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El pueblo nunca se equivoca: del cruce a Máximo, al día que Macri castigó con devaluación

Los políticos, sus interpretaciones electorales y el pueblo cada vez con más hambre.

25 Marzo de 2022 10:58
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La movilización por el Día de la Memoria a Plaza de Mayo dejó más de una lectura política. Por fuera de la demostración de territorialidad de La Cámpora en el marco de la interna que desató en el Frente de Todos el acuerdo con el FMI, todo el arco político se hizo eco hoy de las declaraciones de Máximo Kirchner, quien sostuvo que el electorado porteño "tiende" a querer ocultar lo que sucedió durante la dictadura. De los cruces que despertó el análisis, al día en el que Mauricio Macri castigó al electorado con una devaluación del 21,3% en menos de doce horas.

"Esto es llevar el 24 de marzo a todas las calles de la Ciudad de Buenos Aires, que aparte vemos que a veces es una ciudad que tiene tendencia a votar a aquellos que quieren ocultar lo que hizo la dictadura o que te discuten el número de compañeros detenidos desaparecidos y que directamente reivindicar el accionar de la dictadura", advirtió el diputado nacional, en alusión directa a las últimas elecciones en las que el electorado porteño se volcó a espacios políticos que de forma abierta se presentan como "negacionistas".

Las declaraciones del líder de La Cámpora no pasaron inadvertidas por el arco opositor. Uno de los primeros en alzar su voz fue Jorge Macri, ahora ministro de Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires: "Agredir, señalar y discriminar a quien piensa distinto y no te vota es más propio de un dictador fascista, que de un demócrata".

El insólito sticker motivacional en el búnker del PRO en San Telmo

Similar fue la lectura que esgrimió Horacio Rodríguez Larreta, quien se encuentra de viaje en Europa. "Decir que 'los porteños tienen una tendencia a votar a los que quieren ocultar lo que hizo la dictadura' es pasar un límite que ningún argentino puede aceptar. Y mucho menos un día como hoy, al cumplirse 46 años de una de las heridas más profundas y dolorosas de nuestra historia".

"Lo viví en carne propia: en 1977 se llevaron a mi viejo en un Falcon verde. Gracias a Dios, apareció con vida unos días más tarde, pero lo sucedido me marcó para siempre. La mejor forma de homenajear a las víctimas y honrar la memoria es trabajar todos los días para construir una sociedad de diálogo y de convivencia en la diversidad", sumó.

Diego Santilli también se expresó de forma pública: "Tenemos que terminar con declaraciones que no sólo ofenden injustamente a millones de porteños, sino que también deterioran el consenso democrático y enfrentan a unos argentinos con otros. Necesitamos más diálogo, más consenso y, sobre todo, necesitamos seguir fortaleciendo la Democracia".

El acuerdo de Macri Vs. el de Alberto: similitudes, diferencias y la variable "ajuste"

Si bien las expresiones de Máximo Kirchner fueron repudiadas por la mayoría de los referentes del PRO, lo cierto es que pocos se expresaron cuando, después de las PASO del 2019, fue el jefe del espacio político, Macri, quien "castigó" al electorado con algo mucho más fuerte que declaraciones: una devaluación que ajustó en un 21,3% el bolsillo de los argentinos.

A dos años de la noche en que Macri nos mandó a dormir y nos despertó con una devaluación de más del 21%

"A dormir y a empezar a trabajar desde mañana". Eran las 22.20 del domingo 11 de agosto de 2019 y el entonces presidente Mauricio Macri finalizaba su discurso con esa frase y con un gesto adusto. El búnker de Juntos por el Cambio era silencio. No sonaban las canciones de Tan Biónica como hacía dos años. Tampoco había globos. Ni nada de alegría. 

Acompañado por su precandidato a vicepresidente Miguel Ángel Pichetto y por la entonces gobernadora de la provincia de Buenos Aires, María Eugenia Vidal, Macri no estaba dispuesto a reconocer la derrota. Puertas adentro, ya se había enojado con sus funcionarios, con los encuestadores que le habían vaticinado un triunfo y, por supuesto, con el electorado. El pueblo había hablado en las urnas. Y al empresario no le había gustado lo que habían dicho. 

A esa altura el gobierno macrista había incumplido otra promesa: los números de las elecciones aún no habían salido a la luz, aunque habían dicho que los publicarían a las 21. Con algunos datos de lo que se venía, Macri comenzó su discurso con las siguientes palabras: "Hemos tenido una mala elección y eso nos obliga a redoblar los esfuerzos para que en octubre continuemos con el cambio".

