Los anuncios que cayeron como una bomba, incluso dentro de Casa Rosada. Después de que Horacio Rodríguez Larreta se quejara públicamente de que se enteró "por televisión" del decreto con el que Alberto Fernández profundizó las medidas de restricción en el AMBA, fueron muchos los "propios" del presidente que quedaron en el centro de la escena, después de haber sostenido hasta último momento en los medios que no se avanzaría contra la presencialidad de las clases. Los dos llamados a Cristina Kirchner, la comunicación clave con Axel Kicillof, el reclamo de su "tropa propia" y Vilma Ibarra, la única voz a la que escuchó antes de firmar el decreto.
La semana ya había comenzado picada. Después de quince días de idas y vueltas en torno a la fuerte suba de contagios en el AMBA y a la llegada de la ahora denominada "nueva pandemia", la constante negativa del Gobierno de la Ciudad de avanzar con medidas en conjunto con la provincia se tornó casi insostenible. Con los móviles de los canales de televisión apostados en Balcarce a la espera de novedades y la sociedad expectante, el presidente aprovechó su último día de aislamiento en Olivos para analizar en soledad qué posición tomar frente al "empate técnico" entre Larreta y Kicillof.
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"Esta semana habló dos veces con Cristina. Ella le dijo: 'Dale bola a Axel'", reconocen fuentes cercanas al presidente, que siguieron de cerca el minuto a minuto de la toma de decisiones. El presidente levantó el teléfono y se comunicó con el gobernador bonaerense, quien no sólo le planteó su preocupación por la ocupación de camas intensivas y la virulencia actual del Covid-19, sino que le transmitió su preocupación en torno al foco de contagio que estaban siendo las escuelas; no sólo por el comportamiento de los chicos dentro de las aulas, sino también por el poco cuidado sanitario de los padres a la hora de ir a buscarlos.
La medida de regresar a la virtualidad no contaba con el apoyo del ministro de Educación, Nicolás Trotta. Tampoco con la aprobación de Carla Vizzotti, ni de Santiago Cafiero. Se lo dejaron en claro en la cumbre urgencia que tuvo lugar el martes por la tarde en Casa Rosada. "El que lo convenció del cierre de las escuelas fue Kicillof y no lo iba a negociar", refuerzan, al tiempo que reconocen que era sabido que el anuncio no sólo generaría malestar en gran parte de la sociedad, sino que podía ser utilizado políticamente por Juntos por el Cambio.
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"A la única que escuchó fue a Vilma Ibarra", destacan. Y el dato no es menor. Además de ser una persona de máxima confianza es, además, la secretaria legal y técnica de la presidencia. Su aporte fue jurídico y político. "Le sugirió que, de sumar el cierre de las escuelas, fuera a través de un DNU y no de una decisión administrativa, como habían pensado inicialmente; porque era más objetable y vulnerable que un decreto de necesidad y urgencia, que tiene fuerza de ley", suman.
¿En qué se apoyó el presidente para avanzar con las restricciones? La llegada de vacunas. Desde el inicio de la "segunda pandemia", en el Gobierno entienden que ahora enfrentan una carrera mucho más desafiante: deben acelerar sí o sí la campaña de vacunación a nivel nacional, en un contexto de desabastecimiento de dosis a nivel mundial. La apuesta del presidente es aprovechar estos días para terminar de inocular a las poblaciones de mayor riesgo con los primeros tres envíos ya confirmados: el fin de semana llegarán las 864 mil dosis de AstraZeneca (como parte del mecanismo Covax), 580.000 dosis de la vacuna Covishield de Oxford-AstraZeneca y alrededor de medio millón de dosis más de la Sputnik.