El 17 de marzo de 1982, un grupo de trabajadores argentinos desembarcó en las islas Georgias del Sud con el objeto de desguazar una antigua factoría ballenera y llevar la chatarra al continente. Los trabajadores izaron la bandera argentina y se desató un extraño incidente diplomático que derivó apenas dos semanas después en la ocupación militar de las islas Malvinas y las propias Georgias. Ricardo Cacace entonces tenía 33 años y es uno de los protagonistas de aquella historia. Casi cuatro décadas después, está convencido de que hubo una suerte de “cama” para aquella delegación, que un episodio sin importancia fue usado como coartada para que la dictadura pudiera concretar su plan de ocupar las Malvinas..
-Empecemos desde el principio. ¿Qué fuiste a hacer a las Georgias?
Yo era chatarrero. Tenía una empresa de desguace y proveía a una acería en particular de materia prima, o sea de chatarra de hierro. Un día viene un amigo con un negocio para desguazar una factoría ballenera en las islas Georgias...
-¿Qué es una factoría ballenera?
-Es una especie de fábrica donde se procesaban las ballenas. Hasta la década del 60, cuando se prohibió la caza, se cazaban las ballenas, las subían a los barcos, las llevaban a Husvik, uno de los tres lugares donde estuvimos nosotros, y ahí se la procesaba. Es como un frigorífico, pero de ballenas. Extraían el aceite, la carne, todo lo que se le podía sacar a una ballena. Eran instalaciones abandonadas que pertenecían a una empresa inglesa llamada Salvensen. Creo que lo compraron sin verlo, así como te lo digo. Apareció un conocido de este muchacho, Constantino Davidoff, y éste se prendió. Nosotros lo acompañamos un poco para apoyarlo con el tema de la compra, pero no teníamos nada que ver. Lo empujamos un poco, lo apoyamos como un amigo, económicamente, fue a Inglaterra y compró. Después el tema no terminaba ahí, porque había que ir a hacer el desguace. La situación del país era bastante difícil, no sólo por la represión, sino porque económicamente el país estaba muy mal. Había que armar un equipo de gente para trabajar, transportarla a las islas Georgias, traer el material. Venderlo después no era lo más complicado, la complicación era armar todo para que pudieran traerlo.
-Era un buen negocio a futuro, pero hacía falta mucha plata para invertir.
-Exacto. Yo tenía una cuenta en el Banco Juncal. Uno de los directivos era amigo mío, y le comento, Che, vos sabés que tengo una gente amiga con un negocio así, así y así... en las islas Georgias. Los arrimo y ellos financian la campaña. Había que contratar la gente, llevar los equipos... Era un trabajo como para cinco años. En principio se planteó una primera etapa de 90, 120 días, y se planteó que alguien tenía que ir a controlar, a determinar las prioridades de carga, y me dijeron “Vos trajiste el negocio, vos estás en el tema, ¿por qué no te vas vos?” En principio me chocó un poco, pero yo no andaba muy bien económicamente y dicen que la necesidad tiene cara de hereje.
-¿Por qué te chocó?
-Porque había que estar entre 90 y 120 días fuera de tu casa en un lugar en el medio de la nada. Yo ya estaba casado, tenía dos hijos, tenía mi historia armada acá y te aparece eso... Lo hablé con Blanca, mi esposa, le dije Mirá, la posibilidad es buena... Era algo que no podía fallar. Salvo que se hundiera el barco o hubiera un accidente grave, inesperado, no había chances de que saliera mal. Después con el tiempo te das cuenta de que nos usaron asquerosamente, que aprovecharon ese momento para hacer la guerra, porque después nos enteramos que había barcos argentinos dando vueltas por la zona desde diciembre del 81. Nosotros viajamos en marzo de 1982 y allá en realidad, de todo lo que se dijo de que vinieron los ingleses a atacarnos cuando llegamos no pasó absolutamente nada. Vinieron un par de ingleses que cayeron ahí, no sé qué hablaron con el capitán del barco, nosotros estábamos en otra tarea...
-Pará, ordenemos un poquito... ¿Cómo se llamaba el barco en el que viajaron?
-Nosotros fuimos en el Bahía Buen Suceso, un buque de la marina mercante: no era un barque de guerra, no estaba artillado, no tenía militares ni nada. Salimos el 11 de marzo desde el puerto de Buenos Aires y llegamos el 17.
