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23 horas inolvidables: crónica de la histórica sesión para despenalizar el aborto

Tras casi un día de debate, la Cámara de diputados aprobó por 129 votos a favor y con 125 en contra el proyecto que busca legalizar el aborto. BigBang te cuenta cómo se vivió adentro y afuera del recinto.

por Agusti­n Gulman

14 Junio de 2018 10:50
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El momento de la votación en Diputados.

Fueron quince segundos que quedarán en la memoria. Quince segundos decisivos, históricos. Casi veinticuatro horas de sesión, de intensidad, de sondeos diversos y versiones de todo tipo, y la definición llegó ahí, en esos quince segundos. Una pantalla mostró una cifra y un grito unánime se escuchó fuera del Congreso. Más de uno, quizás, lo comparó con un gol de Lionel Messi en la final de un Mundial.

 

Fueron horas angustiantes, decisivas e intensas. Cuando comenzó la sesión un día atrás, casi nadie se animaba a anticipar un resultado en favor de la legalización del aborto: todos los sondeos marcaban una leve diferencia contra el proyecto. Poco a poco, la situación se fue revirtiendo. Hasta las 8 de la mañana, hubo dos momentos clave: en plena madrugada, cuando en plena madrugada se anticipaba un "empate técnico" y cuando más tarde aún, por primera vez, se torció la votación y la despenalización quedó un voto por encima.

Definición histórica y vigilia multitudinaria en favor de la despenalización. Foto: Prensa Obrera.

A las cuatro de la madrugada, mientras que en inmediaciones del Congreso resistía la vigilia para exigir la despenalización del aborto, el diputado Facundo Garretón tomó la palabra y blanqueó su postura: “Decidí emitir mi voto en contra de la legalización”, lanzó. Más de 16 horas después de que comenzara el debate, en ese preciso instante el sondeo volvió a marcar un empate técnico, con futuro indefinido.

La vigilia de los pañuelos verdes, en fotos

Su postura no fue la única que despertó polémica, fastidio y rechazo tanto adentro como afuera del Congreso. Ocurre que a lo largo de las 23 horas de debate, se escucharon posturas más que llamativas, como la de Estela Regidor, que comparó el aborto con "los perritos”, o Alfredo Olmedo, que fiel a su insólito estilo disparó que una clínica privada tenía preparado un negocio si el aborto se despenalizaba.

 

- Pero si se despenaliza, va a ser gratuito. ¿Cuál es el negocio? - preguntó BigBang al salteño de campera amarilla.

-No, pero la mayoría de los que tienen dinero van a pagar, lógico, por una cuestión de resguardo. Los pobres que abortan son pocos, tienen más valores. Estoy pidiendo la certificación de todos los datos (para llevarlo a la Justicia), por eso estoy pidiendo la cremación de los fetos para que no haya un negocio.

 

Lo más llamativo es que la referencia de Olmedo sobre la presunta clínica surgió, en verdad, de un posteo de Facebook que halló el diputado unas horas antes de que comience la sesión.

Mientras tanto, afuera del Congreso la marea verde se adueñaba de las calles, las confiterías y los restaurantes. Desde las cuatro de la tarde, recorrer una cuadra se volvió una tarea imposible, no sólo por Rivadavia y Avenida de Mayo, sino también por las laterales. En una zona que suele estar repleta de autos y colectivos, durante 24 horas los protagonistas fueron los pañuelos verdes.

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Así atardecía ayer a metros del Congreso.

Por la noche, dentro del Congreso el clima era de expectativa, pero también de negociación. Legisladores que respaldaban la iniciativa buscaron convencer a quienes se encontraban indecisos, al menos para torcer la votación en general y que luego en la particular - artículo por artículo - puedan expresar disidencias. Poco a poco, el salón de Pasos Perdidos del Congreso se llenaba de actrices a favor de la despenalización y referentes de organismos de derechos humanos.

Aunque primero marcó 131 votos afirmativos, el resultado fue 129 a 125.

Afuera, entrada la madrugada, el frío helaba la piel. El termómetro marcaba menos de cinco grados y sobre las calles había fogones, música, carpas y frazadas. Incluso hasta hubo baile, cuando sobre un escenario montado por la avenida Callao cantó Jimena Barón uno de sus hits, La Tonta. “Saquen sus rosarios de nuestros ovarios”, cantaban.

Así lucía, a las 23, un restaurante ubicado a 100 metros del Congreso de la Nación.

Pero adentro, el poroteo y las negociaciones continuaban. En plena noche se buscaba el respaldo de legisladores cuyo voto aún era un misterio. A esa hora, el clima que invadía los pasillos del Parlamento era de incertidumbre. Todos los sondeos a esa hora marcaban que había paridad y que el resultado podría ser cualquiera. Incluso, estaban quienes no descartaban una definición del presidente de la Cámara, Emilio Monzó.

Carteles y pañuelos verdes se apoderaron de las calles cercanas al Parlamento.

La angustia se extendió varias horas. Con el amanecer, las calles cercanas al Parlamento volvieron a llenarse de manifestantes, pero la decisión en la Cámara baja continuaba siendo una incógnita. Un alivio llegó cuando, pasadas las 8 de la mañana, el diputado Sergio Ziliotto, del PJ de La Pampa, publicó un mensaje en Twitter que sumaba claridad en medio de la incertidumbre: dos de los indecisos, Melina Delú y Ariel Rauschenberger, votarían a favor. Minutos después se sumaba la adhesión de Carlos Gastón Roma, del PRO por Tierra del Fuego y la diferencia se ampliaba.

Así amanecía en las zonas cercanas al Mundial.

Un grito unificó lo que ocurría adentro y lo que ocurría afuera minutos antes de las 10. En esos quince segundos de votación comenzó a cambiar la historia. O al menos fue un gran primer paso que deberá continuar en el Senado, en una votación que se anticipa mucho más compleja, ajustada y angustiante. Ahora, solo queda una conclusión. Dos imágenes quedarán en el recuerdo por siempre: la de diputados de bloques diversos abrazados y la del masivo pañuelazo y vigilia frente al Parlamento.

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