El bono de $1.500 para los haberes de marzo y abril que acaba de anunciar el gobierno es la mayor confesión del carácter confiscatorio que tiene la “movilidad jubilatoria” aprobada el año pasado. Ocurre que el aumento dispuesto para marzo por la nueva fórmula de movilidad sólo llega al 8%, cuando las previsiones inflacionarias para ese trimestre podrían llegar al 11 o 12%. El gobierno ha salido a emparchar con una “suma fija” ese despojo, que sobreviene después de que todos los haberes perdieron con la inflación en el año 2020.
El bono “beneficiará” a los que perciban haberes inferiores a los 30.000 pesos. “Triunfalmente”, el ANSES informa que en ese categoría ingresan el 70% de los jubilados, lo cual indica a qué nivel de derrumbe han llegado los haberes previsionales. La canasta de pobreza alcanza los $50.000, y sólo la superan una ultraminoría de los jubilados.
El gobierno afirma que, con el “bono”, los haberes mínimos le ganarán a la inflación ya que lograrán una mejora del 16%. Una mentira por partida doble. Primero: para llegar a ese porcentaje, el gobierno le suma el bono al haber previsto para marzo, y lo compara con la mínima actual de $19.035. Pero ocurre que el bono sólo se percibirá durante marzo y abril, y no durante todo el trimestre en que regirán los nuevos haberes. Por lo tanto, los $3.000 de bono deben prorratearse entre los tres meses, lo que implica una suma fija real de $1.000 por mes, y no de 1.500. En ese caso, el “aumento” se reduce al 13%, y será pagado cuando los haberes ya estén siendo erosionados por la inflación del próximo trimestre.
En segundo lugar, y como el bono no implica un aumento, la movilidad del próximo trimestre será calculada sobre las jubilaciones ´netas´, o sea, sin bono. Así, el deterioro de las jubilaciones frente a la inflación se seguirá acumulando. Incluso si el gobierno resolviera un nuevo bono el próximo trimestrre, será sobre un haber jubilatorio todavía más bajo en términos reales.
El gobierno, en definitiva, extiende al sistema previsional las maniobras y engañifas con las cuales pretende encaminar las negociaciones paritarias, donde los “aumentos” no remunerativos y bonos actúan de pantalla para la erosión permanente de los salarios de convenio frente a la inflación. Mientras tanto, los elementos esenciales de la “canasta del jubilado” no cesan de aumentar.
Denunciamos el despojo “edulcorado” por el bono: aumento de emergencia de $20.000 para los haberes; indexación mensual con la inflación; 82% móvil.