Parado frente a un auditorio repleto de los empresarios más poderosos de la Argentina, Alberto Fernández volvió a expresar el mismo enojo que había mencionado al pasar el domingo ante la Asamblea Legislativa. “Voy a ser implacable, no tiene lógica que los precios sigan subiendo, vamos a ser inflexibles con este tema”, les recriminó el presidente, visiblemente molesto. En la mesa principal lo escuchaba con atención el presidente del Consejo Interamericano de Comercio y Producción (CICYP), Daniel Funes de Rioja, máxima autoridad de la Coordinadora de las Industrias de Productos Alimenticios (COPAL).
El fastidio del gobierno por los precios no es nuevo. Desde hace semanas que le comenzaron a prestar especial atención a la evolución, sobre todo de los alimentos que están por fuera del programa Precios Cuidados. En febrero la inflación general medida por el Indec fue del 2,3 por ciento, aunque un dato provocó las alarmas en la Casa Rosada: la categoría “alimentos y bebidas” tuvo un incremento del 4,7 %, más del doble.
En parte, aquel fuerte incremento podría explicarse por el regreso del IVA al precio de los alimentos de la canasta básica, que había sido eliminado en el tramo final del gobierno de Mauricio Macri como una medida para paliar la escalada inflacionaria. El impuesto volvió a aplicarse a partir del 1° de enero, lo que de movida provocó una suba promedio del 7 %.
El reproche del presidente ante el gobierno no es casual. Al enojo expresado ayer ante la CICIYP, se le suman sus declaraciones del domingo en el Congreso de la Nación, cuando reclamó la “total responsabilidad” a los formadores de precios. “Debemos terminar con la Argentina de los vivos que se enriquecen a costa de los pobres bobos que estamos condenados a pagar lo que consumimos”, aseguró el presidente.
En el Gobierno creen que en primer lugar es necesario desactivar la lógica del traslado a precios “por las dudas”. Además, consideran que es inexplicable el incremento teniendo en cuenta que desde diciembre y por 180 días están congelados los precios de las tarifas de los servicios públicos, el costo del combustible - que esta semana aumentó un 0,2 % por la aplicación del impuesto al dióxido de Carbono - y el valor del dólar, que más allá de incrementos de a centavos en las últimas semanas, se mantiene estable en torno a los $64.
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“En enero la diferencia entre la inflación general y la inflación de alimentos y bebidas fue por el traslado del IVA”, decía a BigBang una calificada fuente de la Secretaría de Comercio de la Nación. Esta semana, las consultoras privadas anticiparon que la inflación de febrero podría continuar el rumbo de la desaceleración y quedar entre el 1,9 % y el 2,3 %, aunque Ecolatina advirtió que en la categoría de alimentos podría ser más alta, del 3,5 por ciento.
En la Casa Rosada buscaban, además, fortalecer mecanismos de defensa del consumidor. Creen, además, que la ley de Góndolas aprobada la semana pasada podría ayudar a un mejor control de precios. Y si bien en el gobierno destacaban el impacto positivo de Precios Cuidados reconocían que era complejo el monitoreo de los productos que están por fuera del programa, renovado a principios de 2020 con 310 productos.