Jorge Julio López lleva 3995 días desaparecido. La última vez que se lo vio fue el 18 de septiembre de 2006, después de declarar ante el Tribunal Oral Federal N° 1 de La Plata contra Miguel Etchecolatz, el genocida condenado a cinco perpetuas por crímenes de lesa humanidad durante la última dictadura militar, que el sábado al mediodía sufrió un accidente cerebro vascular en el penal de Ezeiza. “Se va a morir como Videla, bajo un siniestro pacto de silencio”, lamenta Rubén Eduardo, hijo del albañil desaparecido.
Jorge Julio López permanece desaparecido desde el 18 de septiembre de 2006.
López nunca llegó a escuchar la histórica sentencia contra el hombre que lo había secuestrado y torturado. Era la primera vez que la Justicia argentina utilizaba la figura de “genocidio” en un fallo y, en simultáneo, la pregunta que al día de hoy todavía no tiene respuesta comenzó a circular por los pasillos de los Tribunales: “¿Dónde está Julio López?”.
Etchecolatz sufrió un ACV el sábado en el penal de Ezeiza.
En efecto, Etchecolatz sumó otra sentencia a perpetua un día después de la desaparición del albañil retirado. En total, quien fuera la mano derecha del siniestro Ramón Camps -Jefe de la Policía bonaerense durante el Proceso- ya acumuló cinco condenas por homicidios, torturas, secuestro de bebés y privaciones ilegítimas de libertad. Pero nunca se quebró, ni mostró remordimiento. “Me tocó matar y lo haría de nuevo. Luchamos contra insectos foráneos”, fue la defensa del hombre que hace recién hace quince días fue desafectado de la Policía y que, al firmar su baja, se definió como un “prisionero de guerra”.
La declaración de López contra Etchecolatz
Es una de las pocas personas que podrían aportar datos sobre Clara Anahí, la nieta de una las fundadoras de Abuelas, “Chicha” Mariani.
El siniestro papel que sostuvo en 2014 durante la lectura de otra de sus condenas.
Sobre sus espaldas carga, además, el peso de ser el principal sospechoso de la desaparición de López, en especial después de que se lo viera sostener, cual siniestro amuleto, un papel con el nombre del albañil y la sentencia: “Secuestrarlo”, durante la lectura de otra de sus condenas en 2014.
Rubén Eduardo, el hijo de López, quiere que el represor hable antes de morir.
Etchecolatz no habló y tal vez nunca lo haga. Su salud parece deteriorarse a pasos agigantados. Tiene 88 años, tres menos que la cantidad de personas a las que torturó según los fallos judiciales. Sus secretos siguen siendo aún una tortura para los familiares de sus víctimas. “Se va a morir sin decir en dónde está Anahí, dónde está mi viejo, si es que tuvo alguna participación. Todos los genocidas se hermanaron en este pacto de silencio, es la parte final del plan sistemático de desaparición”, denuncia Rubén.
Etchecolatz es uno de los pocos que puede decir dónde está Anahí, la nieta de “Chicha” Mariani,
El genocida permanece internado en el Hospital Interzonal General de Agudos Doctor Alberto A. Eurnekian. Según trascendió, se encuentra consciente y fuera de peligro. Aguarda que la Justicia defina si le otorgará o no la prisión domiciliaria. “Ya se la dieron en cuatro de las cinco perpetuas que tiene. Queda sólo una y seguramente se la van a dar, porque lo tiene que resolver la misma Cámara que ya le otorgó las anteriores”, lamenta.
"Se va a morir sin decir en dónde está Anahí, dónde está mi viejo
Pero todavía hay una causa que aguarda ser elevada a juicio y esta sería la carta de la defensa de sus víctimas para mantenerlo tras las rejas. Un deseo que llamativamente comparten sus torturados y los propios hijos del represor, quienes no sólo se cambiaron el apellido, sino que además marcharon en contra del polémico fallo de la Corte Suprema del 2x1.
Del pedido por López al reclamo por Santiago Maldonado
El reclamo por la aparición de Santiago Maldonado, el joven que se “esfumó” de la faz de la tierra hace 28 días durante un operativo que llevaba adelante la Gendarmería para desalojar a la comunidad mapuche Pu Lof de la estancia Leleque, es una de las banderas que también levanta Rubén. Conoce como nadie el sentimiento de desamparo que atraviesan hoy los familiares del artesano de 28 años.
Rubén también se sumó al reclamo por la aparición con vida de Santiago Maldonado.
“Pedir por Santiago es también pedir por mi papá. Estamos hablando de una desaparición forzada en democracia. Yo también me pregunto: '¿Dónde está Santiago?'”. La militancia política es una de las cosas que lo ayuda a seguir adelante, pese a cargar con la incertidumbre de no saber en dónde está su padre. “La actividad social me ayuda, sino me volvería loco”.
El joven de 28 años desapareció el primero de agosto durante un operativo de Gendarmería.
Rubén también cuestionó el accionar del Gobierno nacional con respecto a la investigación y diferenció el acompañamiento que él sintió por parte de la administración de Néstor Kirchner. “Él se subió a una tarima y pidió por mi papá. Acá no pasa lo mismo. Mi viejo no está y entiendo que es parte de un proceso que se comenzó en 2003, pero un proceso necesario”, destacó en alusión a la reapertura de los juicios de lesa humanidad.
La dura postura de la hija de Etchecolatz: “Espero que no salga nunca más en libertad”
“Espero que no salga nunca más. Es un ser infame, no un loco, alguien que le importan más sus convicciones que los otros, alguien que se piensa sin fisuras, un narcisista malvado sin escrúpulos”, fue una de las primeras declaraciones de su hija Mariana, quien dio su primera entrevista a la revista Anfibia tras cambiarse el apellido. Lleva 32 años sin verlo. La última vez que lo hizo fue durante una breve visita en 1985 al penal de Magdalena. “Qué vergüenza estos zurdos, lo que me hicieron”, fueron las últimas palabras que escuchó de aquel hombre al que no llama “papá”.
Mariana, hija del represor, se cambió el apellido por Dopazo y repudia a su padre / Gentileza: Página 12.
Rubén leyó conmovido la entrevista en la que Mariana revela los detalles de la dura infancia que vivió como “hija de un padre genocida”. Y, aunque nunca se pusieron en contacto, espera con ansias la posibilidad de algún día poder juntarse a tomar un café con ella. “Me encantaría. Todavía no se dio. Me conmovió mucho su relato”, reconoce.
"No es ningún viejito enfermo, simula todo -advirtió la hija de Etchecolatz
La desaparición de López tampoco pasó inadvertida por Mariana. “Me angustié desesperadamente con lo de Julio López. Me temo que aún sigue sosteniendo poder desde la cárcel, no es un ningún viejito enfermo, lo simula todo. Todavía hay gente que piensa que fue alguien íntegro porque 'nunca robó nada'. Como si eso lo exculpara de los crímenes aberrantes que cometió”.
Mariana junto a Etchecolatz: "Ya no le permito ser mi padre".
“Hay que entender que ellos (los hijos de los torturadores) también fueron víctimas. Muchos represores eran igual de malos con los detenidos, que con sus hijos”, remata Rubén.