Si hubo una figura política que emergió en 2015, sin dudas, fue María Eugenia Vidal. La ex vicejefa de Gobierno pasó de ser una humilde candidata en la Provincia, que llegó para “no restarle” votos a Mauricio Macri, a ser pieza clave de la victoria de Cambiemos.
Vidal, en su año más intenso. La gobernadora que sorprendió a propios y extraños.
“Mariu” pasó de tener una imagen prácticamente desconocida y una intención de voto que no llegaba a los 10 puntos, en 2014, a transformarse en la mujer que consiguió más de dos millones de votos y desplazó a los históricos caciques del conurbano bonaerense. El “efecto Vidal” fue tal que, en el camino hacia el ballottage, Macri trabajó fuertemente para que ella lo acompañe, grabe spots y sea la cara visible de “Cambiemos”, incluso recorrió la Provincia y el Interior en las tres semanas que separaron la elección general de octubre a la segunda vuelta.
Vidal y Macri, un vínculo que creció a “tasas chinas” durante la campaña.
Como sea, el 2015 fue el año en que Vidal pasó de un incipiente conocimiento a ser una de las figuras políticas de escala nacional. Fresca, con un discurso compacto y con el empuje que le dio Macri, quien la apuntaló desde que ella tomó la decisión de pasar a la Provincia, fue creciendo.
La vida de Vidal también cambió. En enero paseaba por la costa con escasa repercusión: en el macrismo llegaban a deslizar que debería ir a una interna con Gustavo Posse, el intendente de San Isidro, o con Jorge Macri, el de Vicente López. Pocos creían que podía ser gobernadora. “Yo me tengo fe, sé que puedo ayudar a Mauricio, en un año (2014) recorrí más de 100 municipios”, decía Vidal entre sus íntimos.
Las recorridas junto al Presidente por cada rincón de la Provincia.
Con un pequeñísimo grupo de asesores, comenzó, a fines de 2013, a recorrer la Provincia de Buenos Aires. A su lado, su mano derecha, Federico Salvai, hoy ministro de Gobierno bonaerense, era el que la empujaba: le armó infinitas reuniones con vecinos, con dirigentes políticos y con intendentes.
La gobernadora comenzó con un pequeño equipo que se convirtió en su actual gabinete.
De a poco, su figura fue creciendo. Primero como una férrea defensora de la gestión de la Ciudad, luego, muchas veces en soledad, comenzó a crecer en el Interior de la Provincia. De la ruta 6 hacia el Interior.
Las recorridas eran sencillas: una casa de un vecino, un club de barrio o una ONG. Con la idea de cercanía, Vidal salía a “timbrear” las casas. De manera literal: ella, con un par de asesores, tocó timbres en el conurbano bonaerense. En algunas ocasiones, acompañada por el propio Macri, en otras con referentes locales del PRO. Enfrente el poderoso aparato del peronismo: intendentes, apoyados por el Gobierno nacional, salían a hacer campaña junto a los dos candidatos del FpV: Julián Domínguez y Aníbal Fernández.
Sencillez y diálogo con los vecinos, claves del éxito electoral de Vidal.
En silencio, Vidal comenzó a crecer en conocimiento. Para finales de 2014 ya se entusiasmaban sus asesores: “Mirá, ya está en más del 50%, es increíble como creció”, decían. La joven vicejefa se había transformado en una figura del PRO.
El gran salto
Pero sin dudas el salto lo dio en 2015. Su presencia mediática aumentó y comenzó a ser la “voz” de los temas bonaerenses del macrismo. Fue el propio candidato de Cambiemos quien la elogiaba cada vez que podía. Su crecimiento también tuvo un correlato en su propia vida: se mantuvo con una estricta dieta que, primero le había recomendado Alberto Cormillot, y luego a través de una de sus asesoras que puso a régimen a todo su equipo con una dieta hipocalórica.
La foto que más soñó: junto a Ramiro Tagliaferro, su esposo e intendente de Morón, y sus hijos.
Vidal se había comprado una bici fija que dejó en su casa de Haedo pero tener poco tiempo le jugó en contra: necesitaba sí o sí concentrarse en la dieta para adelgazar.
A mediados de año la figura de Vidal ya era comentario de toda la política. En silencio, construyó un vínculo personal con Elisa Carrió y dialogó con varios peronistas de peso, siempre en estricto secreto. Entre ellos, Eduardo y Chiche Duhalde.
Así, logró que, para el cierre de listas, tanto la UCR como la Coalición Cívica se abroquelaran detrás de ella. Jorge Macri, quien pretendía jugar en la interna, se bajó a pedido de su primo, y el camino quedó despejado.
Mauricio llamó a su primo y Jorge accedió al pedido. El camino estaba libre para Vidal.
