La térmica alcanza los 41 grados. Pero en la Ciudad de Buenos Aires los supera por mucho. Cualquier persona que se pare en alguna de las avenidas del centro porteño con un termómetro podría comprobar que supera los 50 grados. El combo que conforman el calentamiento global, la pérdida de espacios verdes y el aniquilamiento sistemático de árboles en Buenos Aires, lograron que la temperatura sea 15 grados superior a la media.
Hace algunos meses, el gobierno de Horacio Rodríguez Larreta debió dar explicaciones tras dar a conocer un informe en el que computaba la existencia de 3.646 espacios verdes. De manera insólita, los funcionarios porteños habían contabilizado 1.763 canteros y 422 derivadores de tránsito, es decir el 60% del total, como si fueran grandes extensiones de espacios verdes. Sin ningún tipo de vergüenza, también habían sumado 618 plazoletas y 203 veredas.
La realidad es que la Ciudad de Buenos Aires cuenta con sólo 353 plazas, 64 parques, dos reservas ecológicas y un ecoparque (el ex Zoológico). 4,7 hectáreas verdes cada 10.000 habitantes, alejadísimo de los estándares indicados por la Organización Mundial de la Salud (OMS). A eso hay que sumarle un factor fundamental: la poda y extracción constante de árboles en todo el territorio porteño.
Hace pocos años, la avenida 9 de julio tenía años árboles de diversas especies a lo largo de toda su extensión. A la hermosa vista se le sumaba un gratificante sombra para los transeúntes durante el verano, el panorama cambió con la creación del Metrobus. Los árboles fueron arrancados o mutilados por completo. Ninguno fue trasladado. La mayoría pasó a ser convertido en leña.
El mismo panorama se repitió tras la construcción del Paseo del Bajo. Antes de la creación de la una autopista de 7,1 kilómetros de extensión que enlaza las autopistas Illia, 25 de Mayo y la Buenos Aires-La Plata, la zona tenía frondosos árboles. La mayoría de ellos fueron arrancados de cuajo. En su lugar no pusieron ninguna planta. Durante la ola de calor que azotó al centro del país, mientras la sensación térmica marcaba 33 grados, en la ciclovía del Paseo del Bajo marcaba 45 grados.
María Angélica Di Giacomo, es fundadora de Basta de mutilar nuestros árboles, que nació como un grupo de Facebook en 2012, y recuerda a la perfección la tala de la arboleda de la principal avenida de la Ciudad. En una entrevista con BigBang, contó: “Desde hace años hay una destrucción sistemática de nuestro arbolado. Nuestra primera aparición pública fue en febrero de 2013, cuando se cortaron todos los arboles de la avenida 9 de julio. Ese episodio fue muy doloroso. Se juntaron muchas personas de muchas organizaciones no solo para defender al arbolado sino para defender al patrimonio paisajístico y cultural. Cuando se hizo el Metrobus, observamos que cuando una persona tiene que esperar el colectivo en ese lugar durante un día de calor, es un sufrimiento. ¿Por qué? Porque no es lo mismo un techo de plástico que el arbolado. El arbolado por ser un ser vivo y por el proceso de evapo-transpiración, disminuye la temperatura entre cuatro y nueve grados. Entonces no es solamente la sombra sino que también es una cuestión biológica”.
Como si fuera una filosofía del PRO, desde la asunción de Mauricio Macri como jefe Porteño hasta el actual gobierno de Rodríguez Larreta, los golpes a la política ambiental fueron constantes. Podas injustificadas, eliminación de árboles de muchos años, mutilaciones sin sentido de ejemplares únicos y destrucción o ausencia de espacios verdes. Eso dio como resultado que las temperaturas en la ciudad de Buenos Aires se elevarán mucho más que en otros centros urbanos.
