En diciembre del año pasado, la intervención de Esteban Bullrich como senador del PRO en la sesión plenaria de comisiones no pasó desapercibida. En las imágenes se lo podía observar hablando con dificultad y rápidamente fueron muchos los que con cierto grado desconocimiento y, quizás, algo de malicia no dudaron en afirmar que el legislador estaba alcoholizado.
Luego de que el video se volviera viral, el senador de Juntos por el Cambio había salido a aclarar la situación y contó que padece Esclerosis Lateral Amiotrófica (ELA), una enfermedad que provoca parálisis muscular progresiva y que fue el motivo por el cual comenzó con trastornos en el habla en los últimos meses. A un año de aquel acontecimiento, Bullrich volvió a mostrarse en público luciendo una remera en alusión a aquel devastador diagnóstico.
El senador estuvo el domingo en el Campo Argentino de Polo del barrio porteño de Palermo, donde se jugó el último partido de la Zona B del torneo, que le dio a La Natividad el pase para disputar la final contra La Dolfina. “No me define la enfermedad, sino mi actitud frente a ella. #LaVidaEsHoy”, escribió Bullrich en su cuenta de Twitter, acompañado de una suya sonriente, con anteojos oscuros y un gorro de paja bajo el sol palermitano.
Dalbón reveló cómo sigue la causa Lucas: la situación de los policías y la nueva reconstrucción
En dicha imagen, el legislador lució una remera que tenía grabado el texto “No estoy borracho, tengo ELA” y el logo de su fundación, la cual presentó a mediados de noviembre último, en referencia a las supuestas críticas y burlas que recibió hace un año durante la sesión plenaria de comisiones del Senado. Bajo el título "Sobre mi estado de salud", Bullrich se refirió a su estado de salud recién en abril el año pasado.
Lo hizo a través de un texto difundido a la prensa: "Es difícil transmitir noticias dolorosas, pero compartirlas es aliviador. Después de varios meses consultando médicos y haciéndome todos los estudios necesarios, finalmente dimos con un diagnóstico definitivo sobre mi condición. Tengo Esclerosis Lateral Amiotrófica (ELA), una enfermedad que provoca parálisis muscular y que es lo que me afecta el habla. La ELA es compleja pero cuidándose y respetando los tratamientos se pueden atenuar los síntomas. Como católico, creo que Dios nunca nos pone pruebas que no podamos superar. Él hace nuevas todas las cosas, confío en Él. No me voy a mover de donde estoy. Esta situación no me impide continuar con mis funciones".
Bullrich, que había comenzado con trastornos en el habla en los últimos meses y se sometió a innumerables estudios médicos para detectar el origen del problema, adelantó que se ocupará en adelante de intentar "mejorar" las condiciones de vida de los pacientes con el diagnóstico de esta enfermedad. "Voy a sumar una prioridad más a mi vida. Desde hoy, parte de mi trabajo va a enfocarse en mejorar las condiciones de vida y la calidad de los diagnósticos de las personas con ELA en la Argentina. Es una enfermedad más frecuente de lo que se cree, pero sigue siendo difícil de diagnosticar. Hay mucho para hacer y me comprometo a hacer mi aporte", expresó.
Causa espionaje ilegal: la nueva estrategia judicial (y mediática) de Macri tras su procesamiento
En el final del comunicado, había aclarado: "Esta enfermedad no me define. Vivo una vida feliz y maravillosa, y este desafío me pone frente a la necesidad de hacer más cosas y de hacerlas mejor. Tengo el apoyo inestimable de mi familia, mis amigos y mi equipo. Por ellos y para ellos, y apoyado en Dios, voy a afrontar este nuevo estado de cosas con la certeza de que todo pasa para algo. Agradezco de nuevo todas las oraciones y muestras de cariño a lo largo de estos meses. Tienen un valor enorme y dan fuerzas para seguir porque sé que cuento con todos ustedes para esta nueva etapa de mi vida. Mi compromiso es encararla con la misma fuerza con la que enfrenté todas las otras, que nunca fueron fáciles".
La ELA es una enfermedad neurodegenerativa progresiva que afecta los músculos y, a medida que avanza, impide que quienes la sufren pierdan la independencia en su movilidad e incluso para hablar, respirar y alimentarse. Solo existen tratamientos para hacer más lento ese avance, y su cura es aún materia de estudios ya que las causas todavía son una incógnita.
Algunas de las consecuencias que padecen quienes tienen esta enfermedad, es que a medida que las neuronas motoras se deterioran, se incrementa la pérdida de la movilidad en las extremidades, y se producen dificultades con el habla, la deglución y la respiración. Los primeros músculos que se ven afectados son comúnmente los de las manos, pies o la boca.
La ELA generalmente no afecta los sentidos, la vejiga e intestinos, o la función sexual. Un dato no menor es que los efectos de la enfermedad pueden varias dependiendo de la persona, según explican desde la Asociación ELA Argentina. Esta enfermedad, según remarcaron, puede afectar a adultos de cualquier edad, pero la mayoría de los diagnosticados con la enfermedad tienen más de 40 años, con la mayor incidencia entre los 50 y los 70 años de edad.
Aproximadamente 2 hombres cada 1 mujer se ven afectados, pero esto puede variar según el tipo de ELA y se empareja a partir de alrededor de los 70 años. Si bien no existe actualmente una cura para la ELA, los síntomas pueden ser manejados para mejorar la calidad de vida con diferentes tratamientos.