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Recibió un disparo en la cabeza

Un sargento, una bala y otra muerte: la guerra narco se cobró la vida de un policía en San Martín

Benjamín César Szadura, de 31 años, fue asesinado en Villa Hidalgo durante un operativo antidrogas.

25 Abril de 2025 11:24
Benjamín César Szadura
Benjamín César Szadura

En la madrugada helada de este viernes, cuando el país dormía o discutía en redes, Benjamín César Szadura, sargento de la Policía Bonaerense, moría solo en un hospital, con una bala alojada en la cabeza y el cuerpo exhausto por la lucha. Tenía 31 años. Y una vida que terminó en Villa Hidalgo, un rincón olvidado de San Martín donde el Estado llega en patrulleros y los narcos mandan desde los pasillos.

La secuencia fue fulminante. Un operativo de rutina —de esos que en el parte se llaman "de prevención general"— en José León Suárez, terminó convertido en una escena de guerra urbana. Cerca de las 20.30 del jueves, Szadura y sus compañeros del Grupo Táctico divisaron a varios hombres haciendo señas: gestos breves, precisos, que en el conurbano profundo son sinónimo de droga en venta. El lugar: la esquina de Pueyrredón y Lamas, corazón del asentamiento Villa Hidalgo.

Dieron la voz de alto. Los sospechosos corrieron. Y desde el momento en que un disparo rompió el aire, el operativo dejó de ser una "recorrida dinámica" para convertirse en una emboscada mortal. Uno de los proyectiles alcanzó al sargento en la frente. En medio del caos, fue trasladado de urgencia al Hospital Municipal de Boulogne. Allí, los profesionales lucharon por mantenerlo con vida. A las 2.30, el parte médico confirmó lo que todos temían: Szadura no sobrevivió. La causa pasó de "tentativa de homicidio" a "homicidio". Y su nombre se sumó al triste listado de policías caídos en servicio, en una guerra no declarada que nadie parece dispuesto a ganar.

La historia tiene el dramatismo de una tragedia griega escrita en clave bonaerense. Según reconstruyó la policía, Szadura enfrentó a uno de los vendedores. Hubo un forcejeo brutal. Logró dispararle en las piernas. Lo golpeó en el cráneo. Pero el narco, envalentonado o drogado, no se detuvo. Le respondió con un tiro certero en la cabeza. Media hora más tarde, el agresor herido ingresaba a un centro de salud cercano. Mintió: dijo que lo habían intentado robar. Pero las heridas contaban otra historia. Lo detuvieron. Y la cacería continúa: el segundo delincuente sigue prófugo, escondido quizás en los mismos pasillos que recorrió Szadura por última vez.

Villa Hidalgo no es solo un asentamiento al costado del Camino del Buen Ayre. Es una zona roja donde la frontera entre legalidad y crimen es difusa, borrosa, quebrada. Un barrio tomado por la venta de droga, donde los tiros suenan más seguido que los timbres. Allí murió un joven sargento que, como tantos otros, eligió ponerse el uniforme sin saber si volvería a casa. Benjamín César Szadura no tenía cadenas de oro ni cuentas offshore. Tenía un arma reglamentaria, un chaleco, y la orden de patrullar un infierno cotidiano. Se convirtió en blanco de una estructura criminal que ya no teme enfrentarse al Estado, porque hace tiempo lo desafía con impunidad.

El efectivo de la bonaerense recibió un disparo en la cabeza y pese a la labor médica, falleció.
El efectivo de la bonaerense recibió un disparo en la cabeza y pese a la labor médica, falleció.

La causa quedó a manos de la fiscal Daniela Lorena D'Elía, a cargo de la Unidad Fiscal de Instrucción 2 del Departamento Judicial de San Martín, y quedó caratulada como "homicidio" tras la muerte del agente de la Comisaría 5ª "Billinghurst" de San Martín.

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