Tiene perfil bajo, muy bajo. Sin embargo, en los últimos dos meses se transformó en un personaje clave para la gobernadora bonaerense, María Eugenia Vidal. Se trata de un ex policía, experto en seguridad pública, de 55 años, quien se transformó en el jefe de la custodia personal de Vidal. Y, sin intentar un juego de palabras familiares, su nombre es Jorge Luis Vidal.
Aunque no tienen ningún parentesco (hay miles de “Vidal” en el país realmente), se ganó la confianza de la gobernadora. A través de un amigo en común, en enero de este año lo sumó al ministerio de Seguridad que encabeza Cristian Ritondo.
El otro Vidal, Jorge Luis, experto en seguridad y hoy a cargo de la custodia de la gobernadora.
Especialista en narcotráfico y secuestros extorsivos, le llevó a Ritondo un plan en ese sentido producto de sus años como asesor en la municipalidad de Medellín.
Aunque se formó en la Argentina (estuvo casi 20 años en la Bonaerense) trabajó en Estados Unidos, en México y en España, y tiempo después estudió en Colombia. Allí terminó trabajando en Medellín, donde se ocupó de los temas de seguridad en la gestión de Luis Fernando Suárez Vélez (vicealcalde de Gobernabilidad y Seguridad).
Pero hace dos meses, en una charla informal con Vidal (María Eugenia, claro), mientras dialogaban de cómo funcionan las custodias de los presidentes, la gobernadora le pidió que se haga cargo de su propia custodia personal. Una tarea compleja: desde que asumió en diciembre del años pasado, fueron decenas las amenazas que recibió, desde telefónicas o intentos de robo en la oficina de sus asesoras privadas hasta el mensaje mafioso en el Tribunal de San Martín.
Vidal y Ritondo con el Grupo Halcón.
Pieza clave
A partir de allí, Jorge Luis Vidal se transformó en una pieza clave. “Soy quien se encarga de coordinar todo: qué tipo de custodia, el equipo que la conforma, cantidad de vehículos, trayectos, helicópteros, con la idea de profesionalizarla”, le contó al diario Perfil.
En este marco, tiene una tarea compleja: la gobernadora suele pedirle a la custodia que se aleje y no le esté encima, en especial cuando realiza una recorrida o tiene una visita a un barrio. Dice, asegura, que es un obstáculo para “ver la realidad con mis ojos”.
“La custodia es innegociable. Sabemos qué le gusta y qué no, sin descuidar la actividad profesional a su alrededor”, concluye el Vidal que cuida de Vidal.