10 Marzo de 2017 10:10
Santiago Menconi, trabajador de la línea 60, no se olvidará nunca de lo ocurrido el pasado 7 de marzo. Llegó tarde al acto de la CGT. O, mejor dicho, no es que llegó tarde sino que la CGT decidió "adelantarlo". Mientras llegaba se enteró de que Acuña, Daer y Schmid no habían anunciado el paro que la multitud reclamaba. Ese día, él y algunos de sus compañeros decidieron "copar" el palco para reclamar lo que los dirigentes no les habían dado.
Menconi (círculo), durante el histórico "copamiento" del palco.
En una crónica escrita para la Agencia de Noticias Redacción (AnRed), describió con lujo de detalles los hechos. Es el primer protagonista que relata lo ocurrido. Aquí, la crónica completa, en su muro de Facebook, y una síntesis de lo escrito.
El martes 7 de marzo se llevó a cabo la marcha convocada por el triunvirato de la CGT. (...) Esperábamos oír la fecha del tan ansiado paro general. Eso no sucedió, pero hubo de todo: un pueblo marchando, corridas, traiciones y un escenario copado.
"Paro general, paro general". Las voces comenzaron con tibieza y se fueron agigantando. Venían de Belgrano, en donde estaba el escenario. Abel le preguntó a un metalúrgico, yo hice lo mismo con una señora con remera del Ni Una Menos. "Nos cagaron, los dirigentes nos cagaron: hablaron del paro pero no le pusieron fecha". En ese instante vimos como comenzaban a volar las sillas contra la custodia del escenario.
Vimos a los muchachos del sindicato de Camioneros conteniendo a la muchedumbre. Vimos algunas trompadas y botellazos volando sobre las cabezas de los dirigentes que abandonaban el palco. Vimos de todo, pero no identificamos a nadie.
Cuando bajó el último de los dirigentes, los hombres de verde lo cubrieron con su cuerpo y descuidaron la escalera del escenario. Mal por ellos. Vimos luz y entramos. Frente a nosotros el palco; frente a nosotros el pueblo.
Y otra vez el mismo canto: "Poné la fecha, la puta que te parió; poné la fecha, la puta que te parió...". Las banderas de la 60 flameaban en el escenario. Los choferes de Interlíneas le estaban copando la parada a lo más repodrido de la burocracia sindical.
No estábamos solos, al estrado subieron los docentes del Suteba, los remiseros de Ezeiza, los jubilados del transporte y decenas de trabajadores indignados con la cúpula cegetista.
Lo que siguió fue épico, un acto de justicia que quedará grabado en la historia.
A treinta kilómetros de ese escenario, en Olivos, Macri y su gabinete hablaban de una "extorsión sindical" y descalificaban la marcha alegando que estaba "politizada". ¡Y por supuesto que lo estaba!
La burocracia había corrido, el gobierno lo miraba por televisión. Llegamos a los micros y no tuvimos tiempo de hacer un balance, nos saludamos con un gesto y cada uno partió por su cuenta.
Si aquello fue algo espontáneo, ¿cuántas cosas podríamos lograr con organización? El paro tendría fecha.