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"Yo creo que me lo mataron": la angustia de la familia del joven desaparecido en Neuquén

La víctima fue vista por última vez el martes pasado y su círculo más íntimo sospecha que la policía podría ser la responsable de su desaparición. 

24 Octubre de 2022 08:41
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Su nombre es Juan Guillermo Sepúlveda, tiene 25 años, es papá de dos nenes, de 4 y de 5, y es intensamente buscado por su familia y amigos en la localidad de Senillosa, en Neuquén: fue visto por última vez el martes y lo único que se sabe de él es la aparición de una de sus botas cerca de una chacra a la que se dirigía el joven la última vez que lo vieron que le hace temer lo peor a sus padres. 

Senillosa es una pequeña localidad ubicada a poco más de 40 kilómetros de la capital provincial y en la que viven cerca de 8 mil personas. Allí, los amigos de Sepúlveda lo buscan a caballo desde hace casi una semana y su círculo más íntimo sospecha que la policía podría ser la responsable de su desaparición: el padre de Juan denunció que el joven de 25 años venía siendo hostigado por el comisario de la única unidad policial de aquella localidad neuquina. 

De acuerdo con el hombre, vio a su hijo el mismo día de su desaparición durante la tarde mientras realizaba viajes desde su campo hasta la vivienda donde conviven y nada parecía fuera de lo normal. De hecho, las cámaras de seguridad de la casa registraron como Juan se retiró a pie, solo y por sus propios medios cerca de las 17 de aquel martes 18 de octubre. A partir de ahí, ya nada se supo del joven.

El padre de Juan contó que su hijo tenía al menos tres antecedentes por robo, que había cumplido condena y que una de esas situaciones había tenido como víctima al comisario de Senillosa. "Lo seguía todo el tiempo a mi hijo, no podía salir a comprar. Hace un tiempo atrás, recibió una golpiza por este efectivo y hasta lo correteó. Siempre había un patrullero con las luces bajas cerca de su casa o adonde iba”, relató el padre de la víctima, Juan Guillermo.

Según explicó, su hijo le había robado un "par de cosas" al agente y a partir de ahí, "cada vez que lo cruzaban lo golpeaban". "Le habían pegado varias veces", contó y por eso cree que "la Policía tiene algo que ver" en la desaparición de su hijo. Incluso reveló en diálogo con el portal Río Negro que a su hijo lo habían "amenazado de muerte en varias oportunidades" antes de su desaparición.

Esta teoría, además, fue alimentada por la actitud que mantiene el propio comisario con respecto a la desaparición. Sin ir más lejos, la familia denuncia que el efectivo policial de alto cargo de la comisaría de Senillosa se mantiene alejado de la búsqueda, vestido de civil y "esquivando la mirada". "Los rastros se pierden al llegar a la ruta nacional 22, a 400 metros de donde vive", detalló el papá de la víctima portal Minuto Neuquén.

La familia de Juan intentó denunciar su desaparición el día miércoles 19, 24 horas después de haberlo visto con vida por última vez y afirmaron que los agentes de la comisaría de Senillosa no quisieron tomarle la declaración. Tras insistir con otro de sus hijo, se radicó la denuncia, pero la búsqueda de parte de la fuerza provincial comenzó recién el día jueves 20. Es decir, 48 horas después de la desaparición del joven de 25 años. 

Por esta razón, sus amigos y el círculo más íntimo de la víctima inició su búsqueda el mismo día que desapareció y fueron los responsables de hallar parte del calzado que llevaba puesto Juan ese martes y rastros de sangre. "Esos botines se los regalé yo, Juan andaba rengo ese día y no pudo ir lejos. Es muy raro que nadie lo haya visto, ningún chacarero", contó el padre de la víctima. 

Al momento de desaparecer, el joven padre de dos niños llevaba pantalón negro de buzo, campera gris con gorro, una camiseta de Boca y una mochila oscura. Por ahora, buzos recorrieron el canal principal que da a un costado de la Ruta 22. "Por ahora no tenemos ninguna novedad de mi hermano. Andaba con su celular. Lo llamamos hasta las 11 -del miércoles- y sonaba. Ya después comenzó a dar apagado", dijo Sebastián, hermano del joven desaparecido.

Mientras que su padre, sentenció: "Nos encontramos con una bota cerca de un canal y un alambre de esos que se usan para atar fardos. También manchas de sangre cerca del puente que va a la cárcel. Pero los perros que pasaron por ahí no le dan bolilla ni a la bota ni a las manchas de sangre. Pasan de largo hasta llegar a la Ruta 22 donde hay un canal chico. Ahí se pierde el rastro".