Cuando en 2013 asumió la jefatura de Gabinete, Jorge Milton Capitanich, el gobernador de la provincia de Chaco, aspiraba a tener posibilidades como candidato a presidente de la Argentina. No lo decía, ni se presentó formalmente, pero su intención era asistir a la interna del Frente para la Victoria en 2015. Sin embargo, la historia de desgastes lo ubicó en un relegado sitio: la intendencia de Resistencia, por la que finalmente fue electo con un ajustado resultado.
Durante más de un año, concurrió todas las mañanas a las conferencias de prensa dentro de la Casa Rosada. Era una presión que se había instalado: respuestas del Gobierno a los periodistas. Luego de las modificaciones en el Gabinete que promovió Cristina Fernández de Kirchner a fines de 2013, se decidió remplazarlo por Juan Manuel Abal Medina como jefe de ministros.
EL DEFENSOR
Desde un atril, el ministro coordinador defendió todas las mañanas al Gobierno en distintas circunstancias: el proyecto de presupuesto en 2014, el uso de la cuenta de Twitter de la Casa Rosada, a la presidenta de “los ataques” de Clarín. La tarea del ministro parecía esa: defender. Incluso, quedará marcado por un llamativo episodio en el que destrozó la tapa del matutino en febrero.
Con el correr de las semanas, el funcionario comenzó a posicionarse. Al llegar al cargo de jefe de Gabinete -que ya había ocupado un tiempo durante la presidencia interina de Eduardo Duhalde-, comenzó a hacerse conocido en el interior del país. Florencio Randazzo aún no había despegado en la disputa electoral y los nombres que giraban de cara a una interna por la sucesión presidencial eran unos pocos: Capitanich, el gobernador de Entre Ríos, Sergio Urribarri y quien finalmente llegó, Daniel Scioli.
EL DESGASTE
Pero el jefe de gabinete ya había recibido varios cuestionamientos. Su evasiva a muchas de las preguntas lo condicionó frente a los periodistas que día a día lo enfrentaban durante la mañana. Incluso los medios oficiales, que en un principio transmitían enteros sus mensajes, comenzaron a emitir sólo unos minutos de su conferencia.
Capitanich ofreció más de 300 conferencias de prensa como jefe de Gabinete desde 2013 hasta 2015.
Para enero de este año, el ministro ya había enfrentado más de 300 conferencias de prensa, varias tapas de diarios en su contra y burlas de todo tipo por su evasiva a preguntas contundentes.
Desde el atril en el que hablaba todas las mañanas, el 19 de enero hizo una insólita aparición de poco más de tres minutos, en la que repitió el comunicado de la Policía Federal sobre la muerte del fiscal Alberto Nisman, hallado sin vida en su departamento de Puerto Madero unas horas antes.
No supo o no pudo responder. Y, al finalizar el comunicado, decidió abandonar el salón. Las preguntas de los periodistas quedaron para otro momento. Desde ese día, y durante las cinco semanas que le siguieron a esa mañana, respondió todo tipo de preguntas. Desgastado y agotado, su energía y las aspiraciones no eran las mismas que cuando había recibido el privilegio de ser convocado por la jefa de Estado.
Durante su año y medio en la jefatura, Capitanich desmintió en varias ocasiones los “rumores de renuncia”. En más de una ocasión los calificó de malintencionados y engañosos. Hubo, sin embargo, varios intentos por salir del cargo: incluso, llegó a presentarle la renuncia a la Presidenta, luego de las fallidas negociaciones con Marcelo Tinelli para replantear el proyecto Fútbol para Todos, en 2014.
En ese entonces, la presidenta le pidió que se mantenga en el cargo un tiempo más. Finalmente permaneció hasta el 26 de febrero.
Cristina Kirchner: “(Otros) no tienen ningún problema y van a la intendencia, ¿saben por qué? Porque para los verdaderos dirigentes políticos no hay cargos menores, hay responsabilidades superiores y eso es lo que debe primar en la dirigencia política
ADIÓS A LA CANDIDATURA
En ese entonces, la figura de Randazzo había ganado cuerpo: Capitanich ya no medía. Apenas un año antes, una encuesta señalaba que el chaqueño tenía alrededor de un 20 por ciento de intención de voto. En 2013, días después de haber asumido el cargo en la Jefatura de Gabinete, su intención de voto rondaba el 8,5 por ciento.
En el inicio de 2015 la situación ya no era la misma que cuando había asumido. La ilusión de construir una candidatura con Cristina Kirchner como madrina se había desvanecido.
El día que asumió como jefe de Gabinete, Jorge Capitanich saludó con afecto a Cristina Fernández.
Ya entrado el 2015, a fines de febrero el gobierno decidió dar una nueva lavada de cara y realizar cambios en diversos puntos clave. El lugar de Capitanich, un hombre con un discurso que ya sonaba acartonado y “de cassette”, fue ocupado por Aníbal Fernández, que con su verborragia característica ofrece declaraciones a la prensa todas las mañanas.
EL REGRESO A CHACO
Su salida de la Jefatura de Gabinete lo depositó nuevamente en el Gobierno de Chaco, donde le quedaría poco menos de un año como gobernador. Es que cuando la Presidenta lo convocó a la jefatura, no renunció, sino que solicitó una licencia.
Al regresar, el panorama era otro. Ya lejos de sus aspiraciones presidenciales, trató de garantizarse un futuro político. Por eso, decidió competir por la intendencia de Resistencia, que desde hace más de 12 años estaba en manos del radicalismo.
Lejos de mirarlo con recelo, la Presidenta le mantiene cierto afecto político. Cuando pidió meses atrás, en plena campaña, el “baño de humildad” para varios dirigentes del kirchnerismo, se encontraba en Chaco, al lado del propio ex jefe de Gabinete. Y en un mensaje sin nombres propios, señaló: “(Otros) no tienen ningún problema y van a la intendencia, ¿saben por qué? Porque para los verdaderos dirigentes políticos no hay cargos menores, hay responsabilidades superiores y eso es lo que debe primar en la dirigencia política”.