23 Enero de 2019 15:45
El 23 de enero de 1989, hace exactamente 30 años, un grupo de 70 militantes del Movimiento Todos por la Patria atacó el Regimiento de Infantería Mecanizada N° 3 de La Tablada, con el objetivo declamado de detener un supuesto intento de golpe de Estado que supuestamente estaba preparando el sector "carapintada" del Ejército, al mando de Mohamed Alí Seineldín.
Nunca se supo si tal "intento de golpe" existió realmente: algunos periodistas hablaron de una "cama" de los servicios de inteligencia, otros de un deseo del MTP de generar la ficción de un intento de golpe para justificar luego una insurrección popular. Lo cierto es que el combate en el cuartel duró aproximadamente 40 horas, que los militantes se habían rendido a las dos horas pero los militares que defendían el cuartel optaron por no ver las banderas blancas que exhibieron. Morteros, ametralladoras, cañonazos y hasta bombas de fósforo prohibidas por las convenciones internacionales fueron utilizados para la defensa del cuartel, en un acto absolutamente desproporcionado que según el entonces jefe de la policía Federal, Juan Ángel Pirker, se hubiera resuelto con "una compañía de gases".
Los cuatro desaparecidos de La Tablada.
El ataque a La Tablada fue, a la vez, la última operación de la guerrilla argentina y una masacre que dejó 33 muertos del MTP, 7 militares y dos policías. A su vez, cuatro integrantes del MTP permanecen desaparecidos: Francisco Provenzano, Carlos Samojedny, Iván Ruiz y José Díaz. A cargo de la represión estuvo el general Alfredo Arrillaga, luego condenado por varios crímenes de lesa humanidad durante la dictadura, y actualmente bajo prisión domiciliaria.
Aunque el presidente Raúl Alfonsín dijo haber estado a cargo -en su carácter de Comandante en Jefe del Ejército- del operativo de defensa del cuartel, algunos testimonios indican que los militares actuaron con completa autonomía y recién el 24 de enero, al día siguiente, Alfonsín tomó el mando. Así lo indica el libro La Tablada. A vencer o morir, La última batalla de la guerrilla argentina, de Felipe Celesia y Pablo Waisberg.
Los responsables del MTP fueron juzgados en tres juicios abreviados en los cuales, contrariamente a Derecho, no tuvieron la posibilidad de apelar. Raudamente recibieron condenas enormes, las más chica de 11 años y las máximas de prisión perpetua con reclusión por tiempo indeterminado. Algunos condenados lo fueron por portación de cara: el sacerdote franciscano Fray Antonio Puigjané, por ejemplo, pertenecía al MTP pero no estaba enterado de la operación, por lo tanto no participó, y ni siquiera estuvo de acuerdo con ella. Sin embargo, a él también le dieron 20 años.
El juez de la causa fue Gerardo Larrambebere; el fiscal, Raúl Pleé; el secretario del juzgado, un desconocido que con el tiempo se haría famoso: Alberto Nisman. Ya volveremos sobre su nombre. En 1997, la Comisión Interamericana de Derechos Humanos consideró que los militares y el Estado argentino eran responsables de desapariciones, asesinatos y torturas, y que además también era responsable de no haber juzgado ni condenado esos crímenes de lesa humanidad. Se denunció, por ejemplo, que Berta Calvo fue detenida con vida y luego asfixiada con una bolsa hasta su muerte.
A fines de 2000, los que aún permanecían detenidos iniciaron una huelga de hambre, duró más de 30 días y concluyó cuando el entonces presidente Fernando de la Rúa les conmutó las penas. El 21 de diciembre de 2000, mientras conversaba con su imitador, De la Rúa fue abordado en el programa de Marcelo Tinelli por un joven allegado a los detenidos. Fue aquel famoso día en que confundió la salida del canal, confundió el nombre de la esposa de Tinelli, etc.
El 10 de diciembre pasado, casi 30 años después de los hechos, comenzó el juicio por la desaparición de José Díaz, el primero que cumple con el mandato de la CIDH. El acusado es el general Arrillaga. Durante ese juicio, el militar César Ariel Quiroga, que conducía una ambulancia dentro del cuartel, fue presentado como testigo de la defensa [es decir, de Arrillaga] y terminó dando una enorme sorpresa cuando dijo que lo habían obligado a firmar una declaración que nunca había hecho. Para que se entienda en qué consistía la declaración fraguada, que Alberto Nisman hizo constar como real, se reproduce aquí un párrafo del Diario del juicio, que llevan a cabo los medios alternativos La retaguardia, FM LA Caterva y la Agencia Paco Urondo.
"Ese relato que firmó y hoy desmintió es la versión oficial del ejército que sostiene que José Díaz e Iván Ruiz fueron capturados y subidos a la ambulancia que Quiroga manejaba y que fue él quien se los entregó a Esquivel, que luego apareció muerto. La coartada que sostuvo el militar Jorge Eduardo Varando hasta su muerte, fue que Ruiz y Díaz asesinaron a Esquivel y escaparon del regimiento. Quiroga comenzó su relato con una aparente normalidad hasta que dijo: "Esto que conté es lo que yo viví, porque el resto de las cosas que dice la declaración yo nunca las viví. Me engancharon ahí porque yo tuve movimientos dentro del cuartel. Ahí dice que yo me encontré con un tal Mayor Varando. No lo conocí. No transporté a ningún subversivo. Yo nunca tuve contacto con un subversivo", sorprendió Quiroga, que dejó la fuerza hace 3 años.
"Hay que hacerlo por la institución", dijo que le respondió oficial auditor Teniente González Roberts cuando Quiroga le aseveró que él no había declarado lo que veía escrito.
Se esperaba que Quiroga ratificara los dichos que figuran en el expediente como su declaración de agosto de 1990, tomada en el juzgado de Morón que dirigía Gerardo Larrambebere, con la secretaría en este caso de Alberto Nisman. Hoy, como testigo en la causa que investiga el asesinato de José Díaz, indicó que fue presionado para firmar una historia que nunca vio. "Me dieron dos hojas dijeron que era un trámite que tenía que hacer por si en algún momento alguien reclamaba algo", explicó y mostró las copias que le entregaron en aquel momento, que ahora son parte del expediente y serán sometidas a peritaje según anunció el presidente el TOF Nº4 de San Martín, Matías Alejandro Mancini. "Lo firmé por mi poca edad, porque hacía poco tiempo que estaba en la institución, por presión y por miedo", agregó Quiroga.
Nisman en los 80: secretario de Larrambebere y acusado de ocultar datos.
En la declaración que realizara ante Alberto Nisman este sargento de por entonces 24 años decía haber llevado a dos civiles heridos en su ambulancia (que respondían a las descripciones de José Díaz e Iván Ruíz, quienes hoy continúan desaparecidos) y se los había entregado al Suboficial Raúl Ricardo Esquivel, que murió aquel día en La Tablada. Así, la versión oficial intentaba cerrar los caminos para investigar qué pasó con 2 de los 4 integrantes del Movimiento Todos por la Patria que permanecen desaparecidos. Ruiz y Díaz aparecen en filmaciones y fotografías rindiéndose sin presentar resistencia. "
En otras palabras, de acuerdo con el relato de este testigo, totalmente ajeno a los miembros del MTP, Nisman suscribió una declaración fraguada con el objeto de hacer pasar como "escapados" a dos militantes desaparecidos que ya se habían rendido. Que es lo mismo que decir: con el objeto de garantizar la impunidad de dos crímenes.