El 20 de octubre de 2010, hace exactamente 11 años, Mariano Ferreyra, junto a un grupo de militantes de izquierda, planeaba cortar las vías del Ferrocarril Roca, a la altura de la estación Avellaneda para exigir el pase a planta de los obreros tercerizados. Alguien los alertó de la presencia de una patota que respondía a la conducción de la Unión Ferroviaria, entonces a cargo de José Pedraza- Decidieron hacer el corte unos metros más adelante, en la zona de Barracas. Cuando cruzaban el puente Bosch fueron apedreados.
Para evitar más situaciones violentas, los manifestantes se retiraron por la calle Luján, pero esto no conformó a la patota de Pedraza, que los persiguió con palos, piedras armas de fuego. La patota de Pedraza había contratado refuerzos para la ocasión: barrabravas que acudieron "enfierrados" a la cita. Uno de ellos, Cristian Daniel Favale, de la barra del club Defensa y Justicia, tiró a matar, y asesinó a Mariano. Otros tres manifestantes fueron baleados: Elsa Rodríguez, Ariel Pintos y Nelson Aguirre. Está probado que además de Favale, también disparó un matón llamado Gabriel Sánchez.
Una colega -la periodista Gabriela Carchak, de C5N- estuvo en vivo al aire en el momento en que la patota atacó a Mariano y hasta en el momento en que el joven fue subido a una ambulancia, gravemente herido, con un balazo en el tórax. El equipo de C5N también fue atacado y amenazado por la patota. La policía había liberado la zona.
El sistema burocrático de la Unión Ferroviaria hacía que, paradójicamente, el propio Pedraza ganara dinero por cada trabajador tercerizado. El gremio administraba la contratación de trabajadores tercerizados a través de la Unión Cooperativa Mercosur, que dirigía el propio Pedraza. La cooperativa cobraba un canon del Estado por cada trabajador. Un negocio brillante a costa de la precarización laboral.
Pablo Ferreyra, a favor de las salidas transitorias de los asesinos de su hermano Mariano: "No todos los familiares pedimos que se pudran en la cárcel"
Visiblemente afectado por el asesinato de Mariano, el diputado nacional Néstor Kirchner dijo ese mismo día: "Estoy acongojado por el crimen del joven militante -dijo en un tono extremadamente serio- jamás se puede justificar este tipo de cosas, son horrendas, dolorosas, tremendas. No se debe dejar ningún vestigio de impunidad y castigar a los autores intelectuales y materiales".Para poner fin a su declaración, fue contundente y concreto, aseguró que "el gobierno y todas las instituciones en general tienen que trabajar fuertemente para que los autores intelectuales y materiales sean severamente castigados". Kirchner falleció una semana después, el 27 de octubre, de un infarto de miocardio. Hasta su último día impulsó activamente la investigación del crimen. Máximo Kirchner dijo una frase que quedó incorporada a la historia política argentina: "La bala que mató a Mariano, rozó el corazón de Néstor".
La investigación judicial avanzó bastante rápido: quedó demostrado que Pedraza y Juan Carlos Fernández, su segundo en el gremio, eran los autores intelectuales del crimen. Ambos se comunicaron varias veces con Pablo Díaz, que coordinaba la patota in situ en Avellaneda. Quedó demostrado que Díaz hablaba con el delegado Claudio Alcorcel, con Favale y Sánchez. Fue el fin de Pedraza. El juicio oral y públicó comenzó en agosto de 2012 y concluyó en abril de 2013. La Justicia condenó a 15 años de prisión a Pedraza y a Fernández como autores materiales del crimen, y a Favale y Sánchez a 18 años de prisión como autores materiales del crimen. También fueron condenados Pablo Marcelo Díaz (18 años); Jorge Daniel González; Salvador Pipitó (11 años cada uno) y Claudio Alcorcel (8 años).
El proceso judicial, además, logró demostrar la "zona liberada", un delito que suele quedar impune. Los comisarios de la Policía Federal Luis Mansilla y Jorge Ferreyra fueron condenados a 10 años de prisión por su complicidad con el crimen. Pedraza apeló la condena, pero la Corte la dejó en firme. En 2016, Pedraza logró la prisión domiciliaria por su avanzada edad y murió el 22 de diciembre de 2018 a los 75 años. Tuvo, al fin, más suerte que Mariano, que tenía tan solo 23 años cuando la patota lo asesinó.