04 Marzo de 2019 08:52
La historia en Argentina de la familia del presidente Mauricio Macri es bien conocida; desde sus inicios humildes hasta los negocios multimillonarios que realizó con la denominada ¨Patria contratista¨. En el caso de su padre Franco se escribieron ríos de tinta sobre la acumulación de fortuna, lo que lo convirtió en mediados de los 90´ en el principal empleador del país.
Franco vio cómo su padre sufrió su lanzamiento político.
De Mauricio también se sabe de sus ambiciones políticas, de la presidencia de Boca, de la Jefatura de Gobierno de la Ciudad y de su posterior victoria electoral en las presidenciales de 2015. A su vez de varios negocios y problemas con la Justicia.
Pero lo que pocos saben es la historia del abuelo de Presidente, de cómo forjó una fortuna en Italia a principios del siglo XX pero que terminó quebrado por su incursión en la política. Giorgio Macri comenzó su carrera empresarial en San Giorgio Mateos, en la zona de Calabria, cimentado en dos aspectos centrales: la concesión de servicios públicos y la construcción.
La peripecias de su padre hicieron que no apoye la carrera política de su hijo.
Giorgio había heredado tierras y contactos de parte de su familia que le permitieron hacerse no sólo de la concesión del correo en la zona (¿les suena familiar?) sino que también formó parte de la expansión europea por África lo que le permitió generar muchos negocios con su constructora.
Tal y como pasó casi 60 años más tarde con su nieto, Giorgio decidió meterse en la política y fue uno de los creadores después del fin de la Segunda Guerra Mundial del Partido del Hombre común que se centraba en algunos puntos claves como su apolítica, el desprecio por el facismo y la queja por la cantidad de impuestos que se pagaban.
La familia Macri en Calabria.
Franco Macri, quien ese entonces acompañaba a su padre en cada una de sus aventuras, era el encargado de distribuir mediante el correo la propaganda política de su padre. Sin embargo, en pocos años todo terminó de la peor maneras; el Vaticano cerró una estratégica alianza con los Estados Unidos dentro del Plan Marshall y todas las expresiones políticas no tradicionales comenzaron a sufrir.
Al llegar a la Argentina lo esperaba un trabajo en la construcción.
Giorgio no fue la excepción y mientras veía como era despojado de sus privilegios partió hacia Argentina en 1946; tres años después, ya afianzado, trajo a su familia. A Franco lo esperaba un trabajo en la construcción dentro de la Sociedad Anónima de Obras Públicas (Sadop) que le consiguió su padre y que sería el primer paso hacia la construcción de una fortuna de más de U$D 700 millones.