Por su parte, el biólogo, filósofo, investigador del CONICET y profesor de la Universidad de Buenos Aires (UBA), Guillermo Folguera, reflexionó sobre la falta de árboles en la Ciudad: “En esta política de la mutilación de árboles, sea desde el lugar de poda equivocada o de la extracción directamente, o sea desde el lugar de la pérdida de espacios públicos, que son tres elementos que están vinculados, hay que encontrar atrás de eso lógicas mercantiles y no solo ignorancia, que posiblemente también haya. Y lo que vamos a notar es la idea de un proyecto político que los gobiernos de la Ciudad de Buenos han impulsado que está vinculada a los negocios inmobiliarios y a la expansión poblacional sobre todo de un sector, que es el medio-alto o el alto, en pos de cualquier obstáculo. Y justamente los árboles son uno de esos obstáculos”.
Para demostrar que el plan del PRO para convertir a la ciudad en un desierto de cemento, Di Giacomo ejemplifica: “Lo que se ve con el Metrobus en las esquinas de Avenida 9 de julio y Avenida de Mayo demuestra lo mal que hacen todo. Ahí se convirtió en un páramo y ahí se podrían haber plantado árboles porque hay lugar. Y después, en otros lados, plantaron unos pobres árboles en unas especies de macetas de cemento que más que parecen bonsais, y no compensa lo que hemos perdido. Así como esto sucedió en la 9 de julio, también pasó en el Paseo del Bajo, donde sacaron 800 árboles añosos cuyos beneficios son irrecuperables. Y de los que plantaron nuevos, el 70% se secó. Esto se repite en toda la Ciudad de Buenos Aires”.
En ese punto, la titular de Basta de Mutilar (@bastademutilar en redes sociales) nuestro arboles aseguró: “La destrucción de árboles se acentuó durante las gestiones de Macri y Larreta. Antes era algo que sucedía de manera puntual. Tengo un recuerdo cuando se hizo el Alto Palermo Shopping, cuando sacaron los árboles de la vereda. En los 90, se llenaban los árboles con pasacalles y ahorcaban las ramas. Antes era esporádico. Pero a partir de 2010, durante el gobierno de Macri, se convirtió en una cuestión sistemática y reiterada”.
En tanto, sobre los proyectos inmobiliarios y su vínculo con los espacios verdes públicos, Folguera explicó: “A esa pérdida de árboles ya sea para la expansión de vías, la pérdida de espacios públicos para construcción de torres o por negocios de empresas a los que le pagan por cantidad de kilos cortados de lo que sea, también hay que sumarle que plantan arboles muy muy pequeños que están mucho más expuestos a que mueran. La última vez que plantaron árboles en Villa General Mitre, más de la mitad murieron. Y si a eso le sumás que no hay una estructura para el mantenimiento, se entiende que no hay solo desidia o ignorancia sino también grandes negocios detrás”.
Y completó sobre ese punto: “El árbol está pensado como un obstáculo en la Ciudad de Buenos Aires. Tendremos que trabajar diferentes paradigmas. Ahora estamos parados sobre un paradigma que está sostenido en la obra ingenieril y no en la obra que contemple el vínculo con la naturaleza. Y todo se resuelve de esa manera. El árbol quita 15 grados en la temperatura según un informe de los compañeros de Paraná. Si en el asfalto hace 50 grados, abajo de un árbol hace 35 grados. ¿Cómo lo resuelven? Con el aire acondicionado. Y la verdad es que esa no es una solución porque si todos ponen el aire acondicionado, la mitad de la Ciudad de Buenos Aires se queda sin luz, como pasó hace pocos días”.
Por su parte, Folguera analizó: “Creo que hay una cuestión de clase muy marcada en tanto los grandes sectores pudientes, en general, tienen cubierto los espacios verdes tierra adentro de sus propias propiedades. O bien en los countries, o en los complejos de edificios, o si no lo tienen en su vivienda cotidiana, lo tienen en sus vacaciones. Por eso hay una cuestión de clase bien marcada. No es casualidad que la pérdida de los espacios verdes sea de los sectores más humildes del país”.
