por Agustin Gulman
10 Octubre de 2018 11:10La Asociación de Personal de Plataformas (APP) formalizó este martes un pedido ante la Secretaría de Trabajo para inscribir al primer sindicato de trabajadores de plataformas móviles. Nuclea a repartidores que trabajan para las empresas Rappi, Glovo y Treggo; y a choferes de UBER y Cabify. Buscan representar a un universo cercano a los 20 mil trabajadores que a diario trasladan productos o pasajeros.
Fue un desembarco abrupto, feroz, avasallante. En los últimos meses las calles se colmaron de repartidores en bicicleta con grandes y mochilas que de acuerdo al color identifica la empresa para la que trabajan, aunque la dinámica es siempre la misma: pedalear, buscar un producto y llevarlo hasta otro punto que puede ser cerca o a varios kilómetros, cobrando en promedio unos $40 por cada viaje, más una eventual propina.
Foto viral. No son pocos los repartidores que trabajan con varias plataformas.
La Asociación comenzó a gestarse tras la protesta para exigir mejores condiciones laborales que realizó en julio pasado un importante grupo de trabajadores de Rappi, una de las plataformas más grandes en la Capital Federal, con unos 13 mil “rappitenderos”. “Decidimos que teníamos que organizarnos porque Rappi se escudaba, llamaba a la Policía, tenía un accionar muy violento”, cuenta a BigBang el secretario general de APP, Roger Rojas.
“Las empresas definen las tarifas, es una relación de dependencia encubierta: no pueden funcionar sin nosotros. Nos controlan, nos asignan pedidos, imponen precios. Nosotros ponemos la fuerza de trabajo, la bicicleta y el celular”, detalla Rojas, un joven abogado venezolano de 34 años que llegó al país hace apenas siete meses y, para subsistir, consiguió una bicicleta y se puso a pedalear para Rappi.
La idea de sindicato de “plataformas” surgió porque tras el primer conflicto comenzaron a contactarlos trabajadores de otras aplicaciones como Glovo, Mercadoni o Treggo, que al igual que Rappi funcionan como servicio de mensajería y delivery. Pero además, también se contactaron choferes de UBER y Cabify. “Son plataformas: no invierten en infraestructura, no tienen millones invertidos, en cualquier momento pueden desaparecer el nombre y dejarnos en la calle”, dice Rojas.
Los empleados de Rappi, durante una de las protestas frente a la empresa, en Villa Crespo.
El fenómeno es similar en varios países de la región y pisa fuerte en Europa. En Argentina, aunque no hay cifras exactas, se estima que hay 13.000 rappitenderos y 5.000 repartidores de Glovo. A eso se deben sumar los de Treggo y Mercadoni. El esquema es similar en todas: la promesa lejana de un sueldo superior a los $20.000 por pedalear durante ocho horas. El testimonio de los trabajadores muestra que eso es improbable por las demoras, el tránsito y la cantidad de pedidos: un algoritmo define a quién envía los mejores viajes, dependiendo la antigüedad, las calificaciones y la distancia, entre otros.
En el caso de UBER, la empresa reveló semanas atrás que Argentina es el país donde tuvo su mayor crecimiento, y sólo en los últimos tres meses se registraron 55.000 choferes, a un promedio de entre 300 y 400 por día.
La Asociación también incluye a choferes de UBER.
Rojas cree que era necesario incluir tanto a repartidores como a choferes porque el mecanismo es similar en todas las aplicaciones: “Ponemos el medio, no tenemos sueldo fijo, ellos ponen los precios y nos lo imponen, además de que deciden cuándo y cómo nos van a pagar”. Tampoco tienen seguro y deben pagar de su bolsillo el monotributo y los elementos de trabajo, como el uniforme y la caja que les permite transportar producto y le genera publicidad a la empresa. Además, corren el riesgo de ser bloqueados por la aplicación en cualquier momento, ya sea por bajas calificaciones de clientes o por una respuesta “inadecuada”.
Sin ir más lejos, Rojas contó a BigBang su propia experiencia: desde que alzó la voz con sus reclamos gremiales, la empresa le puso “filtros” para restringir la cantidad de horas que puede trabajar. “Disminuyó mi sueldo, me alcanza para comer y nada más. Rappi me filtra los pedidos”, cuenta.
Glovo también despertó críticas por parte de los trabajadores.
“Queremos que la secretaría de Trabajo intervenga, supervise. Esa es la función de todos los gobiernos. Que hagan cumplir las leyes, porque esto es una relación laboral encubierta. Sentémonos en una mesa y negociemos ser verdaderamente independientes, pudiendo poner precios nosotros, y que la plataforma sólo regule, como ocurre con Mercado Libre”, suma el joven sindicalista venezolano, que no se explica cómo en siete meses viviendo en Argentina se convirtió en líder gremial.
En un comunicado, la Asociación de Personal de Plataformas fue más que enfática: “Si esta es la economía del futuro, ¿cómo puede ser que trabajemos en condiciones tan precarias? Si este es el futuro de la economía vamos a tener que construir los sindicatos del futuro”.