Con la presencia del presidente Alberto Fernández, de tres ministros ( el de Educación, Nicolás Trotta; el de Cultura, Tristán Bauer; la de Justicia y Derechos Humanos, Marcela Losardo) y de la flamante directora, Natalia Porta López, el gobierno anunció el regreso del Plan Nacional de Lecturas, el programa educativo-cultural más antiguo de la democracia argentina, que arrancó durante la presidencia del doctor Raúl Alfonsín y fue desactivado durante las gestiones neoliberales de Carlos Menem y de Mauricio Macri. “Este Plan busca volver a poner un libro en la mano de los chicos, volver a hacer que sus padres les cuenten los mejores cuentos y volver a entender lo valioso de la lectura y del que escribe", dijo el presidente en un acto realizado en el Museo de la Casa Rosada, ante la presencia de unos cuantos escritores, a saber: Alejandro Dolina, Juan Sasturain, Claudia Piñeiro, Marcelo Figueras, Gustavo Nielsen, Sergio Olguin, Guillermo Martínez, Mempo Giardinelli, Enzo Maqueira, Eugenia Almeida, Darío Sztanjraiber, entre otros; de representantes de los gremios docentes como Sonia Alesso y Roberto Baradel, y de directores o altas autoridades de editoriales varias, de la Cámara Argentina del Libro y de la Fundación El Libro. Claudia Piñeiro y Eugenia Almeida estuvieron sentadas en la mesa junto a los funcionarios, leyendo textos (Piñeiro un poema de Borges; Almeida un microrrelato de Pia Barros).
Según explicó Trotta, una de las intenciones del programa es que los alumnos de las escuelas primarias lean un relato diario durante los 180 días calendario que dura la cursada en las escuelas primarias. Trotta contó también que el 70 por ciento de los menores en situación de vulnerabilidad económica “no han tenido la posibilidad de que alguien les lea un cuento” y que el espíritu del proyecto es “garantizar el efectivo derecho a la lectura como herramienta para democratizar el conocimiento”. Tanto Trotta como Natalia Porta López explicaron que el plan estará listo para el mes de febrero, y que entre tanto se formará un consejo asesor con miembros de la comunidad educativa, escritores y editores que definirán colecciones, texto y obras que integrarán el plan.
Antes de su implementación habrá una Encuesta Nacional de Lectura que permita determinar los hábitos de lectura de los argentinos. Más allá de la importancia educativa y cultural, el plan representa un estímulo para una industria editorial devastada, a la cual el Estado volverá a comprarle libros de manera masiva.
Porta López puso énfasis en la promoción de la lectura "literaria" y no necesariamente utilitaria entre los chicos, en la invitación al disfrute de la literatura. La flamante coordinadora del Plan le reclamó al presidente la reactivación del Plan de Bibliotecas Escolares, y lo comprometió a participar en alguna jornada de lectura.