Llegó cerca de las ocho y media a La Biela, el clásico bar de Recoleta. La esperaba el periodista Carlos Montero, de CNN, y no se la notaba asustada sino molesta. “Otra vez con las amenazas”, resoplaba. Su círculo íntimo estaba un poco más inquieto: la seguidilla de amenazas, telefónicas y hasta el cartucho de escopeta en su casa, volvieron a poner en la mira las reformas tanto de la policía bonaerense como del servicio penitenciario que encaró la gobernadora bonaerense, María Eugenia Vidal.
Las amenazas preocuparon a la Gobernadora.
"Otra vez con las amenazas
Ayer por la mañana la Gobernación fue un desorden: la brigada anti explosivos estuvo con sus equipos en La Plata revisando despacho por despacho, incluso el de la propia Vidal. Existió un llamado anónimo al 911 de la Unidad Penal Número 9 de La Plata, tal como anticipó BigBang. Muchos funcionarios, sobre todo los que llegan más temprano por la mañana, se vieron exaltados ante el espectáculo de fuerzas de seguridad.
"Tenemos identificados a un hombre y una mujer que serían dueños del teléfono desde el que salió la amenaza", dice una alta fuente del Ministerio de Seguridad.
La amenaza salió desde las extrañas de una cárcel de La Plata.
Cómo se enteró
Descartada la presencia de explosivos, Vidal le tomó juramento al flamante ministro de la Producción, Joaquín de la Torre, en un acto donde estuvo su gabinete entero. No había sido cualquier día. Justo tenía un acto y con todo su equipo.
La gobernadora se enteró de las amenazas de boca de su ministro de Seguridad, Cristian Ritondo, quien tiene entre sus manos la reforma de la Bonaerense que ya llevaba más de 1600 policías apartados, 150 exonerados y 4133 sumarios abiertos en Asuntos Internos.
Por la tarde, tras la jura de su flamante ministro, estuvo reunida con otros funcionarios bonaerenses. En la Gobernación no quería sobredimensionar esta primera amenaza. Pero entre las 22 y las 23 cayeron otras dos más. Una de ellas por un teléfono celular de una supuesta joven.
La mandataria se mostró molesta como pocas veces por las amenazas.
Pero el hecho más trascendente se dio a conocer hoy: el hallazgo de un cartucho de escopeta en la cochera de su casa en Castelar. Allí donde creció como funcionaria, donde crecieron también sus hijos, su primera vivienda propia junto a Ramiro Tagliaferro.
La casa donde fue hallada el arma.
Allí hace un mes que no vive nadie. A pesar de que Tagliaferro, intendente de Morón y ex marido de Vidal, le ofreció a su hermano Leandro ir allí a hospedarse, la casa estaba vacía y sólo había quedado un custodio por tratarse de la vivienda de la gobernadora. Ella ya está en la base área de Morón, refaccionada, y donde, según le dijo a sus íntimos, se siente efectivamente más segura.
La casa donde sufrió la intimidación estaba por ser alquilada. O al menos eso había pensado Vidal junto a Tagliaferro, quien, al separarse, se alquiló su propia casa a cinco cuadras de allí.
Como sea, en La Plata esperan más amenazas. Explican que la reforma de la Bonaerense y del Servicio Penitenciario no se detendrán y que Vidal no es fácil de amedrentar. Por las dudas, la custodia que tiene la gobernadora sigue firme: entre seis y diez persona la siguen a luz y sombra. También a sus tres hijos. Las amenazas son amenazas pero nunca está claro si pueden convertirse en realidad.