En tanto, sobre el impacto en la Ciudad por la falta de árboles, afirmó: “Puede que se registren 5 o 6 grados más en esa ciudad, como vemos, y eso multiplica problemas por todos lados desde el consumo de energía eléctrica y el consumo de agua. Después hay una parte de la salud de la población que se ve afectada porque se generan condiciones de vida insalubres. Y después, en términos fundamentales, hay un deterioro en la calidad de vida muy marcado. ES algo que trato de subrayar porque muchas veces los problemas ambientales son cuestiones de vida o muerte. Si no llega el agua, se muere la población, o si le fumigan a una familia, se muere de leucemia. Sin llegar a ese dramatismo, el deterioro en la calidad de vida es una cuestión central en tiempos de crisis climática y es una pérdida de la calidad de vida muy marcada por clases sociales. Cuando hablamos de la pérdida del acceso al río, por ejemplo, eso no lo pierde el que tiene el yate en San Fernando, sino la familia que se toma el colectivo para ir hasta la Costanera y tirar la caña al agua. Ese proyecto de clase social hace que Buenos Aires sea un proyecto de clases altas para clases altas impulsados por ciertos negociados, en este caso, inmobiliarios. El proyecto de extractivismo urbano y los proyectos extractivistas en general están muy relacionados”.
Sobre las consecuencias sobre los distintos arboles, Di Giacomo contó: “La poda sistemática en la Ciudad además de ser una agresión para los árboles, provocarles enfermedades y acortar su expectativa de vida, nos quitan todos los beneficios. Y cuando uno cuenta que en la Ciudad de Buenos Aires hay 431.000 árboles, no sabe que lo que hay que contar es el follaje porque un tronco con unas ramitas arriba como se ven en todas nuestras calles y aún en las plazas y parques eso no cuenta como árboles. Lo que pasó es que por podas sucesivas, han perdido hasta el 80% del follaje que les corresponde según su edad. Así que los dos fenómenos de extracción y de destrucción por construcciones privadas y públicas, y la poda sistemática, no tenemos los beneficios de la arboleda de follaje frondoso que deberíamos tener y además dejar como legado para las generaciones venideras. Es algo muy grave”.
Por último, sobre el dictamen de la Justicia que prohibió la poda indiscriminada por el gobierno de Rodríguez Larreta, Di Giacomo relató: “En 2017, propusimos que se siguiera la Ley de Arbolado y de esa manera se cambiaría la política que actualmente se lleva adelante. El juez Scheibler, del Juzgado 13 Contencioso Administrativo, en julio de ese año dictó la medida cautelar. El Gobierno de la Ciudad apeló pero no le dieron lugar. Después hizo un recurso de inconstitucionalidad frente al Tribunal de Justicia que fue desestimado. Y la conclusión es que la medida cautelar siguió vigente. En febrero de 2021, el juez refrendó la medida y el gobierno volvió a apelar. Y pasó a la Cámara de Apelaciones, que se expidió en septiembre de 2021, dando la razón al fallo. El gobierno de la Ciudad volvió a apelar pero hasta ahora no pudo demostrar ninguna de sus justificaciones ni inventos. En la práctica no pueden tocar ningún árbol, que lo siguen haciendo, hasta que no cumplan con lo que pidió el juez. Lo que les pidió es que exista un registro con el informe de por qué se interviene cada árbol, hecho por personal capacitado y las imágenes del antes y el después de la intervención. Eso no lo tenemos. Por otro lado, se pide la ley del personal a cargo, pero los que llevan a cabo la poda no tienen ni un manual. A lo sumo les enseñan a usar la motosierra para que no se lastimen. El espíritu de la ley y de la acción de amparo no lo cumplen”.
En la actualidad, encontrar un pequeño bosque urbano en la ciudad es una tarea casi imposible. Y paradójicamente, la misma dirigencia que gobierna el distrito porteño desde 2007, que se jacta de construir bicisendas para luchar contra la contaminación y hasta la bautizó Ciudad Verde, es la misma que año a año se encargó de destruir a la naturaleza. Gracias al PRO, el distrito más rico del país es un verdadero horno. Los espacios públicos escasean, los negocios abundan y cada vez hay menos árboles. Buenos Aires ya no le hace honor a su nombre.