Fruto de su amistad con el peronista del PRO, Cristian Ritondo, lo anunció como candidato a vice gobernador pero la ira de los radicales, encabezados por Ernesto Sanz, la obligó a cambiar. Así llegó Daniel Salvado como su compañero de fórmula: se conocieron el día que fue anunciado y que se sacaron una foto en la sede del Gobierno porteño. Ritondo no quedó afuera: hoy es el ministro de Seguridad bonaerense y uno de sus principales consejeros.
Ritondo, ministro de Seguridad provincial, tendrá la compleja tarea de reducir el delito.
La campaña hacia las primarias la encontró con su sonrisa permanente y con la idea de que “es el cambio” lo que crece. Con sus “mano a mano”, y sobre todo acompañada por Macri logró ser la candidata más votada en la Provincia con un porcentaje cercano al 30%. El FpV, sumado, la superó por casi 10 puntos pero a nivel dirigentes fue la más votada.
El camino a la victoria
El camino a octubre, sin dudas, fue el mayor desafío de su carrera política. Si bien estaba envalentonada por haber sido, de manera individual, la más votada, sabía también que enfrente tenía nada menos que al aparato del PJ. “Yo me tengo fe, la necesidad de cambio es muy impresionante, y yo, al igual que De Narvaéz en 2009 o Massa en 2013, soy un emergente de una nueva etapa”, repetía entre sus íntimos.
Siguió recorriendo la Provincia e incrementó su presencia en medios de comunicación. La estrategia, una vez que Aníbal Fernández se transformó en su rival, fue acrecentar esa diferencia de personas: “la bella y la bestia”; “ella o él”, y simpáticos memes que la mostraban como “lo opuesto”. “¿A quién le dejarías a tu hijo?”, preguntaba Macri en los actos circulares a los que iba con Vidal. “¿A quién le comprarías un auto usado? ¿A quién le pedirías que combata al narcotráfico?”, eran algunas de las preguntas que lanzaba el entonces candidato de Cambiemos.
La Gobernadora logró compenetrarse con el electorado.
Vidal intentó, sin suerte, debatir con Aníbal. Seguro de las encuestas que acercaban a la Casa Rosada, el candidato del FpV pensó que podía ganarle con el aparato. Sin embargo, las encuestas comenzaron a dar sorpresas: estaba arriba por entre 3 y 6 puntos en las que tenía el propio macrismo.
La inesperada derrota de Fernández en la provincia desarticuló al kirchnerismo de cara al ballottage.
“Es imposible, no hay corte de boleta en la Provincia”, contestaban en el kirchnerismo.
Lo cierto es que el día de la elección los primeros datos, después del mediodía, mostraban una sorprendente paridad. Luego, pasadas las 19 el jefe de campaña, Marcos Peña, le pidió a Vidal no dar a conocer ningún número. Por primera vez las mesas testigo, que habían debutado con éxito en agosto, mostraban una leve ventaja para “Mariu”.
La candidata no lo podía creer. Tomó su teléfono desde el bunker del PRO en Costa Salguero y llamó a su marido, y candidato a intendente de Morón, Ramiro Tagliaferro. “Me están diciendo que estoy arriba por cuatro puntos, ¿qué hago?”, le expresó a su marido cerca de las 21. “No hagas nada amor, tenemos que seguir contando los votos”, la intentó calmar desde Morón.
Vidal sube al escenario sin poder creer lo que ocurría: se convirtió en la nueva Gobernadora.
Ya cerca de las 23 la tendencia era irreversible: una joven de 42 años se había transformado en la primera mujer en llegar a la Gobernación y desplazó, con su candidatura a una generación de caciques: Cambiemos ganó en 64 de las 135 intendencias, un verdadero batacazo histórico.
Emocionada, flaca como pocas veces en su vida, y con una enorme sonrisa se abrazó a un Macri emocionado. Para el líder del PRO era un triunfo propio: él la eligió para ese lugar y siempre fue su “niña mimada”. Hoy había sido la gran figura.
Llegada al poder y déficit
Ya electa, Vidal no paró: si bien se tomó cuatro días con su marido y sus tres hijos, retomó las riendas de la campaña de Macri presidente y viajó con el candidato por toda la Provincia y en cuanto medio de comunicación fuese posible.
La herencia Sciolista: una Provincia con déficit fiscal y problemas estructurales.
Su figura ya había tomado relevancia nacional: hasta Cristina Kirchner la felicitó, aunque le quitó seis años (dijo que tenia 36).
La llegada a la gobernación bonaerense no fue sencilla: Daniel Scioli le dejó un déficit superior a los $10 mil millones. Para paliar esta situación, recibió, la segunda semana de diciembre, un desembolso extra de la Nación de $4.100 millones para pagar sueldos y aguinaldos. “La provincia está quebrada”, dijo cuando asumió el 10 de diciembre.
Hoy, con los inconvenientes de una gestión sciolista que dejó un tendal de deudas, intentará arreglárselas para salir de la coyuntura y empezar a cumplir sus promesas de campaña. Aquellas que la llevaron a ser una figura nacional y hoy una de las dirigentes más relevantes de la política nacional.