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La increíble despedida budista del hombre que quiso recortar la estructura del Estado

Mario Quintana rechazó la propuesta de Mauricio Macri de ser coordinador de las empresas privadas en las que tiene participación el Estado.

04 Septiembre de 2018 11:25
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El ex vice jefe de Gabinete Mario Quintana dejó este martes del Gobierno nacional, tras rechazar el cargo de coordinador de las empresas privadas en las que tiene participación el Estado.

Quintana anunció que volverá a la actividad privada.

Quintana no se despidió con un simple apretón de manos. El empresario buscó hacer una salida épica, leyendo un poema del monje budista y activista por la paz Thich Nhat Hahn, que comienza diciendo "No digas que partiré mañana porque todavía estoy llegando".

Quintana -aún uno de los dueños de Farmacity- y Gustavo Lopetegui fueron remplazados por Andrés Ibarra como número 2 de la Jefatura de Gabinete por decisión de Mauricio Macri.

 Thich Nhat Hahn, el budista elegido por Quintana.

Esta mañana visitó por última vez el despacho Presidencia de la Casa Rosada y ante un grupo reducido de colaboradores presentó su renuncia y explicó su decisión de volver a la actividad privada. 

Luego de ello se despidió de una manera poco habitual con la lectura de un poema budista:

No digas que partiré mañana

porque todavía estoy llegando.

Mira profundamente: llego a cada instante

para ser el brote de una rama de primavera,

para ser un pequeño pájaro de alas aún frágiles

que aprende a cantar en su nuevo nido,

para ser oruga en el corazón de una flor,

para ser una piedra preciosa escondida en una roca.

Todavía estoy llegando para reír y llorar,

para temer y esperar,

pues el ritmo de mi corazón es el nacimiento y la muerte

de todo lo que vive.

Soy el efímero insecto en metamorfosis

sobre la superficie del rio,

y soy el pájaro que cuando llega la primavera

llega a tiempo para devorar este insecto.

Soy una rana que nada feliz

en el agua clara de un estanque,

y soy la culebra que se acerca

sigilosa para alimentarse de la rana.

Soy el niño de Uganda, todo piel y huesos,

con piernas delgadas como cañas de bambú,

y soy el comerciante de armas

que vende armas mortales a Uganda.

Soy la niña de 12 años

refugiada en un pequeño bote,

que se arroja al mar

tras haber sido violada por un pirata,

y soy el pirata

cuyo corazón es incapaz de amar.

Soy el miembro del Politburó

con todo el poder en mis manos,

y soy el hombre que ha de pagar su deuda de sangre

a mi pueblo, muriendo lentamente

en un campo de concentración.

Mi alegría es como la primavera, tan cálida

que abre las flores de toda la Tierra.

mi dolor es como un rio de lágrimas,

tan desbordante que llena todos los Océanos.

Llámame por mis verdaderos nombres

para poder oír al mismo tiempo mis llantos y mis risas,

para poder ver que mi dolor y mi alegría son la misma cosa.

Por favor, llámame por mis verdaderos nombres

para que pueda despertar

y quede abierta la puerta de mi corazón,

la puerta de la compasión.

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