron. Un reencuentro que tardó 38 años desde aquel secuestro.
"Es un amor muy grande como para guardárselo para uno solo", fueron las palabras que desplegó Navarro con una media sonrisa en su rostro, que se pudo ver por la pantalla que transmitía la videoconferencia que une España -donde reside ahora- con la sala de audiencias del Tribunal Oral Federal de Tucumán.
El nieto 119 mencionó a Dios, pero no al católico, sino a quienes fueron su guía en este camino: las Abuelas de Plaza de Mayo, la Comisión Nacional por el Derecho a la Identidad (CONADI), el Banco Nacional de Datos Genéticos, y a su mamá que denunció su robo mientras estuvo detenida y desaparecida. Con la ayuda de estas personas, conoció a su verdadera progenitora, luego de una lucha por conseguir el derecho de todo ser humano a conocer su origen: "Siento una alegría enorme, un amor desde adentro y puro que te da ganas de contagiar a todos, de ayudar en lo que sea para encontrar a los 300 que faltan".
Los jueces Abelardo Basbús, Enrique Lilljedahl y Ana Carina Farías, integrantes del tribunal, indicaron la apertura pasadas las 9.30 del pasado martes. El fiscal responsable de la Oficina Tucumán de la Procuraduría de Crímenes contra la Humanidad, Pablo Camuña, y la querella de Abuelas de Plaza de Mayo, encabezada por Carolina Villela y Patricia Chalup, fueron los encargados de leer los hechos y los cargos contra Santo González, un ex guardiacárcel del penal de Villa Urquiza.
Para la Fiscalía, González desempeñó un rol clave en la apropiación de Navarro: "Garantizó la sustracción, impidió el contacto entre ellos -la madre y el bebé-, e integraba la patota del penal", detallaron.
El fiscal reconstruyó la historia sobre aquel día que los militares sustrajeron a Mario despegándolo del vientre de su madre, una mujer a la que le fue arrebatada la posibilidad de cargar en brazos a su recién nacido. Según su testimonio, la víctima fue llevada a la Comisaría del Parque 9 de Julio; luego, a la Jefatura de la Policía provincial y, por último, al centro clandestino que funcionó en aquellos años de terror en el penal de Villa Urquiza: "Fue aislada y tabicada, torturada, abusada, violada sexualmente en múltiples oportunidades, siempre con los ojos vendados, por el personal a cargo de custodia de presos políticos", leyó Camuña.
Producto de las violaciones, S.A.N quedó embarazada, transitó y dio a luz en el centro clandestino, en las mismas condiciones infrahumanas de cautiverio. Mario nació entre mayo y junio. Cuando se encontraron, 38 años después, pudo por primera vez ver la cara del niño que le había sido arrebatado de sus manos. Ella le pidió perdón llorando: "Lo único que escuché fue tu llanto", fueron sus primeras palabras al verlo.