La historia de Ana Rosa Díaz se sale de la norma. Desde hace muchísimos años se gana la vida como trabajadora doméstica, un oficio que se nota cuando no se hace, muchas veces invisibilizado. Las mujeres como Ana Rosa no solo limpian el piso, muchas veces planchan, lavan, hacen trabajos de jardinería, cuidan niños y a veces hasta cuidan algún enfermo que está en la casa de los "patrones".
Ana Rosa tuvo la fortuna de trabajar con alguien que no era explotador, todo lo contrario según ella misma cuenta: "Gracias a Dios yo tuve la suerte de que mi empleador me enseñó a trabajar legalmente". Así, Ana Rosa aprendió cuánto dinero le correspondía cobrar en el aguinaldo, cuándo se podía tomar vacaciones, cómo se lee correctamente una boleta de sueldo. Empezó a conocer sus derechos laborales.
Ana Rosa es salteña y como trabajadora doméstica usa muchas veces al día el transporte público. Cuenta que en los cientos de viajes que realizaba para ir y volver de las casas particulares donde hacía la tarea doméstica, se encontraba con otras compañeras y, coincidentemente, tenían la misma preocupación: los bajos salarios que los empleadores le pagan a las domésticas.
Ella misma cuenta que "por su forma de ser", empezó a hablar con sus otras compañeras en los colectivos, y después ya se hizo conocida. Cada vez más le llegaban preguntas de trabajadoras domésticas que tenían dudas sobre sus salarios y, como ya toda Argentina sabe: la organización salva.
De a poco, las trabajadoras se fueron aglutinando bajo el nombre "Unidas Podemos Lograrlo" para reclamar derechos laborales. Primero eran unas pocas y ahora son más de 1200 trabajadoras que están organizadas y hasta viajan a diferentes puntos del país para que los derechos de las trabajadoras domésticas sean cumplidos.
Cuando el 13 de marzo de 2013 se derogó la Ley 26.844, quedó establecido el Régimen Especial de Contrato de Trabajo para el Personal de Casas Particulares que sobre todo asegura (en el artículo 48) que se duplique la indemnización en caso de despido.
Diez años después, con la irrupción de Javier Milei en la vida política argentina, el artículo 48 está en juego: qué pasará con el salario de las trabajadoras domésticas, cómo es la realidad de estas trabajadoras que como salario mínimo cobran $170 mil pesos y tienen que alimentar a familias numerosas. BigBang se acercó a Ana Rosa que respondió con tono amable y chispeante cómo se organizan, qué necesidades y preocupaciones tienen en su colectivo y cómo le harán frente al monstruo libertario.
¿Cuáles son sus principales preocupaciones de cara al nuevo gobierno y a la implementación del DNU de Javier Milei?
-Cuando leímos la parte laboral con la cuestión de que sacaba la doble indemnización de las trabajadoras eso nos perjudica un montón, porque hemos luchado y seguimos luchando contra los empleadores que no tienen registradas a las a las chicas.
Para nosotros no tener esa herramienta para poder hacer que el empleador tome conciencia de que va a perder plata a la hora de no registrar a la compañera nos desfavorece un montón, porque le va a dar lo mismo tenerla registrada, que no.... total si la tiene que indemnizar va a ser por la misma cantidad de plata.
Porque muchas veces la trabajadora doméstica se encargan de las casas de la gente de "la casta"
-Yo cuestiono el hecho de que nosotros tenemos categorías y las categorías están para respetarse. Tenemos cinco categorías, la más alta -que sería la 5- es la peor pagada que es la que hace todo el trabajo. La categoría número 1 que es la de supervisora que en Salta directamente no existe; la categoría número 2 que es de tareas específicas donde están solamente las tareas específicas, como las cocineras o por ejemplo el jardinero que va, corta el pasto y nada más... no entra a la casa a lavarte los platos.
En ninguna de ninguna provincia se respeta la categoría. La compañera que es de categoría 4, -que es de cuidado de personas ya sea adolescentes, niños, personas mayores con o sin discapacidad- se tiene que dedicar a cuidar a esa persona pero también tiene que lavar, tiene que planchar, tiene que cocinar, tiene que limpiar. Entonces ahí es donde la compañera pierde.
¿Qué te dicen las compañeras, alguna vez se han sentido tan ajustadas económicamente como desde la implementación de este gobierno con un 30% de inflación?
-Nosotras venimos ajustadas desde hace varios años porque la ley dice que nuestro sueldo está limitado por el Salario Básico Vital y Móvil, o sea que si no aumenta, a nosotros tampoco nos aumentan. Nosotros no tenemos ítems aparte donde nos paguen presentismo, incentivos por productividad, ni siquiera el transporte.
Ahora no hay reunión ni del Consejo del Salario ni del Consejo de Trabajadoras de Casas Particulares... hasta que no pase eso, no va a haber aumento. Ahora hubo mucha reducción de trabajo, cambios de contratos laborales y no fueron respetadas las indemnizaciones.
Por eso tienen que apoyarnos y acompañarnos. Porque tengan en cuenta que nosotras si no realizamos el trabajo que hacemos, muchos trabajadores no van a salir a trabajar porque no van a tener con quien dejar ni hijos, ni sus casas, ni a sus perros.
Si nosotras nos apoyaran con algún pedido a nivel nacional para que podamos adherir al paro (del 24 de enero convocado por la CGT), para nosotros sería fantástico porque sería una visibilización de los derechos de las trabajadoras de casas particulares.
¿Pensás que puede impactar, por ejemplo, en la vida diaria de las empleadas domésticas la suba del colectivo y la suba de las tarifas de alimentos, cómo ves la situación?
-Nosotros la vemos muy negra. Acá en Salta nosotros no tenemos el sistema de SUBE, tenemos el sistema SAETA. Entonces, al no tener SUBE en nuestra provincia, no tenemos ningún descuento, lo pagamos al 100% y al igual que en todos lados nos movilizamos hasta en seis colectivos, ocho colectivos diarios para ir y volver a diferentes lugares en donde trabajamos. Así que para nosotros el aumento de colectivo es muy impactante porque si se va a $500 estaríamos trabajando dos horas para poder pagar el boleto.
Ni siquiera para pagar un kilo de carne, vos trabajás una jornada de cuatro horas por las que cobrás $1.500 pero tenés a $6000 el kilo de carne. Entonces en una jornada de cuatro horas no llegamos ni siquiera a comprar la carne para darle de comer a nuestra familia.
Yo gasto $1.500 pesos de pan todos los días, porque los chicos tienen que desayunar y tienen que merendar, hay días que a la merienda no comen pan. Y si no me queda comida, a la noche tengo que darles té. Entonces a nosotras como trabajadoras es muy muy impactante todo lo que está pasando a nivel económico, porque no nos alcanza.
Inclusive en esta época tenemos la mayor dificultad: al terminar la época escolar muchos empleadores tienen la costumbre de dejarnos sin trabajo en diciembre, para no pagarnos el aguinaldo o para ahorrarse las vacaciones. En febrero o marzo nos vuelven a contratar cuando comienzan de nuevo las clases.
Acá en Salta hay mucha gente pobre, entonces acá el Gobierno también nos ayudaba mucho. Pero ahora ni eso porque también ya han declarado que tampoco no lo van a poder hacer.