El próximo miércoles se cumplirán 12 años del inicio del enfrentamiento entre el kirchnerismo y las patronales agropecuarias a partir la famosa Resolución 125. Estos últimos, conformaron la Mesa de Enlace, que tuvo en vilo al país durante cuatro meses y concluyó con el freno a la intención del gobierno de incrementar la carga impositiva a las exportaciones agrarias.
El conflicto comenzó el 11 de marzo del 2008, cuando el gobierno de Cristina Fernández de Kirchner lanzó la famosa Resolución 125, que buscaba aplicar un esquema de derechos de exportación -retenciones- móviles que aumentaba de manera considerable la carga impositiva a descontar sobre el valor de exportación de los granos de soja y de otros cultivos.
La culpa fue de la soja, que en 2008 alcanzó su precio más alto. El 23 de marzo de ese año, el entonces ministro de Economía, Martín Lousteau, dictó la 125, refrendada por CFK y Alberto Fernández, por entonces jefe de Gabinete, que transformaba en móviles las retenciones a los productores de granos.
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La movilidad estaba basada en el precio: con granos, soja en este caso, vendidos a un precio bajo, las retenciones casi no existirían. A precios más altos, mayores retenciones. Un precio internacional de 400 dólares para la tonelada de soja, redundaría en una retención de casi el 38% a los productores. Si aumentaba, y aumentó, las retenciones podrían llegar hasta el 49%.
La resolución generó una de las peores crisis políticas y económicas del país entre 2008-2009. El gobierno de Cristina afrontó en ese momento una derrota, ya que no pudo imponer la Resolución 125 ni plantear nuevos aumentos en las retenciones desde entonces.
La llamada Mesa de Enlace estuvo integrada por las agrupaciones Federación Agraria Argentina (FAA), Coninagro, Confederaciones Rurales Argentinas (CRA) y la Sociedad Rural Argentina (SRA). Estas entidades -siempre en disputa- se unieron para oponerse a la aplicación de esa resolución hasta su caída final, con el voto no positivo del entonces vicepresidente Julio Cobos.
El 17 de julio del 2008, a las 4,25 de la mañana, Cobos, votó en contra de la resolución. El Senado estaba partido en dos, y con el voto decisivo del por entonces vicepresidente, se rechazó el proyecto. Fue la primera gran derrota del gobierno.
Para muchos, sobre todo para el Campo, la resolución que buscaba la aplicación de un sistema de retenciones móviles a la soja, ideada por el entonces ministro de Economía Martín Lousteau, con el apoyo del secretario de Comercio Guillermo Moreno, era claramente recaudatoria y confiscatoria.
En el terreno político, el resultado fue más desparejo: el traspié del gobierno y la propia crisis le permitieron a sectores opositores de adentro y de afuera del peronismo cobrar cierta popularidad en las elecciones del 2009, aunque el gobierno pudo recuperarse desde 2010, ayudado por la recuperación que tuvieron en ese año los exportadores de commoditie.
La resolución 125 fue presentada durante la noche del 11 de marzo en Casa Rosada. Fue el viceministro de Economía Martín Rossi y el secretario de Agricultura Javier de Urquiza quienes se la mostraron a unos pocos periodistas acreditados en el Ministerio de Economía.
A partir de ahí, se desató una gran tensión debido a que el kirchnerismo sostenía que el sector agropecuario gozó de altas tasas de rentabilidad, derivadas de los precios internacionales de las materias primas. Por ejemplo, la soja estaba a USD 550 por tonelada y quería recaudar unos USD 1.500 millones en subsidios, había dicho Alfredo de Angelis.
En aquella oportunidad, el por entonces dirigente de la FAA de Entre Ríos - que encabezó los piquetes en las rutas- sostuvo que el gobierno había mandado a aprestar al sector agropecuario con los “camioneros de Hugo Moyano y con La Cámpora de Máximo Kirchner".
A partir de la 125, nacieron los cortes de ruta en el interior, los cacerolazos en la Capital, las contra marchas “K” con el ex piquetero Luis D'Elía a las trompadas contra los opositores en Plaza de Mayo, el desabastecimiento y un clima de tensión cada vez más visible.
En aquella oportunidad, Cristina decidió acudir a sus características y muy habituales cadenas nacionales para condenar las protestas del Campo. Aseguró que no se iba a dejar extorsionar y habló de “piquetes de la abundancia”.
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Como consecuencia de las protestas, en mayo fueron arrestados ocho ruralistas por los cortes de ruta y en junio fue detenido De Angeli, una de las cabezas de la protesta. Tras esa detención, el escandaloso ruido de las cacerolas llegó hasta la Quinta de Olivos.
El 17 de junio, la por entonces presidente contó que la 125 era ahora un proyecto de Ley que sería enviado al Congreso. Diputados la aprobó por un margen escaso de siete votos, 129 a 122. Y el 16 de julio, en el Senado, empezó un muy extenso e inolvidable debate que duró 18 horas y que, antes de la primera votación, se vislumbró como un empate.
Algunos más sutiles que otros, al ver que iban 36 a 36, comenzaron a “sugerirle” a Cobos que votara a favor o en contra por conveniencia. Él nunca dijo si la Presidente o Néstor Kirchner lo llamaron, pero sí dijo que no atendió a nadie de los muchos que lo hicieron. Algunas fuentes sostienen aún hoy que Cobos atendió los llamados del ministro del Interior, Florencio Randazzo, y de Néstor.
Fue entonces que le tocó el turno a Cobos de elegir: después de hablar y señalar que este era “uno de los momentos más difíciles” de su vida, de recordar su niñez y a su familia, decidió votar en negativo pronunciando una frase que hasta el día de hoy sigue escuchándose todos los 11 de marzo.
"La historia me juzgará, no sé cómo. Pero espero que esto se entienda. Soy un hombre de familia, como todos ustedes, con una responsabilidad en este caso (...) Estoy actuando de acuerdo con mis convicciones. Que la historia me juzgue. Pido perdón si me equivoco Mi voto no es positivo, mi voto es en contra”. De esta manera, Poder Ejecutivo retiró el proyecto de ley.
A raíz de la decisión de su vicepresidente, Cristina quiso dejar el gobierno. Según trascendió por aquel entonces, fue el ministro Jefe de Gabinete, Alberto Fernández el que intentó convencerla para que se quede al mando del país e incluso le pidió al por entonces presidente de Brasil, Luiz Inacio Lula Da Silva, para que la convenciera.