12 Agosto de 2016 10:26
Dormía cuatro horas, estaba en crisis con su mujer y sin superar la muerte de su padre. Y, como si fuera poco, no tomaba sus tranquilizantes. Así recordó José Francisco López cómo había atravesado los días previos al 14 de junio cuando la Policía Bonaerense lo sorprendió mientras intentaba esconder US$ 9 millones en el Convento de General Rodríguez.
José López relató cómo vivió los días previos a su increíble detención en el monasterio.
Dos meses después de su caída, el otrora poderoso secretario de la Obra Pública kirchnerista por más de doce años, ahora pesa 17 kilos menos. En el encierro del Complejo Penitenciario Federal I de Ezeiza bajó de 86 kilos a 68 kilos. Muy pocos para un hombre de 56 años que mide 1,70 metros. Sin embargo, ayer rompió el silencio al declarar ante el juez federal Daniel Rafecas.
El fiscal federal Federico Delgado no le cree: pidió procesar a su esposa y una de las monjas.
En el Juzgado Criminal y Correccional Federal n°3, el ahora procesado por el presunto delito de enriquecimiento ilícito aseguró que desde mayo sufría una persecución de los servicios de Inteligencia: "El parlamentario del Mercosur, Alejandro Karlen, me reveló en mayo en Uruguay que varios integrantes del cuerpo estábamos siendo investigados".
¿Delirio o estrategia?
Desde ese momento, insistió López, comenzó a sentir cómo los servicios de Inteligencia lo perseguían, no sólo en la calle sino también a través de sus dispositivos móviles. "¿Qué haces leñador?" y "éste es el día, con Google no vas a poder", fueron algunos de los mensajes que afirmó haber recibido incluso el día anterior a su sorprendente caída en desgracia.
La Justicia también investiga la relación del ex funcionario con los dueños de su casa.
El lunes 13 de junio, puntualizó, observó una inusual cantidad de personas alrededor de su casa de Dique Luján, mucho tránsito en el Acceso Tigre hacia la Autopista Panamericana y dos individuos que quisieron asaltarlo cerca de su oficina de la calle Lavalle: "Una pareja, que venía atrás mío, me preguntaba “¿qué llevaba en el maletín?, ¿droga?, ¿dólares? ¡Queremos ese maletín!".
López habría sido, según su propia declaración, el único que sabía de los bolsos ocultos.
"Esa noche escuché voces burlonas en el televisor de mi casa, pero mi mujer me pedía que descansara. El único lugar donde encontraba paz era en el monasterio de Alba. Por eso, hablé con la Madre. Pero como seguía escuchando voces, primero intenté buscar la Glock y finalmente encontré la carabina. Por eso, mi mujer se asustó y me dejó solo", explicó.
De Tigre al monasterio
En la soledad de su casa de Dique Luján, sugirió, las voces lo acercaron a la muerte: "Una voz masculina me decía 'te va a pasar lo mismo que al Lauchón (Viale)', pero yo le respondí 'yo no me voy a suicidar porque no soy (Alberto) Nisman. Pero eso no fue todo: veía una nube de gas en el dormitorio y manchas de sangre en el pasto. Tenía la sensación de que alguien estaba detrás mío".
La Justicia desea saber si la Madre Alba está en condiciones de declarar en la causa.
"Por eso, atravesé la ventana de mi habitación para llegar con una escalera plegable hasta el tanque de agua donde tenía los bolsos. Después bajé, tomé la carabina descargada y me subí al auto. Las voces seguían: '¿Qué vas a cazar?, ¿pajaritos?'". En ese momento, si bien afirmó sentirse perdido, finalmente manejó hasta General Rodríguez.
El detenido reconoció la relación preexistente tanto con la Madre Alba como con el Obispo Di Monte.
No era la primera vez que López visitaba a Alba. En los últimos doce años se reunió allí al menos ocho veces. Pero la madrugada del martes 14 de junio fue diferente a las anteriores. Dejó el auto en marcha, con las luces encendidas y las ventanas bajas. Tocó el timbre varias veces, pero ante la incómoda presencia del testigo Jesús Ojeda, decidió saltar el portón con los bolsos y el arma.
Los bolsos de los millones
Según las declaraciones testimoniales de las hermanas María y Marcela, López y Alba estuvieron reunidos durante casi una hora hasta que la Policía Bonaerense finalmente lo detuvo. "Ni las hermanas orantes y penitentes ni mi familia sabía del contenido de los bolsos. Mi intención era dejar todo el dinero allí antes de entregarme", confesó.
Las cámaras de seguridad grabaron segundo a segundo el ingreso de López al monasterio.
Sin embargo, ante el fiscal federal Federico Delgado, el ex secretario de Obras Públicas, quien administró US$ 100.000 millones en los últimos doce años, rechazó haberse enriquecido ilícitamente a través de su función: "Yo, mi señora, mi suegra y mi familia no nos enriquecimos porque tenemos exactamente los mismos bienes que en el 2003".
El ex secretario de Obras Públicas administró US$ 100.000 millones en los últimos doce años.
Finalmente, con la asesoría de sus abogados Fernando García y Diego Sánchez, López concluyó su estratégica defensa ante el juez Rafecas con una inquietante promesa: "Ese dinero no me pertenece a mí sino a la política, pero sobre este tema no puedo contestar más preguntas. Cuando tenga la fortaleza física, psicológica y espiritual necesaria, voy a dar más detalles".