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Política

Daniel Arroyo: “Una parte de la población argentina vive más parecido al Siglo XIX que al Siglo XXI”

En diálogo con BigBang, el ministro de Desarrollo Social, Daniel Arroyo, adelantó cómo será el plan para crear 300 mil puestos de trabajo en la post-pandemia y detalló cómo será la reconversión del IFE en el Ingreso Universal.

03 Agosto de 2020 11:01
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En apenas seis meses de gestión, Daniel Arroyo ejecutó el 120 por ciento del presupuesto que el Ministerio de Desarrollo Social tenía previsto gastar en todo 2020. El COVID-19 lo puso al frente, junto a otros colegas del Gabinete de Alberto Fernández, de la administración de la crisis desatada por la pandemia de coronavirus, que provocará la mayor caída de la economía mundial en la historia reciente. En un extenso diálogo con BigBang, analiza el impacto de las medidas sociales adoptadas para paliar la crisis, adelanta la batería de iniciativas para la “post-pandemia” y desliza cómo podría ser la implementación del Ingreso Universal que reemplazará al Ingreso Familiar de Emergencia.

Arroyo, que al inicio de la cuarentena se vio envuelto en el escándalo por la compra de alimentos realizada por el Ministerio de Desarrollo Social - y que derivó en que fueran desplazados más de una docena de funcionarios - responde ante BigBang qué cambios se implementaron para evitar posibles futuros hechos de corrupción, y habló sobre el impacto de las medidas adoptadas por el Gobierno: ¿se pudo haber hecho más?

-En estos meses de cuarentena, más de la mitad del gasto destinado a la gestión de la pandemia es social, ya sea a través de la compra de alimentos, IFE, ATP u otras medidas. ¿Se llegó a cubrir la necesidad de la población más vulnerable o hay sectores que aún no recibieron asistencia?

Se cubrió, claramente, la necesidad de la población más vulnerable. Antes de la pandemia teníamos ocho millones de personas que recibían asistencia alimentaria y pasamos a once millones. Hay cuatro realidades: los que ya estaban en comedores, los que hacían changas y eventualmente iban a comedores, un tercer grupo de trabajadores informales integrados - el que hace durlock, el remisero, el tachero - que su vida tenía que ver con sus ingresos; y también un sector que tenía trabajo formal y sus ingresos cayeron a cero y terminaron en un comedor o un merendero. En un contexto crítico, con el IFE y la asistencia alimentaria logramos cubrir al conjunto de los sectores que tienen dificultades, que perdieron ingresos. Hay una gran red social con las organizaciones y las iglesias.

En términos presupuestarios, al 30 de junio ejecuté el 120 por ciento del presupuesto anual, de lo que tenía originalmente. Eso marca la necesidad, por un lado, y la prioridad de empezar por los últimos.

La situación social es crítica, pero la realidad es totalmente distinta al 2001”

-Describiste hace días que la situación era catastrófica. ¿Te imaginas un escenario igual, mejor o peor al de 2001?

La situación es distinta, en esencia porque todos aprendimos de 2001: hoy hay más Estado y más sociedad que en 2001. Antes de que llegara Duhalde al gobierno teníamos 200 mil personas con planes sociales; hoy la realidad es totalmente distinta. También se construyeron redes sociales a partir de 2001, no sólo las organizaciones  e iglesias, los clubes de barrio, las escuelas. El 2001 alumbró nuevos liderazgos sociales de gente que estaba en una cooperadora o una sociedad de fomento. Ahora también están surgiendo nuevos liderazgos de gente que fue al comedor comunitario y no se va a volver a la casa. Es muy distinta la realidad.

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-Decías que el Estado pasó de asistir a 8 millones con alimentos a asistir a 11 millones de personas. A esta altura de la cuarentena, donde tal vez la familia que tenía un ahorro la pudo llevar uno o dos meses pero ahora ya no puede, ¿no debería ser mayor la asistencia?

Nosotros estamos cambiando la composición. Desarrollo Social es 90 por ciento asistencia alimentaria y 10 por ciento trabajo. Apostamos a que para fin de año sea 50 y 50. El eje pasa por el trabajo, pusimos en marcha Potenciar Trabajo, queremos que en 2021 la reactivación sea impulsada por el empleo. Vemos cinco sectores productivos que son los de mano de obra intensiva, que van a mover el trabajo de los sectores más pobres: la construcción, la producción de alimentos, el textil, la economía del cuidado (va a haber un salto muy grande, van a cambiar los geriátricos) y el reciclado.

