El escándalo del Correo, el fatídico error de las jubilaciones y hasta, en 2016, la suba de tarifas, pusieron de relieve cómo funciona el sistema de decisiones de Mauricio Macri y su gabinete.
Una geometría basada en triángulos y mesas “chicas” que le jugaron una muy mala pasada al Gobierno y constituyeron, la semana pasada, en una de las peores desde que el macrismo llegó al poder. Ahora bien, ¿cómo funciona el esquema de decisiones del presidente? ¿Quiénes son los funcionarios con mayor poder?
El Presidente, Peña y Durán Barba.
El triángulo de gestión
El jefe de Estado armó un primer triángulo de gestión que integran el jefe de Gabinete, Marcos Peña, y los dos vicejefes, Mario Quintana y Gustavo Lopetegui.
Peña suele estar vinculado a la visión global y los temas internacionales que tanto lo apasionan desde que era estudiante de Ciencias Políticas en la Universidad Di Tella. Por su lado, como coordinadores, Quintana y Lopetegui se repartieron todos los ministerios del gabinete y con cada funcionario tienen reuniones quincenales. Una vez por mes, con Macri.
Quintana y Lopetegui se repartieron todos los ministerios del gabinete y con cada funcionario tienen reuniones quincenales. Una vez por mes, con Macri".
El reparto de ministerios fue, a grandes rasgos: Quintana con el gabinete “social” (Desarrollo Social, Educación, Trabajo, el PAMI y el Anses) y Lopetegui con las áreas “duras” de obra pública (Transporte, Interior, Defensa). Con dos excepciones por conflictos claros de intereses: Quintana intenta no meterse en Salud (es el dueño de Farmacity) y Lopetegui en Aerolíneas Argentinas (fue CEO de Lan hasta fin de 2015).
Quintana y Lopetegui, en una reunión con Macri y Gabriela Michetti.
Nadie del Gobierno que haya pasado por el primer piso de la Casa Rosada ha dejado de escuchar las feroces críticas de Lopetegui a la conducción de la renunciante Isela Constantini (Aerolíneas) o de Quintana a Jorge Lemus (el ministro de la cartera sanitaria). Otro capítulo se dará cuando se desentrañen las charlas informales entre droguerías, laboratorios y empresas de la salud con este funcionario sobre el subejecutado Plan Remediar. Al menos, el titular del Pami, Carlos Regazzoni, resiste realizar recortes salvajes y promete bajar el déficit sin dejar de lado prestaciones.
En el plano personal: Quintana es el lado más amable de la Casa Rosada y Lopetegui el más áspero. Es más: Quintana logró una buena sintonía con Elisa Carrió producto de sus lecturas sobre espiritualidad que deslumbraron a Lilita. A Lopetegui aún le dura un poco de bronca la presunta ingratitud del embajador en EE.UU., el oficialista-opositor porteño Martín Lousteau, cuando fue su jefe de asesores en la gobernación de Felipe Solá como ministro de la Producción.
Con todo, en los papeles se supone que este tridente mantiene informado a Macri de todo lo que pasa en el gabinete. Para ello, se armó la “mesa de coordinación”, una reunión diaria donde participa este terceto particular junto a la vicepresidenta Gabriela Michetti, Rogelio Frigerio (Interior) y Emilio Monzó (el titular de la Cámara Baja).
Marcos Peña, el hombre del Gobierno clave en el esquema geométrico del poder.
En estas reuniones, a veces en Casa Rosada, otras en Olivos (hoy el presidente usa la oficina de la jefatura de Gabinete en la residencial presidencial, a metros del quincho) se debaten los temas del día y se evalúan situaciones coyunturales. Ni el error de las jubilaciones ni la causa del Correo pasaron por allí. Ambas correspondían a Quintana.
Triángulo político
En 2016 existió un segundo triángulo, el político. En él estaban Peña, Frigerio y Monzó. Sin embargo este año este triángulo político está lánguido: Peña se encargó de dejar afuera a Monzó de cuanta mesa de decisiones existe. Solo lo tiene que aguantar en la “mesa de coordinación” diaria. El jefe de Gabinete no pudo soportar las críticas del presidente de la Cámara Baja a Jaime Durán Barba pero tampoco a la falta de “política territorial”. Cambiemos es pluralidad. Pero cuando se critica a ciertos actores se difumina.
Esta mesa política fue mutando y, desde fines del año pasado, se sumaron María Eugenia Vidal y Horacio Rodríguez Larreta.
Cambiemos es pluralidad. Pero cuando se critica a ciertos actores se difumina".
Los dos, junto a Peña, quien suele llevar al secretario General, Fernando de Andreis, un funcionario de confianza máxima del presidente pero atareado por el vínculo con la AFA. También se ha sumado a esos cónclaves el propio Durán Barba.
El triángulo político Peña-Vidal-Larreta, almorzando en San Telmo.
Como una prueba del poder que emana de allí, los estrategas en medios de comunicación del Gobierno se encargaron, cuidadosamente, de difundir dos almuerzos en “La Brigada”, la parrilla de San Telmo donde, allá por 2010, se realizaban los almuerzos de los ministros porteños. Una muestra de poder en imágenes. Peña-Vidal-Larreta son el triángulo político en el que hoy se apoya Macri. Hoy Monzó no tiene un lugar claro, salvo los ágapes amables a los que lo invita Vidal para “contenerlo” a pedido del presidente.
Vacaciones y cambios
Sus dos semanas en Villa la Angostura, donde disfrutó de la belleza del paisaje en compañía de su mejor amigo desde la infancia, el empresario Nicolás Caputo, lo convencieron: las críticas, por momentos feroces, de su compañero de juegos y deportes en el colegio Cadenal Newman lo llevaron a comenzar a tomar muchos temas en sus manos.
Es decir, a un esquema de radialidad en el que él, personalmente, se ocupa directamente de los temas sin intermediarios. Pide teléfonos, utiliza el Whatsapp (su chat favorito, siempre escueto en el uso de palabras) para consultar a funcionarios de menor jerarquía y hasta habla con gobernadores peronistas por su cuenta.
Macri utiliza el Whatsapp (su chat favorito, siempre escueto en el uso de palabras) para consultar a funcionarios de menor jerarquía y hasta habla con gobernadores peronistas por su cuenta".
Si bien durante años gran parte de ese trabajo estuvo en manos de Monzó, hoy el presidente, para muchos temas, prefiere ocuparse de manera personal.
El escándalo de Correo, otro dolor de cabeza para Macri.
Este nuevo sistema no dejó de lado al primer triángulo, el de gestión, de lado. Pero sí, tras el Correo y las jubilaciones erróneas, hizo repensar a Macri que algo está funcionando mal en su Gobierno para que el ministro de Comunicaciones, Oscar Aguad, haya tenido temor en informarlo sobre Socma, Franco Macri y lo que allí se estaba cocinando. Aguad, un radical de buen diálogo con Carrió, al menos le había planteado el tema a Peña (“al pasar”, según el jefe de Gabinete) y a Quintana. ¿No le dijeron al presidente o todos minimizaron el tema?
Como sea, este esquema de decisiones hoy está en tela de cuestionamiento. No hay lugar para más errores, le advirtió Carrió al Gobierno. Y cuando Lilita alerta en Casa Rosada toman nota.