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En primera persona: el presidente electo y una descripción emotiva de sus cuatro hijos

Fruto de su primer matrimonio con Ivone Bordeu, Macri es padre de Agustina (33), Gimena (30) y Francisco (26). Antonia, de 4 años, protagonista de la campaña, es la hija que tuvo con su actual mujer Juliana Awada.

23 Noviembre de 2015 16:33
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El nuevo presidente electo tiene cuatro hijos, pero solo la menor de ellos, Antonia se robó el protagonismo durante la campaña. La pequeña ingresó al despacho de su padre en plena entrevista de Macri con Jorge Rial para BigBang, y le entregó un dibujo que causó las carcajadas de todos: un helicóptero.

Eran aún los días en que desde el kirchnerismo azuzaban, para restarle votos al candidato de Cambiemos, el fantasma de Alianza y de Fernando De la Rúa. El propio Macri no reparó en hablar de Antonia, contar anécdotas de ella, relatar con detalles la relación que mantiene con la pequeña y siempre remarcando que el haber sido padre a los 52 años le cambió la cabeza.

Antonia, de 4 años, pedía “ir a bailar al búnker con papá”.

Es el propio Presidente electo quien relata, en su página web, la relación con sus cuatro hijos y lo que ellos significan para él.

“Cuando nació Agustina yo tenía apenas 22 años. Cuando me divorcié, a los 32, tenía tres hijos: Agustina de nueve años, Gimena de cinco y Francisco de dos. Todo pasó muy temprano, sobre todo si lo comparo con las costumbres actuales, cuando la edad promedio de los hombres que se casan en Buenos Aires es de 32 años”, relata Macri.

Macri camina por las calles de Barcelona con su hija Agustina, en 2007.

Y el Presidente electo sigue relatando, con prosa cuidada y refiriéndose a sus sentimientos, intimidades vinculadas a sus hijos. “No puedo recordar exactamente en qué fecha fue, pero tengo guardadas imágenes mentales de aquel fin de semana en 1991 en el que estuve por primera vez solo con los tres. Ellos y yo, sin nadie más. Los fui a buscar temprano con todo planeado. Estaba nervioso, porque quería que las cosas parecieran naturales. Ese día lo pasé tratando de divertirlos. Jugamos, nos disfrazamos, cantamos, se hizo de noche, comimos, les conté cuentos, los acosté, los tapé, los besé. Quería que estuvieran tranquilos, que supieran que a pesar del divorcio las cosas no cambiarían, que yo seguiría siendo su papá para siempre. Supongo que todos los hombres divorciados del mundo quieren hacer lo mismo alguna vez, pero hay actos de los que sólo es posible entender su completa profundidad cuando los hacemos nosotros mismos”.

Agustina con sus amigos Calu Rivero y el RR.PP., Leo Matheu.

“De repente los vi. A los tres. No sé si estábamos desayunando o jugando a algo, pero los vi claramente, los vi como no los había visto nunca hasta ese momento. Tres personas, tres historias, tres vidas. Seres independientes y distintos a mí que vivirían sus vidas mucho más allá de la mía, con sus propias pasiones, sus propios sueños, con destinos que podrían ser diferentes y hasta antagónicos a lo que yo podía imaginar para ellos en ese momento”, cuenta un Macri intimista, algo novedoso en su manera de ser y agrega: “Últimamente me pasa lo mismo con Antonia. A veces me quedo mirándola mientras juega con Juliana en lo que es la escena más hermosa de mi vida, y mientras las miro me pregunto '¿Qué vida vivirás, Antonia?'”, escribe el Presidente electo.

 

De su primer matrimonio con Ivonne Bordeu, Mauricio Macri fue padre de tres hijos: Agustina, de 33 años, Gimena, de 30, y Francisco, de 26. Los tres hijos mayores son la contracara de Antonia. Eran otros tiempos, durante las infancias de estos Macri no era político, sino uno de los empresarios heredero del holding que más facturaba en los 90 y siempre trató de resguardarlos de los paparazzis que no le perdían pisada a él.

Gimena, tampoco es muy conocida por ahora, es la artista de la familia.

Agustina, la mayor, nació cuando Macri tenía 22 años. Jamás le interesó la política y fue uno de los miembros del clan familiar que siempre se opuso a que su padre ingresara a la política. Agustina estudió sociología en la UBA y perfeccionó sus estudios en España. Cambió su carrera y en Barcelona decidió ser cineasta. Regresó al país en 2008, cuando su padre ya era jefe de Gobierno y aprovechó para grabar el deterioro del Teatro Colón, en pleno centenario, durante la remodelación de la sala.

Gimena capta preparando una muestra artística en un de sus locales.

Gimena explotó su veta artística y también debió emigrar hacia el exterior en busca del anonimato. Vivió durante un año en San Francisco, Estados Unidos, para perfeccionarse en Artes Visuales (En Buenos Aires estudió en el prestigioso IUNA).

En 2004 viajó a Londres para estudiar dibujo y hasta trabajó de moza en Punta del Este. De hecho, en cada lugar en el que se afincó para estudiar trabajó de moza para generarse un ingreso.

Alguna vez llegó a presentar sus obras en una de las muestras de ArteBA, con gran éxito.

Alguna vez, en una entrevista en TV, Macri se refirió a esto: “Hemos tenido largas discusiones por eso. Pero yo tuve que entender que ella no quería nada material de mí, y me explicó que necesitaba hacer su propia experiencia y ganarse por sí sola su sustento para vivir. A mí, aunque me costó aceptarlo, me pareció bárbaro, ya que ella me estaba diciendo que quería hacer su propio camino”, explicó.

Sus padres le dicen “Fideíto”: es bella y viste a la moda.

Sin embargo, Gimena, a quien su padres le dicen “Fideíto”, logró sortear a la prensa, y participó en varias exposiciones, incluida Arte BA, donde vendió pinturas, según cuentan, por al menos U$S 25 mil. El año pasado fue noticia cuando le tocó ser víctima de un robo al voleo y el propio Macri contó que “le robaron seis veces aca”.

Con un amigo en una muestra de arte.

Francisco, su único hijo varón, es un verdadero enigma para los medios. Casi nada se sabe de él. Solo que fue un gran jugador del equipo de rugby de Cardenal Newman.

Gimena, Agustina y Francisco, cuando eran chicos.

"La vida es cambio. Me lo enseñan con insistencia mis hijos mientras se convierten en hombres y mujeres, me lo enseña la piel de mis manos, me lo enseñan las estaciones... Aceptar el cambio, vivir sin intentar capturar a las cosas, ni a las personas, ni a los momentos, mirar siempre hacia adelante, avanzar con confianza, con esperanza, no temer... Ese es el desafío de la vida", cuenta el presidente electo.

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