El 24 de febrero de 1946, la fórmula Juan Domingo Perón-Hortensio Quijano, derrotó a la Unión Democrática, encabezada por José Tamborini y Roberto Mosca, y dio origen a una nueva etapa política de la Argentina. Prácticamente todos los partidos políticos apoyaron a la Unión Democrática, desde el Partido Conservador hasta el Partido Comunista. Sólo tres partidos apoyaron la candidatura de Perón: el Partido Laborista, la UCR-Junta Renovadora y el Partido Independiente.
Juan Perón asume la presidencia de la Nación: nace el peronismo.
Luego de su triunfo electoral, Perón ordenó que se disolvieran los tres para crear uno nuevo, bajo su liderazgo exclusivo, que primero se llamó Partido Único de la Revolución y luego Partido Peronista. Nacía así un movimiento de vital influencia en la vida de los argentinos. Perón fue reelecto en 1951 y gobernó (en esta primera etapa) hasta su derrocamiento en 1955. La Justicia Social, La Independencia Económica y la Soberanía Política fueron los tres objetivos proclamados por él y su movimiento.
La batería de leyes sociales y laborales que incorporó derechos a la clase obrera que hoy damos por descontados (aguinaldo, vacaciones pagas, por ejemplo) pero que entonces no existían, el acceso a créditos hipotecarios, las paritarias para discutir los salarios y una reforma constitucional profunda y de avanzada le permitieron a Perón obtener una influencia en los trabajadores que persiste hasta hoy, a casi 42 años de su muerte. Al mismo tiempo, fue bajo su gestión y a instancias de la figura de Eva Perón que en 1947 se sancionó la ley de voto femenino.
Boleta electoral del primer triunfo peronista.
Al mismo tiempo, el personalismo de su gestión, la maquinaria de propaganda oficial y la persecución a algunos dirigentes políticos y sindicales opositores -sumado al resentimiento ante el ascenso social de los sectores más postergados- hicieron que una parte de los argentinos se sintiera asfixiada por su Gobierno. Así nació el antiperonismo, que se expresó en el golpe de 1955, autodenominado Revolución Libertadora. Desde entonces, el peronismo sufriría una proscripción de 18 años, que terminaría en 1973, con el regreso del líder al país y el triunfo electoral del Frejuli (Frente Justicialista de Liberación): primero con Héctor Cámpora, luego con el propio General.
Tras la muerte de Perón, su movimiento atravesó diferentes etapas: el interinato fatal de su esposa Isabel, que derivó en el golpe de Estado de 1976, y dos extensos períodos de gobierno, acaso contrapuestos en filosofía y medidas: el de Carlos Menem (1989-1999) y los de Néstor Kirchner y Cristina Fernández (Néstor: 2003/2007; Cristina: 2007/2015). En el medio, los interinatos de Adolfo Rodríguez Saá (una semana, a fines de 2001, pero importantísima porque declaró el default de la deuda externa) y de Eduardo Duhalde (2002/2003). La palabra “peronismo” designa hoy a diferentes concepciones del Estado, la política y la Economía.
Esta mañana, en el Congreso del Partido Justicialista, en el Estadio Obras, parte de eso es lo que se discute. Por supuesto que la discusión incluye nombres propios, pero también maneras diferentes de ver la política y, por qué no decirlo, la vida.