En esos cinco rubros vemos la reconstrucción. Aspiramos a crear 300 mil puestos de trabajo en los próximos meses, con un fondo para máquinas y herramientas, con créditos no bancarios, con mecanismos de formalización. Además, creamos el Renatep (Registro Nacional de Trabajadores de la Economía Popular) para que los trabajadores tengan aire para producir durante dos años sin pagar el monotributo. Son mecanismos que requirieron una inversión de 20 mil millones de pesos y apuntamos a crear 300 mil puestos de trabajo.

-¿O sea: ese plan de cinco ejes va a ser lo que va a permitir la generación de empleos “desde abajo”?

Sí, claramente. Vemos que la Argentina se reconstruye con tres pilares: Potenciar Trabajo, armando un esquema de ingresos de base y a través de la urbanización de los 4.000 barrios populares donde viven cuatro millones de argentinos, donde hay hacinamiento, falta de agua y servicios básicos. Esos tres pilares forman parte de la reconstrucción, combinan derechos y movimiento económico.

Las políticas de contención y asistencia social van a tener que continuar un tiempo largo".

-Hoy el IFE alcanza a casi 9 millones de personas. ¿El ingreso universal a cuántas personas va a llegar?

Argentina tiene entre 16 y 17 millones de familias, el IFE llega casi a nueve millones, cubre poco más del 50 por ciento de las familias. Todo está para analizar, no hay ninguna definición. Ahora se empieza a pagar el (tercer) IFE a partir del 10 de agosto. Hay una parte de los argentinos que se quedan sin ingresos y hay que sostenerlos. El ingreso de base tiene que estar vinculado al trabajo o la capacitación.

-¿Imaginás un esquema más parecido al que aplicó Estados Unidos, que mandó un cheque por 1.200 dólares; o más parecido a lo que hizo España, con una ley que establece cuál es la renta?

Son realidades distintas. El modelo europeo tiene un problema central que es el ingreso: España aplicó una renta mínima vital, algo parecido a nuestro salario mínimo vital y móvil. Nuestro problema no es sólo de ingresos, también es de trabajo y de acceso a servicios básicos. En España, Francia o Italia con los ingresos resuelven la dificultad. Hay una parte de la población argentina que vive más parecido al Siglo XIX que al Siglo XXI y hay una obligación de urbanizar.

El modelo norteamericano, si bien transfiere 1.200 dólares, lo hace de forma temporaria. Hay que construir una política de Estado, con un diálogo del que formen parte las cámaras empresariales, las organizaciones sociales y sindicales y los partidos políticos con representación parlamentaria. Veo muy cerca los consensos.

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-Cecilia Todesca dijo hace poco que el IFE sirvió para evitar que casi 3 millones de personas no cayeran en la pobreza. Si uno hace la cuenta e incorpora el tercer IFE que se pagará en agosto habrán sido 30 mil pesos en 140 días: alrededor de 200 pesos diarios. ¿Alcanza para paliar la crisis? ¿La asistencia no debió haber sido más?

La verdad es que fue un esfuerzo grande, se construyó algo que no existía en la Argentina: la posibilidad de llegar a nueve millones de personas. El IFE es para monotributistas categoría A, B, monotributo social y todo el mundo de la informalidad, que quedó demostrado que es muy grande. Hay que articularlo con la AUH y la asistencia alimentaria: antes de la pandemia teníamos la asistencia alimentaria en 5 mil millones de pesos y ahora son 14 mil millones de pesos, más los bonos para quienes perciben asignaciones sociales y el pago de la mitad del sueldo en el sector privado.

Por supuesto que hay que cubrir más, pero se generó toda una política de presencia del Estado que debe ser articulada con trabajo, por eso digo que la pandemia y la post-pandemia van de la mano. Está claro que la situación social es crítica, mucha gente bajó su ingreso, más allá de cuándo termine la cuarentena, las políticas de contención y asistencia social van a tener que continuar un tiempo largo.

-Eso es una cuestión estructural. La imposibilidad de llegar a nueve millones de personas de forma rápida y ágil demuestra las falencias que tuvo el Estado en las últimas décadas, que no logró ver a casi 10 millones de personas, más de la mitad de las familias, que ante un parate económico brutal quedan desamparadas.

