Dicen que en pueblo chico, el infierno es grande. Guanaco Muerto no sólo es la pequeña comuna que ayer quedó en boca de todos luego de que saliera a la luz que había más pensiones por discapacidad que habitantes. Sin señal de telefonía, gas ni caminos transitables, es uno de los pueblos más humildes de la provincia de Córdoba, donde no llegan ni siquiera los ladrones.
La polémica surgió luego de que el Gobierno redujera sustancialmente las pensiones por discapacidad. En Guanaco Muerto, al norte de Córdoba, a unos 40 kilómetros de Cruz del Eje, hay poco más de 500 pensiones otorgadas, según datos de la Comisión de Pensiones del Ministerio de Desarrollo Social de la Nación.
Lo llamativo es que la cifra pareciera no tener relación con la cantidad de habitantes. Según datos del Ministerio de Desarrollo Social, son 320 habitantes. Sin embargo, esta mañana el intendente, Domingo Zenón Soria, le dijo a radio Mitre que eran 699 habitantes. Como sea, los porcentajes son altos: si es como dice el Gobierno nacional, hay más pensiones que habitantes. Si es como dicen en Guanaco Muerto, más de un 80 por ciento de la población cobraría una pensión por discapacidad.
NÚMEROS QUE OCULTAN UNA TRAGEDIA
Guanaco Muerto forma parte de una cadena de pequeñas comunas que integran Cruz del Eje. En total son siete y entre todas no alcanzan los 2.000 habitantes. La Batea, por ejemplo, según el último censo tiene 99 habitantes.
Muchos años atrás, por allí pasaba un tren que recogía la producción de las salinas de la zona. Si bien no era un pueblo con miles de habitantes, había más movimiento. El cierre de ramales que por allí transitaban fue parte de la condena perpetua. No son pocos los memoriosos que aún hoy recuerdan la frase del entonces presidente Carlos Menem: “Ramal que para, ramal que cierra”.
La sala de atención médica de Guanaco Muerto atiendo sólo dos veces por semana.
Guanaco Muerto es un pueblo incomunicado. Tirso Montalbán, vecino y amigo del intendente, le cuenta a BigBang que no llegan los servicios básicos: no llega el gas, el servicio de agua es deficiente, los caminos de tierra son prácticamente inaccesibles, no hay colectivo y las distancias entre una casa y otra es de varias cuadras.
“No se puede vivir así, este es un lugar que se merece una reparación histórica urgente”, reclama Montalbán.
A Guanaco Muerto tampoco llega la señal de telefonía celular. Hasta hace algunos años llegaba una sola de las tres empresas líderes del mercado, pero ahora no. De hecho, BigBang intentó, tanto ayer como hoy, comunicarse con vecinos que estuvieran allí y la respuesta siempre es la misma: el teléfono apagado o fuera del área de cobertura.
El único medio de comunicación de Guanaco Muerto es una radio comunitaria.
Montalbán relata que en Guanaco Muerto hay “indigencia total”. Los números tendrían una explicación que algunos se animan a plantear en voz baja: lejos está de haber 500 personas con discapacidad en un paraje con 700 habitantes. Pero como la pobreza en algunos casos es extrema, se habría recurrido a ese tipo de subsidios para poder otorgar una ayuda, aunque sea mínima, a los habitantes que más la necesitan.
Hoy Soria se defendió y detalló que no le dieron ningún beneficio a quienes “están un poquito mejor que otros” ni a los que “manejan camionetas”.
Hasta hace pocos años eran ranchos, donde la precariedad era aún mayor que en la actualidad. Luego, por un programa llamado “Plan de Erradicación de Ranchos”, en Guanaco Muerto se construyeron 174 casas. “Antes había mucho Chagas, con eso se empezó a erradicar”, dice Montalbán.
Otra vecina - que prefiere el anonimato - le dice a BigBang que, en verdad, ahí radicaría el fondo de la cuestión: como el Mal de Chagas es una enfermedad que tiene tratamiento pero no cura, se otorgaron muchas pensiones de discapacidad a quienes lo padecen.
Uno de los accesos al paraje ubicado a más de 40 kilómetros de Cruz del Eje, en Córdoba.
Es un pueblo olvidado, donde todo queda lejos. La mayoría de los habitantes debe viajar varios kilómetros para abastecerse de comida y demás productos básicos, porque en las despensas que hay en la zona los precios son elevados. El colectivo, recuerda Montalbán, cuesta $70, una cifra para nada económica, sobre todo si se tiene en cuenta que es un pueblo humilde, carenciado.
Consultados por BigBang, los dos vecinos coincidieron en un punto: no recuerdan haber escuchado casos de robos o muertes por hechos delictivos. En Guanaco Muerto no hay inseguridad. O eso dicen. Entre las calles de tierra hay una escuela rural y una pequeña sala médica que atiende sólo dos veces por semana, con médicos que viajan desde otras ciudades de Córdoba.
Llegar al paraje se torna complejo por el difícil acceso.
La historia de Guanaco Muerto es más que el infierno de un pueblo chico. “Hay lugares donde a la gente le da un infarto y no hay cómo atenderlo”, describe Montalbán, el amigo del jefe comunal. Pareciera, más bien, la crónica de un paraje abandonado. De un pueblo donde habita el olvido.