28 Diciembre de 2017 07:29
Las declaraciones de los vecinos de la torre Le Parc en la que vivía Alberto Nisman hicieron que el fiscal Eduardo Taiano que investiga su muerte pusiera sus ojos en el extraño kiosco de diarios instalado en la esquina del edificio y que cerró días después de que fuera encontrado muerto el fiscal.
El fiscal advirtió en su último dictamen que el kiosco tenía un "llamativo funcionamiento".
El “extraño comportamiento” relatado aportó un “aroma a servicios” y dio lugar a la teoría de que el hombre que había denunciado días antes a Cristina Kirchner estaba siendo vigilado por la ex SIDE. Y así, aunque no había sido llamado a declarar, Alfredo Juan Zabaleta se presentó en la fiscalía y dio su versión de los hechos.
Según el ex plomero, que hoy trabaja en el área de Mantenimiento del Ministerio de Modernización, el kiosco estaba cerrado porque se había fundido y que el contacto con Nisman era mínimo. “Le vendí diarios muy pocas veces”, advirtió.
Nisman fue encontrado sin vida el 18 de enero de 2015.
Zabaleta también aseguró que en su momento no sabía quién era el fiscal y que lo veía pasar los sábados “con una chica muy bonita”. Un día, según su testimonio, Nisman se acercó, se llevó algunos diarios y le dijo que “una persona” iba a pagarle después. Quien lo hizo, “tenía una pinta de policía bárbaro”, recordó.
En su declaración, el hombre también desmintió a Taiano, quien en su último dictamen había asegurado que el negocio mantenía un “llamativo funcionamiento” y que no estaba registrado. “Tengo los permisos”, se defendió, al tiempo que aclaró que antes trabajaba en la Boca.
Se presentó a declarar luego del procesamiento de Diego Lagomarsino.
“Como plomero estoy fundido, como diariero también”, se excusó. Y allí fue cuando el fiscal detectó la primera incongruencia: primero dijo que el kiosco quebró porque lo habían dejado “sin suscripciones”, pero minutos después negó haberlas tenido.
Su actual empleo público lo consiguió “por un político”. “No quiero decir quién, no quiero perder mi trabajo. Le pedí al presidente que me dé trabajo porque estoy fundido”, explicó. ¿El detalle que pocos le creyeron? “A Mauricio
Macri
lo agarré en la calle cuando no era presidente. Después me llamaron.” Un detalle interesante: aunque difícilmente suceda, no escaparía a la lógica que el propio Macri fuera llamado a declarar para corroborar si los dichos del testigo son ciertos.