09 Abril de 2025 08:23

En medio de un escenario financiero internacional más turbulento que un tango en plena tormenta, el Gobierno libertario y el Fondo Monetario Internacional (FMI) anunciaron el martes a última hora lo que suena a "tregua técnica": un nuevo acuerdo de 48 meses bajo el paraguas del Servicio Ampliado del Fondo (EFF), por nada menos que 20.000 millones de dólares. La cifra equivale al 479% de la cuota del país en el organismo y representa una jugada ambiciosa, por llamarla de alguna manera, en una partida donde la inflación, las reservas en declive, el Riesgo Pais por las nubes y el dólar siempre parecen tener la última palabra.
El flamante "staff-level agreement" fue oficializado con el tono sobrio y críptico al que ya nos tiene acostumbrados el Fondo, reconociendo los "impresionantes avances iniciales" del gobierno en estabilización económica gracias a una "sólida ancla fiscal" que habría traído desinflación veloz y tímida recuperación social. "El acuerdo se basa en los impresionantes avances iniciales de las autoridades en la estabilización de la economía, respaldados por un sólido ancla fiscal, que está generando una rápida desinflación y una recuperación de la actividad y los indicadores sociales", indicó el organismo a través de un comunicado.
Y agregó: "El programa respalda la siguiente fase de la agenda de estabilización y reformas de Argentina, cuyo objetivo es consolidar la estabilidad macroeconómica, fortalecer la sostenibilidad externa y generar un crecimiento sólido y más sostenible, a la vez que se gestiona el contexto mundial más complejo". Pero no hay que emocionarse: los detalles del pacto siguen guardados bajo siete llaves y aún resta el visto bueno del Directorio Ejecutivo, que podría sesionar antes del fin de semana si no hay sorpresas de último momento.
Mientras tanto, el mercado financiero local -siempre más ansioso que laburante esperando su aguinaldo- especula con que la letra chica del acuerdo se revele antes de la votación, como viene ocurriendo en otros programas de "urgencia FMI-style" en países como Grecia, Ucrania o incluso la Argentina versión 2018 y 2022. Pero por ahora, ni el Fondo ni el Gobierno dan mucho más detalles de lo que está por venir. Y no es que no haya urgencias: el Banco Central cerró este martes con reservas brutas por apenas USD 24.600 millones, una cifra que parece cada día más flaca, sobre todo con un riesgo país que no baja del umbral psicológico de los 1.000 puntos.
Es en ese contexto que se espera que el primer desembolso, todavía sin monto confirmado, llegue apenas el directorio apriete el botón de "aprobar", como sucerdió en ocasiones anteriores. Detrás de bambalinas, las versiones y las lecturas abundan. Según Adcap Grupo Financiero, el Gobierno estaría cediendo finalmente a las presiones del Fondo para tocar el tipo de cambio, un tema siempre sensible en la política argentina. La Fundación Mediterránea, en tanto, advirtió sobre un "conflicto no saldado" entre sostener la calma hasta las legislativas de octubre sin alterar la política monetaria, y la exigencia del Fondo de garantizar acumulación de reservas reales, no ilusorias.
A eso se suma otro dilema: ¿usar todos los dólares del acuerdo para rescatar Letras Intransferibles -ese infame invento contable que duerme en el balance del BCRA- o dosificarlos para evitar un efecto aspirina que calme hoy pero no cure mañana? La idea de reforzar rápidamente las reservas gana adeptos en el Palacio de Hacienda, sobre todo con los mercados oliendo sangre en el agua. El comunicado del FMI, breve pero cargado de entrelíneas, dejó en claro que esta es apenas la primera estación de un viaje que promete ser largo: estabilización macroeconómica, sostenibilidad externa, crecimiento robusto, y todo eso mientras se navega un contexto internacional cada vez más bravo. El telón aún no cayó, pero la escena final se avecina. Y como siempre, en la Argentina, el suspenso económico no descansa.