 "Tenemos que ser parte del mundo, si no no hay futuro. Va a ser difícil construir el país que nos merecemos si no", continuó, con tono de indignación. Luego le agradeció a Vidal por el “esfuerzo” y elogió a Horacio Rodríguez Larreta. Y finalizó, sin poder asumir que la derrota era una realidad: "Estamos acá. Dejando todo por nuestro querido país, duele que hoy no hayamos tenido todo el apoyo que queríamos, pero todos somos mas responsables de que este país salga adelante así que a dormir y a empezar a trabajar desde mañana".

Apenas unos minutos después del final de la alocución de Macri, se dieron a conocer lo primeros resultados del escrutinio: la fórmula  Alberto Fernández - Cristina Fernández de Kirchner y le había ganado a Macri por 58,66% a 47,01. Casi 15 puntos de diferencia entre su principal adversario. La pesadilla en la provincia de Buenos Aires era aún peor para Juntos por el Cambio y el PRO:  Axel Kicillof había superado a Vidal por casi 18 puntos, en un aplastante 47% a 32%. Al otro día, Macri volvería a romper la economía, tal como había sucedido en 2018.

En sólo 48 horas, Argentina vivió el peor momento económico de la década. El lunes 12, el dólar voló por los aires. Los sueldos se devaluaron en pocas horas. Pocos minutos antes, el líder del PRO le habló a la población, le echó la culpa del colapso financiero al resultado electoral, es decir, a cada argentina y argentino que no lo había votado. “Hoy somos más pobres que antes de las PASO", lanzó sobre la devaluación y la consecuente inflación. 

Seguía enojado. El tono amable que había aprendido en aquellas prácticas discursivas, se había borrado. Ojeroso. Desacostumbrado a no perder. Y menos a que no se haga lo que él quiera. “Por más que nosotros lo contengamos exitosamente, si se confirmase que el kirchnerismo gana la elección en octubre o noviembre, ese problema va a estar; esto es solamente una muestra de lo que va a pasar”, dijo en referencia a la inflación.

Y siguió: “El problema mayor es que alternativa kirchnerista no tiene credibilidad en el mundo; no tiene la confianza necesaria para que la gente venga a invertir en el país. El riesgo país de la Argentina subió 350 puntos en una hora, el dólar subió lo que subió, eso demuestra que hay un problema grave entre el kirchnerismo y el mundo”.

Aún enfurecido, Macri recordó a la población que habían votado muy mal en las PASO: “Como presidente estoy acá para ayudarlos en lo que pueda, pero no es fácil, porque ellos ya gobernaron y tienen que demostrar que no van hacer lo que hicieron antes”. 

 

Macri vivió pasionalmente ese 12 de agosto. Como le ocurriría a cualquier jefe de Estado de cualquier país en esas circunstancias, lo primero que nacería era la negación. Luego el enfurecimiento y finalmente la aceptación de la realidad y su consecuente resignación. 

Para ese entonces, la carrera del ministro de Hacienda, Nicolás Dujovne y del presidente del Banco Central, Guido Sandleris, ya estaban acabadas. La del jefe de Gabinete, Marcos Peña, también. Desde el 10 de diciembre de 2019, tras la victoria definitiva del Frente de Todos, ya no se supo nada de ellos. Pero para eso faltaba. El lunes 12 tuvieron que hacerle frente a la explosión de los mercados. Y Macri les había dado rienda suelta con sus demostraciones públicas y, por supuesto, privadas. 

El panorama fue lamentable. La bolsa tuvo uno de los descenso más bruscos de su historia. El Mercado de Valores se derrumbó casi un 40%. Las empresas que cotizaban en la bolsa perdieron fortunas en minutos. El Banco Central avaló una nueva alza de las tasas de Leliqs a más del 74%. Una locura. Por supuesto, el dólar no paró de subir. 

En los bancos privados, la moneda de Estados Unidos llegó a venderse entre los 60 y los 65 pesos. El Banco Central no intermedió en esa crecida, por expreso pedido de Macri, que estaba listo para tomar revancha contra la sociedad que le había dado la espalda en las elecciones. El dólar que rondaba los 53 pesos en la apertura de mercados, trepó sin parar. El BCRA vendió 160 millones de dólares en cinco horas. El cierre de ese día fue de 57,30. La devaluación fue del 21,3%.