En un país que sufrió en dos oportunidades atentados terroristas, hablar de la detección de una "célula terrorista" e incluso precisar que uno de los posibles targets era la Embajada de Israel es, cuanto menos, una irresponsabilidad; en especial si quien hizo pública la información fue la ministra de Seguridad, Patricia Bullrich.
"Neutralizamos la llegada de una posible célula terrorista al país. No vamos a dar los nombres. Las tres personas están vinculadas. Habían llegado en distintos vuelos y estaban a la espera de un paquete comprado a través de una tienda virtual proveniente de Yemen así que eso también era un llamado de atención fuerte", aseguró dos semanas atrás la funcionaria.
La Justicia comenzó una investigación de inmediato y en las últimas horas la jueza federal María Eugenia Capuchetti ordenó la liberación de los tres hombres señalados como terroristas por parte de Bullrich: Naem Chatay Chassan, Juan Manuel Ledesma y Ramón Alberto Domínguez.
En concreto, la magistrada pudo constatar que "no hay pruebas" que sostengan el posible vínculo terrorista y dispuso la liberación por falta de mérito. No obstante, el jugador de ping-pong-, el peluquero y el falso "agente inorgánico" del gobierno de Estados Unidos deberán presentarse todos los meses en el juzgado y tienen prohibida la salida del país.
¿Cómo se gestó la alarma que activó a la ministra de Seguridad? En concreto, Ledesma se jactaba de ser un agente inorgánico de la Embajada de Estados Unidos en la Argentina. El conserje de un hotel céntrico le advirtió que iba a llegar al país un hombre de origen sirio-colombiano.
El hombre pasó el dato a la Policía y sumó a su relato a Domínguez, su peluquero. Según el falso agente, el estilista iba a recibir un paquete desde Yemen.
Sin embargo, la Justicia pudo establecer que el hombre de origen sirio-colombiano era un profesor de ping-pong que había llegado al país para jugar un torneo de veteranos. El paquete que recibió el peluquero fue un regalo que le hizo una mujer a la que conoció por redes sociales -y que terminó siendo una estafa- y el falso agente reconoció que había "armado todo" en su cabeza.