25 Mayo de 2017 16:12
El 25 de mayo de 2003, Néstor Kirchner amaneció en el mismo departamento del barrio de Recoleta en donde hoy se posan las cámaras que capturan el ingreso de Cristina Kirchner al vehículo blanco que suele depositarla en los tribunales federales de Comodoro Py.
Néstor recibe el bastón de mando en manos de Duhalde.
Por aquellos días, la realidad de la familia Kirchner era otra. Nada de causas judiciales, maniobras irregulares o denuncias de corrupción en torno a un empresario que hoy pasa sus días en Ezeiza.
Esa mañana de mayo Néstor desayunó junto a su esposa, la ex presidente Cristina, y su hija, Florencia. Máximo se había quedado en Santa Cruz. Ambos jóvenes eran completos desconocidos.
Se probó el traje azul oscuro que utilizó para la jura y siguió por televisión las primeras imágenes de la ceremonia que lo tendría como protagonista central.
Néstor se golpeó la cabeza en un accidente con un fotógrafo.
Néstor era fresco, descontracturado y rompía el protocolo momento a momento. Tal es así que al recibir el bastón de mando en manos de Eduardo Duhalde, jugó con él: lo movió de un lado hacia otro como si fuese una espada, o si la ceremonia un juego. Cristina sonreía, y aplaudía, se trataba de una imagen de esperanza absoluta en medio de la crisis política y económica más grave de la historia del país.
En sus primeros minutos como Presidente, apenas bajó la explanada de la Casa de Gobierno rompió las normas de seguridad y enloqueció a los custodios, al acercarse a las vallas que lo separaban del público que intentaba saludarlo. En uno de esos intentos, se golpeó con la lente de la cámara de un fotógrafo y sufrió una herida en la frente que lo obligó a colocarse un apósito.
La curita sobre la herida de Néstor.
La ceremonia de su asunción tuvo algunos detalles dignos de ser recordados. Raúl Alfonsín fue el único ex presidente constitucional que aceptó la invitación a la jura. Se saludó con fuerza con el líder cubano Fidel Castro, una de las figuras que acaparó la atención de todos los presentes y fue ovacionado por todos.
La fórmula de la victoria que triunfó en 2003.
Por razones de seguridad no se usó el tradicional Cadillac descapotable, el cual fue reemplazado por un Renault azul oscuro de cuatro puertas.
Unos minutos después saldría al histórico balcón de la Casa Rosada, con los puños apretados y los ojos vidriosos. "Olé, olé, olé, olé, Lupo, Lupo...", gritaban en la calle cerca de 15.000 personas, según las crónicas periodísticas de aquellos días. Así le decían a Kirchner en Santa Cruz debido a su parecido con el personaje de historietas Lupín.