La Argentina necesita cambios estructurales en el plano  social. No es tiempo de pequeños programas, sino de transformaciones de fondo. Si algo tiene de positivo la pandemia es que nos obliga a hacer cambios estructurales, profundos. Lo que hizo la pandemia fue visibilizar un problema serio de desigualdad, pobreza, de una parte importante de la Argentina que mira desde afuera.

-¿Vamos hacia un mundo con mayor presencia del Estado, con menos espacio para discursos de ultraderecha que reniegan del gasto social o tienen una mirada fiscalista de la economía?

Hay debates que se transformaron en abstractos: Estado vs. Mercado en la práctica es abstracto. Emmanuel Macron en Francia le da 1.200 euros a cada francés. Donald Trump, 1.200 dólares a cada norteamericano. No hay manera de construir el tejido social sin Estado. El rol del Estado se impuso por imperio de la necesidad. El modelo debe promover el desarrollo económico, la inversión privada, pero no hay forma de reconstruir semejante caída sin presencia del Estado. Quedó en abstracto, como el debate de derechos o trabajo en términos de la renta básica.

Vamos a un esquema de rebote económico importante".

Es imprescindible que las políticas de los gobiernos encaren acciones que generen capacitación y reingreso al mundo laboral. Vamos a un mundo donde pragmáticamente el Estado tendrá un rol significativo, que está claro que hay un rol determinante del sector privado en la inversión, pero no hay manera de equilibrar los tantos sin un rol activo del Estado que empiece a mover la economía desde abajo.

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-Uno puede imaginar en materia sanitaria que lo peor es lo que estamos viendo ahora. ¿En materia económica y social lo peor ya pasó, sobre todo teniendo en cuenta que no vimos el impacto mayor de cierre de empresas, fábricas, o los datos de la pobreza? ¿Pensás que va a aflorar una mayor crisis cuando el Estado empiece a sacar el pie de la batería de medidas con impacto social?

Vamos a un esquema de rebote económico importante, no espectacular. Así como hay una gran red social que sostuvo parte de la crisis, hay una gran red productiva. Hay gente que se reconvirtió en los barrios, empresas gráficas que editaban libros y empezaron a producir máscaras protectoras. La reconversión que se dio, más condiciones económicas desde el Estado, van a producir el rebote.

-¿Qué pensás del proyecto para el aporte solidario o impuesto a la riqueza?

Me parece necesario, requerimos una sociedad de más equilibrio. Se necesita un esfuerzo de quienes tienen ingresos más significativos. Ese esquema redunda en actividad económica, si parte del impuesto a la riqueza ayuda a la urbanización de los barrios es movimiento económico, implica empezar a mover la economía de abajo hacia arriba. El mundo va hacia ese lado.

-¿Ves a los grandes empresarios bancando la idea?

Creo que el impuesto a las grandes fortunas van a terminar teniendo consenso. Inexorablemente hay que ir por estas políticas de más equilibrio.

-Durante la primera etapa de la cuarentena hubo una denuncia por irregularidades en la compra de alimentos en el Ministerio. ¿Qué cambió para que no se repita?

Esa compra fue anulada, no se pagó, se suspendió. Generamos tres cambios: la secretaría de Comercio fija precios máximos; no se invita a un grupo, sino que se hace a través de la plataforma Comprar, donde hay entre 600 y 800 empresas, productores, pymes, de todo tipo. Y lo tercero fue la descentralización: antes de la pandemia impulsamos la tarjeta alimentaria, lo que ahora hacemos es hacer eso con los comedores. La Argentina tiene 2.200 municipios, las realidades son muy distintas, les transferimos fondos y es el propio comedor el que compra, es desarrollo local.

-¿Te da miedo que si hay que volver a endurecer la cuarentena en el AMBA sea de difícil cumplimiento por las propias necesidades?

Hay mucha conciencia en los barrios La cuarentena se cumplió de manera óptima. En los barrios conviven tres sensaciones: cansancio, angustia - mucha gente se quedó sin ingresos, le cambió el funcionamiento diario de la vida - y hay mucho temor a la circulación del virus. Todo el mundo sabe de gente que ha dado positivo.

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-¿Cómo es tu cuarentena? ¿Qué lees, qué ves, qué escuchás?

Tuve que hacer mi propio período de cuarentena por la reunión con (Martín) Insaurralde. Trato de leer cosas que no tengan que ver... Leer cuentos de fútbol (Arroyo es fanático de San Lorenzo), la forma de limpiarme la cabeza es engancharme con series que no tienen que ver con la cuestión política.