-Bueno, llegaron y vos o uno de tus compañeros tuvieron la iniciativa de izar una bandera...
-Así es. Si vos me preguntás quién izó la bandera, nadie sabe.
-No se acuerdan...
-No es que no se acuerdan: es que para nosotros no fue un acto ni agresivo ni... Es lo mismo que yo te preste mi casa para que hagas tu cumpleaños y vos venís y me colgás una bandera paraguaya porque sos paraguayo, qué se yo... No me estás agrediendo, porque no hay nadie. Donde estábamos nosotros era una miniciudad abandonada... Estábamos alojados en Puerto Laith, que digamos era la zona de dormir, la que estaba más estructurada para trabajar. Eran casas que habían pertenecido a la factoría... Había casas, un hospital, barracas, todo abandonado. Puerto Laith era un lugar de alojamiento y taller de reparaciones chicas. Después estaba la bahía Stromnest, que era pasando una pequeña montaña, un cerro, donde había un taller de reparaciones bastante importante en el cual había dos diques flotantes para reparar barcos, y después estaba Husvik, donde realmente estaban las factorías balleneras, que ahí se pensaba llegar en la próxima etapa. Con lo que había en Husvik tenías para trabajar bastante más de los tres, cuatro meses que estaban previstos, y bueno, después había que ir pasando a Stromnest, que estaba a unos 20 minutos, media ahora a pie. En cambio desde Puerto Laith, para ir a Husvik, donde estaban las famosas factorías balleneras, eran dos horas de caminata, más o menos.
-¿Cuál era tu papel en las Georgias?
-Cada uno tenía su rol asignado. Yo particularmente tenía que sacar fotos de todo lo que había, documentar todo de palabra y por foto para informar al banco. Había un muchacho que se ocupaba del desembarco de los equipos, otro de ir acomodando a la gente, Un día llego y me dicen : “Mirá, estuvieron los ingleses, hablaron con el capitán del barco”. Fui a hablar con el capitán, porque si bien yo no tenía injerencia con el personal, si la tenía como representante del banco, que me había mandado como coordinador entre los dueños del negocio, el banco y la empresa que se había contratado para hacer el desguace. Fuimos al barco, los ingleses ya se habían ido, no había pasado nada. Sí habían dicho que bajaran la bandera, se había bajado, y después no los vimos nunca más hasta el 25 de abril, cuando nos tomaron prisioneros. El barco estuvo dos o tres días más bajando los pertrechos, las grúas, los equipos de corte, los tubos de oxígeno. Se habían llevado comestibles para estar tres meses ahí.
-¿Alimentos no perecederos?
-Había alimentos enlatados, pero también frescos. Se había llevado un contenedor con frutas y verduras para llevar a la gente de Grytviken. Tengo entendido que los ingleses querían que el barco fuera a pasar por la aduana en Grytviken, pero el capitán del barco dijo que de ninguna manera. Por eso no se les llevó nada a los ingleses y las frutas y verduras quedaron para nosotros.
-¿Por qué no quisieron pasar por la aduana?
-Porque la embajada inglesa sabía de nuestro viaje, no estábamos haciendo nada ilegal. Todos teníamos carta blanca, un documento que era el fruto de un acuerdo que había hecho el gobierno de Lanusse, por el cual los argentinos podían viajar a Malvinas, por ejemplo, sin pasaporte. Era como un carnet. Teníamos previsto estar como mínimo 60 días, preparando material para que el primer barco viniera y se fuera con la carga suficiente. Así que seguimos trabajando normalmente, y a la semana llegó un grupo de la Armada, que dijeron que lo habían mandado para custodiarnos a nosotros ante la eventualidad de que los ingleses tomaran alguna represalia. No sabíamos por qué iban a tomar una represalia, porque en realidad nosotros...
-Para vos el de la bandera había sido un incidente menor...
-Sí, claro, una cosa sin ninguna importancia.
-¿En qué momento ese pequeño roce con los ingleses se convierte en un incidente diplomático gigante?
-Yo creo que lo convierten.
-A ver, explicame eso...
