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El negocio millonario que destapó el sorteo de Milei: el valor de tus datos y cómo los usan todos los políticos

Aquí no hay grieta: los millones que valen los datos que regalamos a diario y cómo toda la casta política hace uso de ellos.

por Manuela Fernandez Mendy

18 Enero de 2022 14:18
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En sólo seis días, Javier Milei logró hacerse de una base de datos con la información de 1.040.635 de personas que se inscribieron en el primer sorteo de su dieta como diputado nacional. El autoproclamado libertario ya anunció que volverá a hacer lo mismo con su próximo sueldo y se espera que pueda hasta triplicar el número de interesados en los $205.000 que promete a cambio de que completes un exhaustivo formulario con datos personales. Cuántos millones cotiza en el mercado negro la información que recolectó sólo en su primer sorteo y el peligroso uso de la información que le entregaron los que se inscribieron en su plataforma.

Si bien la compra y venta de datos en la Argentina es ilegal, lo cierto es que existe un mercado paralelo muy utilizado por empresas, entidades privadas y, de un buen tiempo a esta parte, partidos o funcionarios políticos. De acuerdo a un relevamiento realizado por BigBang, el costo "por persona" va de los $5 a $10, dependiendo de la cantidad de datos requerida. Un simple cálculo matemático permite entonces establecer que el valor total de la base que obtuvo Milei cotiza $10.406.350, es decir que "pagó" $0.19 por usuario. Teniendo en cuenta que "invirtió" los $205.000 de su dieta, el diputado se ahorró $10.201.350.

Pero, ¿para qué le sirve a Milei esta información? ¿Cuál es el valor real de los datos obtenidos por el diputado nacional? Javier Smaldone, especialista en ciberseguridad y programador, dialogó con BigBang y explicó la relevancia de la información que volcamos a diario casi sin preguntarnos cada vez que encendemos nuestro celular, nos suscribimos a una página o descargamos alguna aplicación online. "El valor real de la base de datos que obtuvo Milei es mucho mayor a la que se pueda cuantificar en términos de dinero", anticipó.

"Hay cientos de formas de acceder a los datos privados de las personas y la realidad es que los usuarios la entregan voluntariamente, sin tener en cuenta la peligrosidad de lo que están haciendo. Cuando uno se descarga una aplicación cualquiera, sea un jueguito para los chicos o un servicio que nos resulta interesante, estamos entregando mucho más de lo que pensamos. Ya no importa cómo te llamás o quién sos, lo que importa es el acceso a tus hábitos de consumo, a tu poder adquisitivo e incluso a cómo pensás", advierte.

-Dejamos de ser individuos para convertirnos en consumidores de cualquier cosa: productos, ideología, información...

-Exacto. Te pongo un ejemplo concreto a partir del formulario que publicó Milei. Al enviarlo, se puede conocer la IP y la marca y modelo del dispositivo desde el que lo completaste, si usaste un celular, Si a eso le sumás tu edad y geolocalización, puedo estimar muy bien cuál es tu poder adquisitivo. Pero no sólo eso: con un cruce de datos más fino, puedo saber con quién vivís o qué te gusta.

-Un cruce de datos mucho más fino del que se da, por ejemplo, cuando buscás un producto en Internet y te empiezan a aparecer en cualquier red social ofertas similares a tu búsqueda

-Eso es algo que la gente ya se empezó a dar cuenta. Si busca información para comprar un par de botines, ya no le resuelta raro que le aparezcan banners con promociones hasta de pelotas de fútbol. Pero pocos contemplan que con esa información, yo puedo segmentarte mensajes; elegir qué te quiero hacer llegar, cómo hablarte, cómo dirigirme a vos. Eso en política tiene un valor mucho mayor a los diez millones que podría valer la base de datos.

