El escándalo del Vacunatorio VIP en el Ministerio de Salud le generó a la administración de Alberto Fernández la, hasta ahora, crisis de mayor peso político que tuvo que afrontar. La forma de salir de escollo, además del cambio cabeza en la cartera con la salida de Ginés González García y el ascenso de Carla Vizzotti, fue la de acelerar el operativo de vacunación.
Día a día, el promedio a nivel nacional aumenta al punto tal de que durante la semana pasada se duplicó el promedio de vacunas. De 15.000 dosis diarias se pasó a 31.194, según la estadística oficial. Sin ir más lejos, el jueves pasado se aplicaron 162.312 y el viernes la cifra estuvo en 139.406.
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Pero en algunos pasillos de la Casa Rosada esto no es motivo de festejo, sino todo lo contrario. El aumento en la velocidad en la vacunación tiene su contraprestación en el stock del cual dispone el Ejecutivo. A este ritmo, según calcularon fuentes oficiales, Argentina se quedarían sin dosis disponibles en dos semanas.
Al cierre de esta nota ya se distribuyeron las últimas dosis de la Sputnik V que habían llegado. El total de aplicaciones era de 2.404.194 sobre 3.818.465. La cifra demostraría que todavía quedan más de un millón y medio, con las que se comenzaron a distribuir hoy. Pero los saltos en la cantidad de vacunados vienen siendo exponenciales. Sólo para tener en cuenta: el primero de marzo fueron vacunadas 69.653 personas y ese número pasó a 100 mil dosis más en sólo dos semanas, aumento de casi el triple en cuestión de días.
Eso a priori no sería un problema, debido a que evidenciaría velocidad en la vacunación, sin embargo hay quienes dentro y fuera del círculo intimo del Presidente opinan diferente. Uno de ellos, ya desde el llano y pensando su futuro, es el propio Ginés. En diferentes charlas que tuvo remarcó que es un problema quedarse sin dosis por lo que significa en términos políticos. El planteo es simple: sin dosis de reservas, la posibilidad de que la oposición siga manteniendo en agenda el Vacunatorio VIP es mayor.
A eso se le suma la problemática de cortar el operativo de vacunación y el esfuerzo logístico que implicaría volverlo a poner en marcha una vez que se corta. Nuevamente el Gobierno enfrenta la carrera contra el tiempo en una pandemia en la que, además, el verano en Argentina deja un piso más alto de contagios que el europeo, ergo de no haber modificaciones la segunda ola tendrá mayor intensidad en el país.
Sin noticias de las negociaciones de la asesora presidencial Cecilia Nicolini en Rusia para nuevos embarcos de la Sputnik V. Con AstraZeneca inmerso en una disputa en Europa por un lote de vacunas que genera dudas -y por ende no se tienen novedades de las 580.000 dosis que debían haber llegado durante la primera quincena-; todas las esperanzas están puestas en el las tres millones de dosis de Sinopharm, que está recomendada para menores de 60.
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Esas dosis, que ya se empezaron a aplicar en el país, deberían empezar a llegar esta semana, pero ni desde la Casa Rosada como tampoco desde Aerolíneas Argentinas se arriesgan a decir una fecha puntual. “Marzo iba a ser un mes complicado, lo sabíamos. Como también que no depende de nosotros el plazo de la entrega”, explicó una alta fuente oficial. El problema de la entrega de dosis es transversal. Todos los países del mundo reciben menos de lo que habían firmado.