Las vigilias en la intersección de las calles Uruguay y Juncal se hacían eternas: la militancia se convocaba pasando el mediodía, los cánticos empezaban junto a la esperanza de ver, abrazar e intercambiar palabras con Cristina Fernández de Kirchner. Por esos días, el coqueto barrio de Recoleta parecía una fiesta: choripanes, música, canciones peronistas, mucha juventud demostrando apoyo a la vicepresidenta tras las operaciones mediáticas y judiciales (lawfare) que estaban a la orden del día.
Quienes estuvieron por esas noches de vigilia se acordarán que las calles se colmaron de la esperanza de ver a la vicepresidenta, darle un beso, una cartita, estrecharle la mano o cambiar alguna que otra palabra se hacían esperar. Miles de personas llegaban todos los días con ese deseo, el deseo de visibilizar que todo un pueblo la acompañaba en una de las horas más difíciles en la vida política de la dirigente.
Cada vez que volvía del Senado, de reuniones de gestión, de recorridas políticas, se hacía un cordón humanos entre militantes y curiosos para dar paso a Cristina. Allí algunos hacían sus sueños realidad: le tocaban las manos, la besaban, pedían autógrafos y el calor de la militancia popular llenaba de ternura y amor la mirada de la vicepresidenta.Sin embargo, esa felicidad iba a teñirse de miedo y desesperación. Pasaba una vez más: Cristina llegaba, el cordón humano se organizaba, llovían libros para autografiar; Cristina, atenta a todo se acercaba a saludar, y fue ahí que Fernando Andrés Sabag Montiel (35) le gatilló dos veces en la cara. Si la bala salía, su asesinato hubiese sido televisado en vivo y en directo. De milagro, la bala no salió. La vicepresidenta nunca se dio cuenta de lo ocurrido, cuando Sabag Montiel levantó el arma, tiró un libro y ella se agachó para levantarlo. Luego, siguió saludando.
Sin asustarse y un poco confundida por la situación, Cristina es escoltada hasta el interior de su casa mientras los mismos militantes y algunas personas de su seguridad privada evitaban que Sabag Montiel se escapara. Las imágenes empezaron a circular en todos los medios de comunicación, en medio de la cena de los millones de argentinos que veían expectantes la situación.
Los negacionistas no se hicieron esperar: algunos periodistas negaron que fuera real, otros ciudadanos dijeron que estaba armado y algunos llegaron a pensar que era un auto atentado. Sin embargo, con el pasar de los días se iba a esclarecer quiénes y cómo estaba organizado el atentado. En principio, se trató de instalar el discurso de que eran “unos loquitos sueltos”, pero a las claras se veía que era un grupo organizadísimo en el que Sabag Montiel era la punta del iceberg.
Se supo que Sabag Montiel estaba comandado por Brenda Uriarte que hace tiempo se venía planificando aquel disparo. Adentrándonos en la causa, se supo que ambos tenían una organización con la cual llevaban adelante la gestión y premeditación del magnicidio.
Han pasado 365 días desde que la causa sucedió y todavía no hay más detenidos que los anteriormente nombrados y todavía se investiga (con mucha lentitud) quiénes fueron los verdaderos encargados de sostener el armamento, los dólares, los contactos y las locaciones en las que se movían Uriarte y Sabag Montiel para poder planificarlo todo. Cristina Fernández de Kirchner está en manos de la jueza María Eugenia Capuchetti que, creer o reventar tiene vínculos muy estrechos con Juntos por el Cambio y los sectores de la derecha judicial más recalcitrantes.
El calor del pueblo con Cristina
Hoy es un buen día para ser peronista. En las redes sociales se sintió el fulgor y la pasión propias de quienes creen en la Justicia Social y, al parecer solo por hoy, las asperezas se liman para sostener viva la causa judicial que enfrentarían los acusados del femi magnicidio a la vicepresidenta.
El Presidente Alberto Fernández expresó muy sentido: “Cuando cumplimos 40 años de democracia, la Argentina debe preservar su institucionalidad. Parte de esa mejor institucionalidad exige que la Justicia deje de servir a ciertos poderes políticos y fácticos y se limite a hacer lo que debe hacer: impartir justicia”. Además, refirió que la causa avanza demasiado lentamente: “Dejando de lado pruebas determinantes para la investigación y dilatando toda indagación que permitiera conocer quiénes fueron los instigadores y autores intelectuales del hecho”, dijo también que el atentado “alteró la convivencia democrática”.
Distracciones, protagonistas oscuros y el disparo que no salió: a un año del atentado a CFK
El gobernador de la provincia de Buenos Aires Axel Kicillof fue contundente: “Un año de impunidad con un partido judicial que se ha dedicado a encubrir y no investigar este hecho, cuando sobran indicios y elementos para comprender cuál fue el mecanismo detrás de este acto”. Continuó: “Queremos una Argentina donde la justicia funcione para todos y todas y donde no se sigan promoviendo y fomentando los discursos de odio y de violencia”. Además expresó que no fue un atentado a una persona sino que “fue un atentado contra toda la democracia”.Claro que el arco más joven del peronismo también se expresó: Eduardo “Wado” de Pedro, ministro del Interior recomendó ver el documental “La bala que no salió y el fallo que sí saldrá”, haciendo referencia al título de la portada del diario Clarín un día después del atentado.
Juan Grabois por su parte, también recomendó material audiovisual hecho por su agrupación política en el que intenta desandar la causa judicial. El informe dura 20 minutos y es una explicación muy simple de la causa que se está llevando adelante implicando también a las figuras de la extrema derecha como Javier Milei y la de Patricia Bullrich.
Alicia Kirchner, amiga, confidente y cuñada de Cristina pero también gobernadora de la Provincia de Santa Cruz expresó: “A un año de impunidad seguimos reclamando justicia y garantías de seguridad para CFK. La violencia política y la arbitrariedad judicial atentan contra ella, y contra gran parte del pueblo argentino al proscribirla, restringiendo el derecho democrático de tenerla como representante”.
Julieta Strada, flamante directora de Banco Nación recordó una las frases más célebres de Cristina en contra del lawfare: “Esos mamarrachos que andan diciendo que la casta tiene miedo. De qué tiene miedo, si nunca te pasó nada hermano. ¿Qué me venís a joder con que te tenemos miedo? Acá no es casualidad que la única dirigente política que fue condenada, proscripta e intentada asesinar es una sola”.
El referente y dirigente del Movimiento Evita Fernando“Chino” Navarro también fue contundente: “La Justicia nos debe una investigación seria y efectiva sobre el intento de asesinato a CFK. Cuidar el orden democrático poniéndole límite a las expresiones extremas de odio debe ser un compromiso no solo de la sociedad, sino de los tres poderes republicanos”.