¿Qué diferencias hay entre el acuerdo que firmó el presidente Alberto Fernández con el Fondo Monetario Internacional (FMI) y el que rubricó en 2018 el ex mandatario Mauricio Macri? ¿Son las mismas condiciones? ¿En qué se mejoró o empeoró? Una de las cuestiones troncales, revisando ambos documentos (que están publicados en la página del organismo) y de la que se habló durante los últimos dos años tiene que ver con la excepcionalidad.
En 2018, Macri consiguió que el FMI le diera un monto de USD 57.000 millones, que era mucho más de la cuota que le correspondía al país por el estatuto. La influencia del entonces presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, fue clave para eso. Incluso en la revisión que hizo luego el organismo, y que hace siempre en todos los préstamos, remarcó esa cuestión a modo de autocrítica.
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En las cuestiones centrales del acuerdo, que también se mantienen para el que consiguió Fernández, se pone énfasis en la reducción del déficit fiscal primario (sin contar los intereses), el nivel de las reservas del Banco Central, los pagos a acreedores externos y la reducción de la emisión monetaria.
Incluso, hay similitud en la retórica del mismo cuando se hace alusión al gasto social. Al igual que sucedió con Macri, en su comunicado el FMI indicó que no habrá recortes en programas de asistencia social debido a la situación en la que se encuentra el país. Eso mismo remarcó en el último acuerdo. Otra similitud.
En cuanto al primer punto, Macri paso de un déficit primario de 2,8% con el que cerró el 2018 a uno de 1,3% en 2019 para dejar un 0,2% en 2020. Tal y como sucedió con las intenciones del ministro de Economía, Martín Guzmán, de cara al 2021 cuando el déficit los primeros meses del año fue menor al que había pautado, el último año de Macri se cerró con un déficit primario de 0,44 casi un punto porcentual menos que lo que se había proyectado.
Nada lejos de lo tradicional para el FMI en sus programas. Ajuste, ahorro y procurar engrosar las cuentas del país para que luego pueda pagarle o tener un escenario para renegociar. Pero en este punto radica, según los números del acuerdo, la excepcionalidad que tuvo Fernandez. De un déficit de 2,5% en 2022 tendrá que avanzar a uno de 1,9% en 2023 y recién en 2024 se hace un salto a 0,9% para pasara a 0,4% en 2025 y llegar a o en 2025.
Es decir, que a diferencia de los acuerdos tradicionales que firma el organismo, Fernández consiguió que la mayor parte del ajuste tenga que llevarse adelante después de que culmine su mandato. Si el kirchnerismo duro remarca que el préstamo excepcional que recibió Macri era para intentar ganar las elecciones, las cifras que envió el Gobierno al Congreso para su tratamiento aparentan que el Fondo también quiere, de cara a 2023, darle una herramienta electoral a Fernández.
Tal y como contó BigBang el ajuste a las cuentas públicas provendrá principalmente por parte de los subsidios en donde el recorte que se tiene proyectado será la variable uno en el 2022 y en el 2023. Para avanzar con esto, se decidió implementar un sistema que actualiza el precio de las tarifas de luz, gas y agua con el indicador que arroja el Coeficiente de Variación de los Salarios (CVS) que toma el promedio de los ajustes salariales.
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Con ese número se calculará la suba dependiendo el nivel de ingreso de la persona. Si el usuario recibe tarifa social, por ejemplo, se tomará una suba del 40% del CSV mientras que si no la recibe pero no está en los deciles más altos de ingreso será del 80% del CSV. Las personas con mayores ingresos declarados, que se calculan en el 10% de los usuarios, tendrán que pagar la tarifa plena sin subsidios.