-Estamos hablando después de mucho tiempo, además estando allá aislados no sabíamos lo que estaba pasando. Hablábamos todos los días por radio con Buenos Aires y a veces agarrábamos por onda corta alguna radio argentina, pero no pasaba de ahí. Para mí esto lo armaron aprovechando este negocio para perpetuarse en el poder. Vos fijate que nosotros llegamos el 17 de marzo, se produjo el incidente ese y el 2 de abril tomaron las Malvinas, o sea...
-O sea que los llevaron como al flautista de Hamelin...
-Sí, totalmente.
-¿Vos pensás que Davidoff estaba al tanto?
-No sé si Davidoff, además no te puedo hablar ni bien ni mal porque lo conozco muy poco.yo estaba más con el socio de él y después con el banco que nos financió, pero sí me doy cuenta de que algo raro pasó.
-Hubo una cama...
-Sí, no sé... Me resisto a pensarlo porque entre las personas que había en el banco Juncal había una que te diría que era mi amigo, y quiero pensar que si el sabía que iba a pasar eso no me hubiera propuesto ir.
-¿Se lo preguntaste?
-Mirá, hace muchos años que no lo veo. Él te dice que ellos no sabían nada. Pero después te enterás que el Banco Juncal, que después terminó fundiéndose, en el medio le dieron la financiera Finberco. Hay cosas que te dan a pensar... Que hubo traiciones hacia nosotros, a esta altura del partido ya no lo dudo. Ahora, si los que nos traicionaron lo hicieron a sabiendas de todo lo que iba a pasar después, no lo sé. Ahora, que nos usaron no tengo ninguna duda. Como usaron a todos los pibes. Yo no sé si ellos se imaginaron que se iba a desatar una guerra. Obviamente, si vas a tomar las Malvinas algo tiene que pasar. Lo que no sé es si tomaron dimensión de lo que estaban generando.
-Pero sí pensás que el incidente fue inflado...
-Yo estaba ahí, no es que me la contaron. Para nosotros mismos fue una anécdota, más que un incidente. Esto habrá pasado antes del mediodía y nosotros volvimos al mediodía de hacer un relevamiento de los materiales que había, ir determinando prioridades de carga, cuando nos dijeron “En tal lugar hay uno que es del Foreign Office”. Fuimos a verlos, ya no estaban más. Por lo que me contaron eran dos personas, uno de pelo largo, aspecto medio hippón. Ya se habían ido, así que fuimos y siguió todo su curso. Cuando llegó un barco con gente de la Armada comprendimos que la cosa había cambiado. Nosotros estuvimos trabajando hasta el 24 de abril y el 25 nos tomaron prisioneros. Vos no podés parar ahí, ¿qué hacemos? No es que decíamos “No laburo más, me voy”. Lo más lógico era seguir trabajando. Cuando toman las Malvinas el 2 de abril, nosotros todos contentos, todos felices como supongo que estaban todos en el continente.
-¿No tomaron la noción de que estaban en peligro?
-No, para nada. Nos enteramos cuando llegó el famoso Astiz y nos dijo que habían tomado la s Malvinas. Se hizo una especie de acto cívico militar, los tipos con un mástil y una bandera, nosotros con otro mástil y otra bandera... Había algarabía, como supongo que habria pasado acá en el continente.
-Conociste a Astiz... ¿Qué hablaste con él?
-Me dijo que estaba muy consternado porque habían matado al capitán Giacchino, que era muy amigo de él. Ese día ni se lo vio. Ya se prepararon para tomar la isla al otro día, porque en Grytviken estaba la base científica inglesa, ahí había tres ingleses, que ahí murieron un suboficial y un soldado a los que les bajaron el helicóptero, y creo que también mataron a un suboficial del submarino Santa Fe. Recuerdo que lo vinieron a buscar a Astiz, medio de madrugada, y lo llevaron en un barco. Después volvieron donde estábamos nosotros, ellos hacían sus tareas, nosotros las nuestras, por ahí nos cruzábamos durante el día. Los que estaban al mando de Astiz eran buzos tácticos, comandos, no eran colimbas. Unos se quedaron a custodiarnos a nosotros y el resto fueron a tomar Grytviken. Al otro día nos contaron lo que había pasado. Les dijeron que se rendían y cuando se acercó el helicóptero se lo bajaron. Los militares estaban por ahí dando vueltas. Las Georgias eran indefendibles, porque los Lagartos, el grupo de Astiz, eran poquitos y tenían unos fusiles con antitanques, que eran de 500 metros. Los tipos te ponen ocho barcos, nueve barcos a 600 metros y andá a defenderte. Empezaron a hacer ablandamiento de costa, nosotros estuvimos en nuestra radio escuchando las conversaciones de los barcos, de los de Grytviken con el continente. Hasta que llegó un momento en que uno de los militares nos dijo que había que irse porque nos iban a tomar prisioneros.
