24 Marzo de 2016 12:45
El ex marido de Vidal e intendente de Morón participó esta mañana de una carrera organizada por la Asociación Seré, que año a año conmemora a los muertos en el centro clandestino homónimo de Castelar. Ramiro Tagliaferro, vivió momentos incómodos al ser recibido por un grupo de manifestantes con remeras que decían: "Macri, los derechos humanos no son un curro".
La organización Mansión Seré en plena carrera.
La inscripción en las remeras se realizó en alusión a las pintadas macristas aparecidas en plena campaña electoral con la leyenda "El 22 se termina el curro", haciendo referencia a las políticas de derechos humanos implementadas por el gobierno de Cristina Fernández de Kirchner.
El ex centro clandestino de detención y las pintadas macristas.
En esa ocasión, ya previó al ballottage, políticos y personalidades del mundo artístico alzaron su voz en contra de estos graffitiEl Es.
Los graffities fueron hechos antes del ballotage de noviembre.
Esta vez fueron los deportistas y el público que participaron de la carrera que se hizo en el marco de la "Semana de la memoria y la vida" quienes se alzaron en contra de las pintadas macristas. Pero la incomodidad de Tagliaferro continuó cuando en el escenario montado para la ocasión tuvo que condecorar a un corredor discapacitado que quería manifestar su descontento con respecto a los graffities.
Con los micrófonos apagados se pudo ver como el corredor muy disgustado hablaba con parte de la organización y el Intendente. Aunque debajo del escenario nadie entendía bien que pasaba, cuando el participante tomó el micrófono llegó a explicar que nunca le había pasado que no lo dejaran hablar.
La Asociación Seré conmemora todos los años a los muertos en el centro de detención clandestino.
"Lo que venimos siempre a esta carrera sabemos a que venimos y porque venimos acá", dijo enojado. "Este premio se lo dedicó a la asociación Feré que son luchadores", siguió. "No era tan difícil que yo dijera esto. Siempre me dejan hablar en todas las carreras y parece que hoy me lo niegan", relató. En ese momento Tagliaferro miraba al piso y a los costados sin saber que hacer, mientras todos aplaudían. Finalmente terminó adheriéndose al aplauso generalizado.
De la carrera participaron una centena de vecinos.
Entre 1977 y 1978, la mansión o quinta Seré que había pertenecido a un inmigrante vasco francés, funcionó como centro clandestino de detención de la Fuerza Aérea, el cual contaba con asistencia de la Policía Bonaerense de Castelar. El centro era llamado por los represores como "Atila" o "La Mansión".