Este último lunes, el Partido Justicialista (PJ) realizó un homenaje a Antonio Cafiero en su natalicio número cien. Allí se celebró su trayectoria, y se rescató uno de los hechos más trascendentales de su historia política: la salida al balcón de la Casa Rosada el 16 de abril de 1987, durante la famosa Semana Santa donde las rebeliones carapintadas pusieron en jaque al sistema democrático.
Aquel gesto de unidad nacional antes de la salida del entonces presidente Raúl Alfonsín a recibir la rendición de los militares insurrectos en Campo de Mayo, fue una demostración de los principios democráticos de un dirigente que comenzaba a erigirse como el más probable reemplazante del radical de Chascomús, algo que revalidaría en las elecciones de medio término el 6 de septiembre, cuando fue electo gobernador bonaerense.
"En otros amagues, la oposición iba a Campo de Mayo, pero para pedir que se derrocara al Gobierno constitucional. Nosotros tomamos por primera vez una actitud totalmente inversa: fuimos a Campo de Mayo a pedir la rendición de los militares sublevados", declaró Cafiero sobre aquel día, cuando encabezó una columna de militantes que caminó cincuenta kilómetros hasta el cuartel.
Su aparición en ese lugar dividió las aguas en el peronismo y, en una Argentina completamente distinta a la de hoy, fue utilizada por Carlos Saúl Menem para debilitar su imagen hacia dentro del partido de cara a las internas que se disputaron el 9 de julio de 1988. La popularidad del mandatario radical venía en franco descenso debido a las enormes dificultades económicas del país, mientras que el riojano -en una antesala a los indultos que terminaría promulgando como presidente- se había refugiado en La Rioja durante los alzamientos, dándole la espalda a la convocatoria democrática que colmó la Plaza de Mayo.
El presidente que se perdió la democracia
Menem se alzó como candidato del peronismo contra todos los pronósticos, luego con algo más de certezas lo haría como mandatario nacional. Había llevado como candidato a vicepresidente al entonces intendente de Lomas de Zamora, Eduardo Duhalde, el único líder de un municipio bonaerense que se había animado a desafiar a la conducción del PJ que reflejaba Cafiero.Ese 53,94% que significaron los 833.353 votos que contabilizó el patilludo, fue la diferencia necesaria para darle el batacazo a los 711.596 del 46,06% que obtuvo el bonaerense.
"Recuerdo que mi padre en un acto, dijo algo como lo siguiente: 'Tal vez una mala interpretación de esos acompañamientos de Antonio Cafiero, que no eran a un gobierno que atravesaba momentos difíciles, sino a la democracia, hicieron que los argentinos nos perdiéramos a un presidente como el Dr. Cafiero'", reconoció el embajador argentino en España, Ricardo Alfonsín, durante su participación virtual en el homenaje centenario.
El diario del lunes
Con el atentado a la vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner tan solo a 15 días, la sensibilidad ante la violencia política fue un factor fundamental para que el recuerdo a quien fuera ministro de Juan Domingo Perón sea una demostración de la valoración de aquel acierto histórico que tuvo en la fatídica Semana Santa.
Además, como si el paso de los años empañara las malas gestiones económicas, la imagen actual del expresidente Alfonsín quedó muy lejos de la que se instaló a principios de los 90, de un hombre que estaba condenado a terminar abandonado por la historia. Cuando la hiperinflación pasó a ser parte de los libros de historia y dejó de ser un dolor en el bolsillo de los argentinos, las actitudes del radical fueron revalorizadas por grande parte del arco político del peronismo.
La presencia de Leopoldo Moreau y de otras figuras del radicalismo durante la conmemoración de comienzos de esta semana, son una demostración de la valoración institucional que se le dio a ese respaldo de Cafiero. Aunque también la presencia de quienes le dieron la espalda en la interna del 88, es una reivindicación pública al rol que cumplió en el peronismo.
"Estás hecho un pendejo vos", lanzó a la salida del evento el expresidente Duhalde. Las palabras estaban dirigidas para el exministro de Justicia Gustavo Béliz, quien en su habitual silencio ante la prensa, sólo sonrió y se dio un fuerte abrazo con el hincha de Banfield.
El mismo que le había dado el golpe mortal junto a Menem en 1988, venía de estar a la diestra del presidente Alberto Fernández, en la primera fila del Teatro ND, con una conmoción evidente por el álgido momento que vive el país. "Quién no se va a sensibilizar. Antes no lo veíamos, antes nos contaban. Cuando uno lo ve es mucho más impactante. Hay que terminar con esto, si no no va a quedar más Argentina para nadie", reflexionó quien fuera elegido mandatario por una asamblea legislativa el primer día de 2002.
De la cartita de Cafiero a Alfonsín durante la cumbre final con Rico, a la reacción del resto del peronismo
BigBang le preguntó a Duhalde sobre si existía un arrepentimiento por haber sido parte de la interna que privó a Cafiero de la presidencia: "Cuando fui elegido gobernador lo llamé y le dije 'te hago nombrar ya senador, dentro de cuatro años'. Y me dijo que no sabía qué iba a pasar en tanto tiempo", contestó, como si la propuesta pudiese enmendar lo que había ocurrido.
Antonio era un símbolo de unidad
"La gran mayoría de los que vinieron acá, iban a los cumpleaños de mi abuelo. Ahí se reunían todas las tribus del peronismo, los que pensaban igual y los que lo hacían distinto", declaró el canciller Santiago Cafiero, nieto del conmemorado, cuando le contestó a BigBang sobre qué hubiera dicho su abuelo de ver en la primera fila de su homenaje a muchos de quienes le dieron la espalda en 1988. "Lo valorable es que Antonio era un símbolo de unidad", aseguró.
El exjefe de Gabinete es uno de los más golpeados en la actual disputa peronista, entre albertistas y cristinistas, pero eso no le quita las ganas de continuar dando sus peleas y discusiones. "Esto tiene que ser unidad con diversidad, y con disputa naturalmente, porque el proyecto de país que a nosotros nos convoca, quizás no es el que convoca a otros compañeros. Eso deberá dirimirse, de última instancia, con las democracias de cada partido", afirmó.
El optimismo del actual canciller estaba respaldado por una tribuna entera del teatro ND, la superior, que estaba compuesta por tres generaciones de descendientes del homenajeado, lo que se dice un clan. Quizás por eso se animó a hablar sobre las chances del peronismo de cara al 2023.
"Tiene una vocación inmensa de transformación social. Es lo que buscamos siempre. Obviamente que es un tránsito difícil y no es de un día para el otro. Pero me parece que el peronismo siempre ha logrado, en palabras de Antonio, encontrar ese cauce, para volver a reconstituir mayorías", afirmó.
Su presencia y su postura, son una garantía de que todavía quedan algunos capítulos de historia más, con su apellido y la palabra internas en la misma oración.