-Siempre se dice que Astiz fue cobarde, que se rindió sin disparar un solo tiro...
-Sí, pero la verdad es que no había manera, no tenían con qué. Te repito: vos tenés una gomera y yo tengo un fusil. Tu gomera llega a 50 metros. Yo me mantengo a 100 metros y te mato. Yo conté no menos de nueve barcos. El día que nos tomaron prisioneros vino uno de los hombres de Astiz, nos dijo Bueno muchachos, nos rendimos, ustedes se van a entregar hoy, nosotros mañana a la mañana, y mientras tanto ellos tenían que tirar las armas, romper las armas, qué se yo esas cosas de los militares. Y bueno, nosotros nos entregamos, fuimos caminando, hasta que nos recibe una patrulla inglesa, uno de los muchachos que habíamos llevado hablaba bien inglés, nos dijeron “Bueno, sigan caminando hasta Stromness, quédense en alguno de los lugares por ahí, que al otro día alguien los va a ir a buscar”. Veníamos muy distendidos, nos habían informado que nadie nos iba a tocar, que los ingleses no nos iban a hacer nada, que éramos civiles, que de acuerdo al tratado de Ginebra no nos podían tomar declaraciones ni nada, y así fue hasta que llegamos a un punto, íbamos todos caminando, fumando, distendidos, y antes de llegar nos empezaron a balear de todos lados. Todo el mundo cuerpo a tierra, fue una especie de simulacro de fusilamiento. Éramos 39, habíamos acordado que yo iba adelante y que otro compañero iba atrás,al final, para que no se perdiera ninguno en el camino, porque se te pierde uno ahí en la noche y no lo encontrás más. El que hablaba bien inglés era el último de la fila. Nos dejaron toda la noche ahí a la intemperie. Decí que no llovió ni nevó, porque hacía un frío terrible y más de uno la quedaba ahí. Al otro día nos dicen que nos quedáramos sentados , ahí anochece muy temprano, habremos estado entre las 5 de la tarde y las seis de la mañana. Cuando amaneció bajó uno de ellos, nos dijo que fuéramos caminando el tramo que faltaba hasta los lugares cubiertos, que era a unos 500, 600 metros. Cuando llegamos bajó un helicóptero del Endurance, ahí tomamos contacto y nos dijeron que nos quedábamos tranquilos, que nosotros no teníamos nada que temer porque éramos civiles, que nos iban a dispersar en distintos buques, y que iban a ver cómo se iban dando los acontecimientos.
-¿Cumplieron los ingleses?
-Te digo que fuimos bastante bien tratados. Al tercer día nos pasaron a todos a un buque tanque, a civiles y militares. Los civiles estábamos en la popa del barco, en el hangar, custodiados por 13 soldados ingleses. Pusieron catres, bolsas de dormir y ahí estábamos. Nos sacaban una hora por día a cubierta. Y de ahí ya nos desconectaron del mundo. Desde el 25 de abril hasta el 14 de mayo estuvimos en el barco. Creo que el 12 de mayo llegó una delegación de la Cruz Roja Internacional, que es la que nos rescata a nosotros. Nos ponen al tanto de toda la situación, de la guerra, de que se habian hundido barcos, no me acuerdo si ya había pasado lo del General Belgrano... Hubo un día que nos trataron muy mal, creo que ese día la aviación había hundido un barco inglés. La gente de la Cruz Roja nos dijo que nos iban a llevar a la Isla Ascensión al día siguiente, que ahí tenían un avión que habían contratado ellos para sacarnos, que tratáramos de evitar cualquier tipo de incidente porque eso podía hacer que se abortara la entrega de los prisioneros. En la punta del hangar habían puesto un tacho con una cortina para que uno pudiera hacer sus necesidades. Cada vez que había que vaciarlo, había que subir a cubierta y tirarlo, si había viento en contra tirabas y te volvía todo... Me acuerdo que uno de los muchachos se quejó y le contó eso al de la Cruz Roja y el tipo amablemente le explicó que esto era una guerra y que no tenía idea de la situación que se estaba viviendo en las Malvinas. Al otro día, nos sacaron en helicóptero del barco, de ahí viajamos a la