-Podría decirse que nuestros teléfonos celulares pasaron a ser los punteros 2.0 de la actualidad

-Algo así. La gente muchas veces dice: 'A quién le importa cómo me llamo o cuál es mi número de DNI, si no me conoce nadie'. Las personas que tienen más 'poder' se cuidan más. Pero muchos integrantes del denominado 'ciudadano de a pie' no saben muchas veces que autorizaron a la gran mayoría de aplicaciones que tiene en su teléfono a acceder a toda su agenda de contactos. Estamos hablando de los números de teléfono de otras personas, su ubicación geográfica y demás. 

-Pienso entonces en el cruce de datos que mencionaste y recuerdo los cientos de casos de jubilados que les entraron a robar el día del cobro de su jubilación. Los delincuentes ya no necesitan un 'informante'

-No, por eso están tan de moda ahora las estafas digitales. Muchas de ellas las hacen los presos desde la cárcel, porque realmente es muy fácil acceder a los datos. Los estamos entregando de forma voluntaria casi a diario. Si estás inscripto en la ANSES, por ejemplo, se puede saber sólo por haber puesto el número de DNI requerido el día de acreditación de tu jubilación o asignación; e incluso por la geolocalización, en dónde lo cobrás. Hace unos años, por ejemplo, la aplicación de Cocineros Argentinos te pedía la ubicación. ¿Qué sentido tiene mi ubicación para acceder a la receta de un vitel toné?

-Estamos mucho más expuestos de lo que tal vez alcanzamos a imaginar

-Exacto. Ahí es en donde la gente se plantea esto como si se tratara de un problema físico. Dice: '¿Quién me va a venir a buscar a mí? ¿Quién me va a hacer algo? Mis datos no valen nada, no soy nadie'. No lo tenemos que pensar en términos de que nos van a venir a robar o a secuestrar. El objetivo es, en algún punto, hasta cambiar la visión del mundo que tiene una persona. Se envían así las noticias segmentadas. Porque así como nos venden autos o servicios de conectividad, también nos venden políticos, ideas y visiones del mundo.

"Si agarramos a doscientas personas y les hacemos preguntas puntuales sobre la pandemia, por ejemplo, vamos a encontrar grupos bien diferenciados en torno a qué piensan sobre las vacunas, el impacto del virus, qué tan peligroso es y eso define en qué 'burbuja' estás. Lo hacen todas las redes sociales y es totalmente intencional, porque después nos muestran lo que queremos ver. Lo mismo hacen los políticos. Con este tipo de datos no sólo saben cómo hablarte, sino que te muestran lo que ellos quieren que veas y te influencian en el proceso. Esto se da en la Argentina y en todo el mundo", advierte.

-El famoso universo del Big Data

-Es así. Ya no importa quién sos, ni cómo te llamás. Importa qué pensás, qué buscás, qué te interesa. Con esa información, un político o una empresa sabe cómo dirigirse a vos, en qué tono, de qué forma, a través de qué plataforma. Y así te van bombardeando con mensajes de forma constante. Sucedió en el Reino Unido con el Brexit, en Estados Unidos con Donald Trump y se hace acá desde hace décadas. Es una práctica que los habilita a influenciar sin que te des cuenta la forma en la que mirás la realidad. Pero hay una diferencia enorme: no conozco a ninguna empresa que aspire a gobernarme, pero los políticos sí lo hacen. En mi vida privada, le doy cierta información a algunas empresas, les entrego un 'cachito' de mi intimidad a las redes sociales. Pero con los políticos y con el Estado me cuido mucho más.

-Cuando empezó la pandemia hubo polémica por la aplicación Cuidar y los datos que requería

-Exacto y a fuerza de reclamos logramos que se publicara el código fuente de la Aplicación. En el año 2018, por ejemplo, se lanzó la aplicación Mi Argentina que es terriblemente invasiva. Ni siquiera sabemos cómo está hecha y tiene serios problemas de seguridad. Cuando asumió este Gobierno, los mismos que la criticamos durante la administración anterior, les pedimos que la saquen pero la siguen usando y después la ampliaron, porque ahora también te sirve como certificado de vacunación. No se trata de Macri o del Gobierno actual, todos los políticos usan estos datos. A Marcos Peña, por ejemplo, se lo investigó por meter mano en los datos de ANSES.

