Carga con el karma de portar el mismo nombre y apellido que el represor y torturador que la semana pasada fue beneficiado por un fallo de la Corte Suprema de Justicia. Se llama Luis Muiña, igual que el hombre condenado en 2011 a trece años de cárcel por secuestros y torturas en el Hospital Posadas, en una causa donde además fue condenado Reynaldo Bignone.
El “otro” Luis Muiña nada tiene que ver con el represor, genocida y torturador. Desde 1984 supo que cargar con ese nombre no sería sencillo. Ese año leyó el libro Nunca Más, donde su homónimo ya aparecía mencionado. Varias décadas después, con la globalización y la aparición de Internet, ese nombre estaría al alcance de todo el mundo en Internet.
Luis Muiña fue condenado a 13 años de prisión. La semana pasada, la Corte lo benefició.
Muiña fue condenado en 2011 por secuestros y torturas en el Posadas. Los casos juzgados fueron cinco, pero los informes de organismos de Derechos Humanos hablan de treinta empleados desaparecidos en el hospital durante la última dictadura cívico militar. Seis días atrás, la Corte Suprema emitió un fallo donde aplicaba el beneficio del 2x1, por lo que sus días en prisión se contaron como dobles.
Para su homónimo, cargar con ese nombre se ha convertido en un estigma. Ni bien atendió a BigBang desde su casa en el barrio porteño de Caballito aclaró que nada tenía que ver con el hombre que recibió el beneficio de la Corte. “No tengo nada que ver con el torturador. Este tipo vive en Merlo, yo soy un jubilado”, relata. Días atrás, un diario publicó la dirección de su hogar, donde vive con su esposa. Desde entonces, varios personas pasaron insultándolo.
“Me decían genocida, pasaron con un auto, dieron varias vueltas. Me putearon de arriba abajo. En cualquier momento un tipo va a sacar un fierro y me va a matar”, dice Muiña. En la época en que su homónimo hacía interrogatorios bajo tortura, el “otro Muiña” tenía una imprenta en pleno microcentro. Esa empresa la tuvo entre 1977 y 2012.
Luis Muiña vive en Caballito y es homónimo del represor y torturador condenado en 2011.
Incluso, cree que podría afrontar problemas para salir del país. Por ahora, nunca intentó hacerlo, pero en los próximos meses tenía un viaje previsto a la Patagonia y pensaba cruzar a Chile. Sin embargo, ahora analiza si será prudente hacerlo: “Ahora tengo miedo, no sé si lo voy a hacer. Tenía reserva y todo, pero por ahí tengo algún problema”.
Pero además, el homónimo del genocida y torturador está tan en desacuerdo como la gran mayoría de los argentinos con el 2X1. “El fallo de la Corte Suprema es una barbaridad", sostiene. “Hace dos semanas hacían campaña para que no salgan los violadores y ahora salen los torturadores y los genocidas. No sé qué sentido tiene este fallo, yo tampoco sé mucho de leyes y jueces, pero me cae mal, es una cosa increíble”, analiza. Y remata: “No torturé a nadie”.