27 Agosto de 2019 12:35
Un reciente informe de la Universidad Católica Argentina (UCA) remarcó que un 35,8% de los menores entre 0-17 años que se encuentran dentro del programa de cobertura de alimentos en la provincia de Buenos Aires sufren “inseguridad alimentaria total” y que casi un 20% sufrió de hambre en el 2018. Es decir que 2 de cada 10 chicos no tuvieron para comer en algún momento de ese año.
¿Qué significa eso? De acuerdo a las autoridades del Observatorio de la Deuda Social de dicha universidad, se trata de “hogares que tuvieron que bajar su ingesta alimentaria en cantidad y calidad por problemas económicos y en los que incluso de los adultos tuvieron que omitir alguna de las comidas”. Es decir que en el último trimestre de 2018 (cifra que releva el informe) un tercio de los jóvenes dentro de ese programa tuvieron una merma en su alimentación como consecuencia de la crisis económica.
Pero eso no es todo. El 17,4% de la muestra se encuentra en lo que se denomina “inseguridad alimentaria severa”, que es cuando se registra directamente la experiencia de hambre: no comer.
La serie estadística que toma la UCA, que arranca en 2010, remarca que la crisis económica de 2018 generó que ambas variables se disparen a valores por encima del promedio que tuvieron hasta 2017. Hasta ese año, los registros mostraron variaciones uniformes, había años que bajaba pero luego subía.
Lo mismo sucedió con la cantidad de bonaerenses que se alimentan en esos comedores. En 2010 el 24% de los que habitaban en la provincia recibían sus únicas comidas allí. Salvo la baja al año siguiente (2011), en todos los demás el registro fue mayor que en el 2010 con picos del 30,9% durante la gestión del ex gobernador Daniel Scioli (2014) y de 40,3% en 2018 con María Eugenia Vidal como mandataria provincial.
En la provincia, de acuerdo a las cifras que difundieron desde el ministerio de Desarrollo Social, a cargo de Santiago López Medrano, la asistencia a comedores y merenderos escolares aumentó desde 2015 un 332% para almuerzos y un 338% para desayunos y meriendas. De $6,30 a $3,90 por chico respectivamente se pasó a $27,20 y $17,10. En este punto, desde la UCA remarcaron que la asistencia que se brinda en la provincia de Buenos Aires es mucho mayor a la del promedio del país.
El programa que lleva delante la provincia se denomina Servicio Alimentario Escolar (SAE) y brinda asistencia diaria a 1.8 millones de chicos. El año pasado se universalizó su alcance para que se brinde en todas las escuelas de nivel inicial y primario, con la salvedad de que los fondos sean administrados por los municipios para que sea más simple su aplicación.
Asimismo, se decidió cambiar el menú que se da en cada uno de los comedores. Para eso se firmaron, según explican, una serie de convenios con el Centro de Estudio sobre Nutrición Infantil (CESNI) y el Centro de Estudios sobre Políticas y Economía de la Alimentación (CEPEA). “Se crearon programas nuevos como Vaso de Leche, red de espacios comunitarios”, agregaron desde Desarrollo Social.
No obstante ello, afirman que el principal problema que tiene el plan de asistencia que lleva adelante el gobierno provincial es que la centralidad en instituciones escolares y la falta de traslado hacia villas de emergencia. Es por eso que del total de la muestra el 44% de los chicos en situación de “inseguridad alimentaria severa” no recibe ningún tipo de ayuda extra para costear la alimentación.
De ese 44%, el 84,6% se encuentra debajo de la línea de la pobreza que mide el INDEC y un 41,8% reside en alguna de las 1.612 villas de emergencia que hay en la provincia de Buenos Aires.
“Ahí hay tres problemas. El primero es que el aumento de chicos en cada comedor no es actualizado automáticamente con los fondos que manda el SAE. El segundo es que no todas las escuelas tienen un cupo del 100% de sus alumnos; y el tercero es que no se incluye dentro del programa a los secundarios”, afirmó la diputada nacional por la provincia de Buenos Aires por el FIT, Romina del Plá que señaló que en algunas escuelas, en donde en un mismo edificio hay primaria y secundaria, los directivos hacen rendir más el dinero para que todas puedan comer.
Eso a su vez dispara otro de los puntos que relevaron los técnicos de la UCA que es la falta de nutrientes en la alimentación. “Se trata de un fenómeno extendido en diferentes infancias, sin embargo, se agudiza en los niños/as más pequeños que a su vez son los que más se perjudican por las consecuencias que ello tiene en su desarrollo físico y cognitivo. La profundidad de este déficit es mayor en el GBA ya que el déficit severo presenta una mayor participación en el nivel total de déficit. La situación más severa alcanza al 7,8% de los niños del GBA que carece de todos los nutrientes esenciales en su dieta alimentaria diaria”, sostiene el informe.