-Recuerdo algo más actual: las invitaciones a tomar un café en campaña con María Eugenia Vidal a través de la aplicación sanitaria del Gobierno de la Ciudad

-Claro, el famoso cafecito con María Eugenia o con Horacio. Hay un principio que se vulnera todo el tiempo y es que los datos uno los da con un propósito y no se pueden usar para otra cosa. Es ilegal. Si le doy mis datos a la Anses por un subsidio o una jubilación, no tiene por qué usarlos después un jefe de Gabinete para una campaña electoral; sea del partido político que sea. Ahora, por ejemplo, estamos peleando el tema del censo, porque quieren sumar al formulario el número de DNI y también se va a pedir información de orientación de género e identificación racial.

-¿Cuál podría ser el uso concreto de mi número de DNI?

-La idea del censo, por eso estamos obligados a responderlo, es que tenga fines estadísticos y no se pueda identificar a nadie. Una cosa es saber cuántas personas viven en un barrio y otra cosa es saber quién vive en cada casa, por ejemplo. Hemos naturalizado al DNI pero pocos saben, por ejemplo, que se estableció por decreto durante la dictadura de Onganía. Nunca el Congreso discutió nuestro sistema de identificación, que sólo se usa en algunas partes del mundo. ¿Sabés en cuáles y no es casual? En los estados latinoamericanos que sufrieron dictaduras militares. El nombre del decreto argentino lo dice todo: Ley de identificación, registro y clasificación del potencial humano nacional.

"En la inmensa mayoría de los países no existe algo como el Documento Nacional de Identidad. No lo usa Estados Unidos, ni el Reino Unido. No existe ningún registro único de habitantes. Ni hablar de los países nórdicos. En algunos países como en Alemania, España o Francia existe la tarjeta de identificación, pero no es obligatoria y tiene a lo sumo tu foto. Nunca tu huella digital. Si mañana en esos países un Gobierno propone por ley que todos los padres estén obligados a llevar a sus hijos a una dependencia gubernamental para registrarlos, salen todos a la calle. En Estados Unidos lo más similar es el número de Seguro Social, pero es un número; no tiene ninguna información adicional", destaca.

-Pienso en la literatura futurista, en Huxley y en el mundo que se proyectaba décadas atrás...

-Cuando era joven, pensaba que íbamos a tener un futuro bien 'orwelliano', dominados por un poder totalitario. Y, la realidad, es que el futuro se terminó pareciendo mucho más al Mundo Feliz que proyectó Huxley; en el que alegremente damos nuestros datos a cambio sólo de diversión y comodidad. Ni siquiera hace falta que nos persigan. Eso es algo que deberíamos replantearnos.

-¿Cómo es la legislación argentina en torno al uso de datos?

-No soy abogado, pero tenemos una ley de protección de datos que no está tan mal. El problema es que es vieja y le faltan cosas. A eso hay que sumarle el problema de la autoridad de aplicación, que está acéfala; el nuevo Gobierno no nombró nunca al nuevo director. Esto nos va a traer muchos problemas en el corto plazo con Europa, por ejemplo. Ellos tienen una legislación muy completa. Sin ir más lejos, Facebook y los buscadores han tenido serios problemas de privacidad allá, porque es una legislación muy dura y se aplica. En Estados Unidos no tanto, porque la mayoría de estas empresas son de capital estadounidense.

-¿Qué tipo de problemas podríamos llegar a tener con Europa?

-Nos estamos por caer del mapa como país, porque no podemos garantizar la privacidad de los datos. Eso va a generar un problema grande con las empresas europeas radicadas en la Argentina, porque no van a mandar datos a un país que no ofrece las garantías que ellos exigen. Recordemos la filtración masiva que hubo hace unos meses del RENAPER. 

Si te interesó la nota, te invitamos a que leas (si aún no lo hiciste) Un mundo feliz de Aldous Huxley.

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