En medio de la insólita discusión por el traspaso del mando entre Cristina Fernández de Kirchner y Mauricio Macri, puede ser un buen momento para recordar qué fue lo que ocurrió cuando se recuperó la democracia en 1983.
Pese a lo que decían todas las encuestas, el radical Raúl Alfonsín se alzó con la presidencia, tras derrotar el candidato del Partido Justicialista, Italo Luder.
Después de haber jurado en el Congreso, Alfonsín recibió los atributos de mando del dictador saliente Reynaldo Bignone, el último presidente de facto de la dictadura militar que se había iniciado en 1976, en la Casa Rosada.
La ceremonia se realizó en el Salón Blanco de la Casa Rosada, el mismo sitio donde habían jurado todos los presidente de la dictadura porque obviamente el Parlamento no funcionaba.
El presidente radical tuvo que dejar seis meses antes la presidencia debido a una compleja situación económica y social, fomentada por algunos caudillos del peronismo del conurbano y sectores empresarios.
Le pregunt? a Alfonsín si no le pesaba no haber terminado su mandato "No!, mi triunfo fue ponerle la banda a otro Presidente constitucional"
- Jorge Yoma (@NegroYoma)
Alfonsín le entregó los atributos del mando, el bastón y la banda, al peronista Carlos Menem en una ceremonia que también se realizó en la Casa Rosada, en el mismo salón Blanco, donde también se toma juramento a los ministros.
La transición entre el dictador Bignone y Alfonsín fue tensa, por lo que implicaba la salida de la dictadura, pero no hubo mayores sobresaltos.
Del mismo modo, Alfonsín no entorpeció el acto de asunción de Menem, pese a que tenía la sospecha fundada de que los peronistas del conurbano habían operado en su contra para entregar seis meses antes el poder.
Menem y Alfonsín en los jardines de la residencia de Olivos.
Y en un ejemplo de respeto por la institucionalidad, Alfonsín fue el protagonista de las negociaciones con Menem que derivaron en lo que se conoció como el Pacto de Olivos, para reformar la Constitución y habilitar la reelección del riojano.