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Política

El desafío de Larreta: mudar a los que viven al borde de la Illia

Son 1.200 familias que moran al filo de la autopista, y que serán relocalizadas a un complejo que se comprará a YPF. En la mudanza intervienen factores económicos y sociales, como el deseo de continuar en el lugar.

12 Agosto de 2016 03:27
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Horacio Rodríguez Larreta encaró uno de los desafíos más importantes de su gestión al frente de la Ciudad: urbanizar la villa 31. En este complejo proceso en el que se deberá lidiar con diversas problemáticas sociales, el gobierno porteño tendrá que resolver la situación habitacional de un nutrido grupo de 1200 familias que pasan sus días en el bajo de la autopista Illia.

El proceso de urbanización comenzó y con él, una serie de desafíos para Larreta. 

La relocalización de los vecinos comenzará una vez que la Ciudad le compre a YPF unas 8 hectáreas que la empresa estatal posee en el barrio, en paralelo a la avenida Ramón Castillo. Se trata de unos viejos galpones que serán demolidos para dar lugar a las más de 1000 viviendas que recibirán a las familias que hoy ponen en riesgo su vida a metros de la autopista. La operación demandará la inversión de unos US$ 9 millones.

Sin embargo la mudanza de las familias no será una cuestión sencilla y el gobierno porteño lo sabe. Tiene experiencia en este tipo de historias, como el caso de las familias que aún habitan a la vera del Riachuelo, en el Camino de Sirga, en la villa 21-24, las cuales debieron haber abandonado el lugar hace tiempo.

Es cierto que en ese proceso el macrismo tuvo fuertes encontronazos con el gobierno de Cristina Kirchner y ACUMAR, las tres patas que debían retirarar a las familias de las contaminadas tierras y que nunca articularon procesos de trabajo conjuntos. De cualquier forma, aunque buena parte ya dejo el lugar, muchos continúan allí.

Una de las prioridades será relocalizar a los vecinos que habitan el bajo autopista.

Es que en el proceso de relocalizar una familia no es una materia fácil de aprobar. Muchas personas no quieren abandonar la villa porque se sienten identificadas con el lugar y en reiterados casos dudan de las promesas de los gobiernos de turnos. 

En el caso de los vecinos que viven a metros de la Illia, las condiciones de habitabilidad son alarmantes, tal como pudo comprobar BigBang en una recorrida por la zona. En ese sentido, el gobierno porteño presentó el plan para la construcción de una nueva autopista, cuya traza se moverá hacia los terrenos ferroviarios. El antiguo corredor se convertirá en un parque en altura.

El parque en altura de la nueva autopista Illia. 

Para que los vecinos dejen el bajo autopista, la Ciudad prepara un plan de créditos sociales del Instituto de Vivienda de la Ciudad con una baja tasa. Con esta propuesta aspiran a seducir a los vecinos para que dejen la zona y se conviertan en propietarios de su vivienda, en sintonía con el objetivo de entregar títulos de propiedad en toda la villa, una vez que la urbanización finalice. Todo el proyecto está bajo el ala de Diego Fernández, Secretario de Integración Urbana y Social.

La nueva autopista deberá estar finalizada antes de 2019. 

En los procesos de mudanza, resulta complejo establecer cuáles son las zonas más afectadas, y quienes de los grupos familiares deben tener prioridades a la hora de entregar las nuevas viviendas. En este sentido será vital la tarea de los trabajadores sociales que deberán estar en contacto permanente con los vecinos.

La vieja Illia se convertirá en un pasador verde 

La obra sobre la Illia es tal vez uno de los puntos más cuestionados del proyecto que busca convertir a la villa en el barrio 31. ¿Es necesario construir una nueva autopista? Larreta fue tajante: “Invertir en espacio público es fundamental. La Organización Mundial de la Salud recomienda entre 10 y 15 metros cuadrados por habitante. En la 31 hay 0,3 m2”, explicó.

En total el plan demandará un costo total de $6.000.000.000, dinero del que difícilmente el gobierno porteño pueda disponer. Para ello trabaja en un crédito internacional del Banco Mundial y otro del Banco Interamericano de Desarrollo. Del éxito de estas gestiones depende la viabilidad del proyecto que ya se anunció con bombos y platillos.