isla Ascensión, que tengo entendido que es una base inglesa arrendada a los norteamericanos. Había soldados sin ningún tipo de insignia, creo que eran norteamericanos. Nos fotografiaron, nos subieron a un avión. Totalmente prohibido subir la ventanilla, con la amenaza de que si alguien la abría hasta 15 minutos después del despegue nos iban a disparar. En ese avión nos llevaron a Montevideo. Ahí nos volvimos a juntar con los famosos Lagartos y los del Submarino Santa Fe, que habían estado en el mismo barco con nosotros, pero en diferentes sectores: nosotros en un hangar y ellos creo que en la bodega. Los cinco extranjeros que estaban en nuestra delegación -dos uruguayos, dos chilenos y un español- estuvieron en un régimen totalmente distinto, alojados en camarotes, porque no eran parte del conflicto y por lo tanto no eran prisioneros. Tuvieron un trato más amable con ellos En el Uruguay nos recibió el embajador argentino, que era el General Rivero, y de ahí nos mandaron a Buenos Aires en el buque Piloto Alsina, con un ablande previo de que nadie tenía que hablar, querían que nos quedáramos no se cuántos días en el barco, y nosotros estábamos desesperados por llegar a casa. Nos largaron con el compromiso de que nadie podía decir nada referente a lo que habíamos vivido.
-¿Vos sabías quién era Astiz, tenías alguna noticia de sus crímenes en la Esma?
-No, para nada, y te digo la verdad, no me parecía un tipo que estuviera en condiciones de cuidarnos. Pensé: “Este nos va a defender?” Una vez lo escuché hablar por radio, que decía “Necesito que me manden garrafas para la gente”... y pensaba “Con el quilonmbo que hay está pidiendo garrafas”... Salvo que estuviera hablando en clave, era una conversación que no tenía mucho sentido. Él decía que nos venía a cuidar por si venían a desalojarnos los ingleses, y la verdad es que vinieron y nos desalojaron. En fin... Para mí fue todo orquestado, que a nosotros nos vendieron, nos traicionaron mal es evidente. Y con respecto a Astiz, para nosotros era un muchacho que venía y charlaba con nosotros... Él no viajó con nosotros. Los civiles, los de la armada viajaron en el barco, a él lo llevaron en otro. Cuando llegamos el avión me acuerdo que alguien preguntó: “Che, y Alfredo?” Era “Alfredo”. Lejos de imaginarnos quién era y qué había hecho. Pensá que en junio el país todavía estaba en guerra y se estaba jugando un Mundial. Cosas que pasan acá nada más. Estábamos en Disneylandia. Malvinas fue el disparador de un montón de cosas. Se perdieron un montón de vidas dirigidas por reverendos hijos de puta. Si esa jugada les salía bien, capaz que hoy todavía estoy estaban. Acordate que el 2 de abril -yo no estaba en Buenos Aires, me lo contó mi señora- la gente fue a la Plaza a vivar a Galtieri, que en la misma plaza donde dos o tres días antes [el 30 de marzo] habían corrido a la CGT a los tiros.
-¿Cómo siguió tu vida cuando volviste?
-Yo lo que sabía es que tenía que seguir viviendo. No fui a ni pelear ni a hacer la guerra, fui a laburar. Volví y tenía que seguir laburando porque tenía a mi familia y a mis hijos. Mi vida era eso: mi mujer, mis hijos, mi laburo, ir a jugar a la pelota... Vine acá a Buenos Aires y como no había laburo me fui al Chaco. El año pasado tuve la posibilidad de ir a las Malvinas. Me invitaron a participar de los sorteos que se hacen con los ex combatientes del municipio y salí sorteado. Estve ahí con los muchachos, que me decían Nosotros estábamos acá, y había un muchacho que le metieron un cohete que lo atravesó de lado a lado, te lo contaban como si estuviera pasando hoy... y después ir al cementerio y ves las cruces de nuestros muertos, los “chicos de la guerra”, los “chicos de la guerra” las pelotas... Dieron su vida por la patria, y vos le preguntás hoy y te dicen Yo voy de vuelta. Recién en 2018, cuando estuve en Malvinas, entendí de veras lo que pasó.