20 Julio de 2017 08:51
Mientras su estadía en Diputados tiende de un hilo por una posible expulsión por “inhabilidad moral”, Julio De Vido reapareció en la audiencia pública en el Congreso donde se debate sobre el daño ambiental que provocan las represas de Santa Cruz. Allí se mostró tajante en un breve diálogo con periodistas: "De ninguna manera voy a renunciar".
De Vido reapareció en el Congreso.
El ex ministro, presidente de la Comisión de Energía en diputados, se sentó en el Salón Azul junto a Guillermo Pereyra, senador neuquino y líder gremial de los petroleros. Allí escuchó la presentación de sus pares y luego subió al atril para brindar su discurso en el cual se mostró a favor de la construcción de las represas, a pesar de las denuncias por daño ambiental.
"Quiero destacar el impulso del presidente Kirchner para la concreción del proyecto, en el marco de un respeto al federalismo y de la misma manera los acuerdo que firmara Cristina en China para financiar esta obra", lanzó.
Tras su discurso, el cual tuvo una duración de poco más de 7 minutos, el ex ministró abandonó el salón y mantuvo un breve pero tajante diálogo con los periodistas presentes, quienes le consultaron sobre el intento de sus pares de expulsarlo de la cámara baja. "De ninguna manera voy a renunciar. Todo lo que expresé en el documento de ayer es lo único que voy a expresar".
Lo cierto es que la suerte de De Vido puede quedar echada el miércoles próximo, cuando la Comisión de Asuntos Constitucionales vuelva a debatir su expulsión en una sesión especial. Para que eso ocurra se necesitan dos tercios de los votos, una proporción que aún está en duda si se podrá alcanzar. Sin embargo el frente del ex funcionario es complejo.
De Vido podría quedar más cerca de su expulsión el próximo miércoles.
En rigor, la audiencia de hoy es la primera de dos multitudinarias reuniones públicas para debatir el impacto ambiental de la construcción de las represas Néstor Kirchner y Jorge Cepernic sobre el río Santa Cruz, que hoy está frenada por una cautelar.
De forma sutil, y elegante, De Vido marcó sus diferencias con el Gobierno en esas audiencias: se quedó a escuchar a Aranguren y su equipo, pero se levantó cuando tomó la palabra Bergman.