24 Agosto de 2016 09:17
El llamado al 911 con amenazas hacia María Eugenia Vidal que se efectuó desde un teléfono correspondiente al pabellón de buena conducta de la Unidad 9 de La Plata despertó controversia entre los 50 presos del sector.
La molestia y el enojo eran tales, que los detenidos no tardaron en iniciar una pesquisa interna para hallar al culpable, luego de que las autoridades penitenciarias amenazaran con quitarles beneficios. Y la búsqueda resultó efectiva: a las pocas horas de conocerse el episodio el hombre que hoy será indagado por la fiscal Leyla Aguilar fue “entregado” por sus propios compañeros.
Vidal fue amenaza por un preso que será indagado hoy.
La información, que fue confirmada a BigBang por fuentes de la investigación, es uno de las dos certezas con las que cuenta la fiscal en la previa de su encuentro cara a cara con el detenido. La otra es una hipótesis que crece con fuerza en la consideración de Aguilar: que al preso lo obligaron a efectuar la amenaza. Claro que ahora se deberá determinar quién y por qué.
La Unidad penitenciaria desde donde se efectuaron los llamados.
Para la Justicia resulta extraño que la llamada intimidante surja de ese particular sector, el más beneficiado de la unidad y compuesto por los presos con mejor conducta. Se trata de un minúsculo grupo de 50 detenidos que disfrutan, por ejemplo, del sol del jardín, horas de lectura, talleres y recreación. Además pueden estudiar Derecho, Periodismo e Informática en su propio Centro de Formación Profesional 404.
Aguilar indagará hoy al preso que efectuó las llamadas.
El reglamento en el penal es claro: cuando un preso comete un error pagan todos, a menos que los demás decidan entregar al culpable. Y así fue. Pasado el mediodía del martes, Daniel Mujica, director de la unidad, recibió la noticia de que un hombre había sido sindicado como el autor de los llamados amenazantes contra la Gobernadora.
Las cámaras de seguridad del lugar no registraron el momento del llamado.
Horas antes, las autoridades penitenciarias habían observado las cámaras de seguridad sin éxito. El resultado negativo no se debió al mal funcionamiento del sistema de vigilancia sino a una pequeña trampa conocida entre los presos del lugar. El teléfono desde donde se efectuó la amenaza no es tomado en su totalidad por la cámara y si el detenido se esconde un poco, jamás será capturado por el lente. Llamativo pero real.
Ahora la Justicia pondrá el foco en los motivos del llamado. La fiscal Aguilar cree que el preso fue “obligado” a realizar la amenaza. En el entorno de la Gobernadora, creen que el mensaje mafioso podría venir de las propias autoridades penitenciarias de la Provincia, sector que Vidal decidió descabezar tras su llegada al poder. Como respuesta, sufrió, entre otros episodios, la fuga de los hermanos Lanatta y Víctor Schillaci del penal de Alvear.
