La liberación de Julian Assange el último lunes, luego de cinco años en la prisión londinense de Belmarsh por haber filtrado cientos de miles de documentos secretos de Estados Unidos (EE.UU) y otras países, revivió el debate acerca de la libertad de expresión, prensa y la persecución a quienes revelan secretos a partir de ejercer el periodismo. Antes había estado siete años asilado en la Embajada de Ecuador en Inglaterra.
La estadía del periodista en la cárcel de máxima seguridad, en la que pasaba 23 horas diarias encerrado en una celda de seis metros cuadrados, estuvo cruzada por una campaña internacional que reclamaba su liberación y su subsistencia, en el marco de amenazas constantes por las teclas del poder real que había exhibido con las filtraciones que publicó a través de WikiLeaks.
La liberación del fundador de este medio fue a partir de un acuerdo que logró con la Justicia de EE.UU, desde donde lo habían acusado de diversos cargos por haber roto la Ley de Espionaje tanto en 2010 como en 2011. Ahora, según se pudo saber, Assange comenzará una nueva vida junto a su pareja e hijo en su Australia natal, donde se desarrolló como programador.
El rol de WikiLeaks fue fundamental para denunciar todas los crímenes de guerra que hubieran quedado tapados, tanto de la intervención bélica en Afganistán, tras los atentados del 11 de septiembre, como de Irak, en la invasión que se desarrolló por la supuesta presencia de armas de destrucción masiva, que nunca existieron.
Una de las principales filtraciones fue conocida como "Baghdad airstrike" y se basó en la publicación de un video del 14 de julio de 2007 donde se veía a soldados estadounidenses disparaban desde un helicóptero contra el periodista de Reuters Namir Noor-Eldeen y otros civiles que estaban con él. La versión que habían dado de forma oficial era la de que los militares habían sido atacados por ellos, aunque el material demostró que esto era falso. La agencia internacional de noticias había pedido acceder al video, pero EE.UU. se lo negó hasta que fue filtrado.
Unos pocos meses después, en julio de 2010, WikiLeaks compartió con los diarios The Guardian, The New York Times y Der Spiegel, más de 92.000 documentos secretos sobre la Guerra de Afganistán. Allí quedaban expuestas miles de víctimas civiles que habían sido ejecutadas por fuerzas militares yanquis y de otros países aliados. Además, expusieron los lazos que había con la inteligencia de Pakistán y otros grupos de talibanes.
En octubre de ese mismo año, WikiLeaks filtra lo que se conoció como 'Irak War Logs', que constaban de 391.831 documentos del Departamento de Defensa norteamericano, con referencias sobre la invasión que se mantuvo entre enero de 2004 y diciembre de 2009. Allí quedaron en evidencia los métodos que aplicaron, como las torturas sistemáticas. Además, se reveló que hubo 66.081 muertos civiles, más del doble de los supuestos 23.984 "enemigos" asesinados.
También se expuso la falta de profesionalismo del Ejército Norteamericano, con los 3.771 fallecidos por "fuego amigo". El Pentágono definió la exposición como "la mayor filtración de documentos clasificados de su historia". El golpe que significó la exposición de los 31 civiles muertos por día, también afectó seriamente a la posición política que defendía este tipo de procedimientos bélicos.
Otro golpe para la política militar estadounidense dado por Julian Assange y WikiLeaks fue la filtración de fotografías e informes sobre el trato con los prisioneros en Guantánamo y Abu Ghraib. Allí se veían las torturas y se reconocía que había afganos y pakistaníes que estaban privados de su libertad, sin haber pasado por ningún tipo de proceso judicial. Por otro lado, se reveló que el preso más joven tenía sólo 14 años.